Visto ya con algo de distancia, Vietnam es un país de contrastes, y eso lo engrandece.
Puedes encontrar montaña, playa, selva o ciudades.
Y yo, que me reconozco urbanita, he disfrutado mucho con la variedad y con todos los paisajes que de esa variedad se derivan: las calles, las gentes, los mercados, el caos, las miradas, el ruido, los rostros, las motos.
Sé que me repito pero es que es así: por encima de todo mucha vida.
Ya sea en el encantador barrio antiguo de Hanoi, en las imponentes montañas de Sapa, en la irreal bahía de Halong o en los fascinantes mercados flotantes del Mekong.
Esa variedad y esa vida forman al final un sola cosa: tu viaje.
A fin de cuentas las fotografías, que no dejan de ser reflejo de un instante, intentan, ora demostrar ora recordar, aquello de lo que hablo.
Y en los rostros está el paisaje...