miércoles, 29 de febrero de 2012

Miradas de autómata



















A veces basta con mirar, a veces basta con que te miren.
La fotografía es dejarse llevar por ese vericueto e insondable camino de la mirada.

En muchas ocasiones, lo he contado alguna vez, simplemente me dejo llevar por un objeto, un elemento, algo que me atrae y que no me suelta.
Entonces cojo la cámara y empieza el ritual.
La limpio, la ajusto, elijo la óptica y me sumerjo en ese objeto, en ese elemento.
Pueden entonces hacerse cuarenta o doscientas fotografías, imágenes que salen de la nada, mientras el tiempo queda detenido y en suspenso.

El otro día andaba yo por los talleres de la Escuela, documentando las actividades de los Ciclos, cuando me topé con este maniquí, arrinconado en la sala de dibujo.
El me miró sin mirarme y yo decidí detenerme un rato y jugar con él.
Me sonrió todo el rato y eso me gustó, pues me tomé el tiempo que consideré oportuno.
Cuando me fui, ritual mediante, lo miré de reojo pero entonces el tenía la suya perdida en el infinito, pensando en no se qué, sonriendo a vete tú a saber.
Y me fui, con ese tonto intercambio de miradas, feliz por un buen rato.

martes, 28 de febrero de 2012

De números



Hubo un tiempo
no tan lejano
lleno de azabache y golondrinas
en que dividía mis días
entre pares e impares.
El 1, 3, 5, 7 y 9
acariciaban mis sueños de buzo
y el 2, 4, 6, y 8
taponaban de saliva mi garganta.

Hoy ya no es así.
Hoy todo ha cambiado.
Hoy los números se dividen
entre el 1, el 2, el 3, el 4, el 5 y el 9
que al mirar al frente me dan la espalda
el 7
que iba para adelante pero se ha frenado
y el 6
que frente al viento prefiere mirarme.

El 8 eso sí,
ajeno a todos
me suma los dos ceros
que llenan mi vida.

Pájaros XCII











Los cielos, como la vida, fluctúan entre puñaladas y cagadas.
El aire, sin embargo, ni se vende ni se compra.
Los pájaros por lo demás siguen volando sin volar, siguen yéndose sin partir, siguen ahí como siempre, como el primer día que llegaron, con su pico difícil, su vuelo travieso, sus ojillos intranquilos, su alma expansiva.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Qué puedo responder



Qué puedo responder
-nada-
Qué puedo imposible
si el revés
es todo lo que alcanzo a darte
en esta noche.

Nunca me iré.
No es mi última y sí
la única manera.
El dolor es prueba
de que siempre estaré
con la desazón cosida
con el ardor intacto
con la tristeza en danza
con la urgencia incólume.

Estoy,
créeme,
y estaré siempre.
Siempre hasta gastar sus letras.
Otra cosa será
donde el espejo me refleje.
Otra cosa será
donde la lluvia me evapore.
Otra cosa será
si no me ves
por culpa de la parábola.

El talento



Dicen que con talento
se llega a cualquier sitio.
Pero tomadlo con calma...

martes, 21 de febrero de 2012

Valencia





Pájaros XCI










Si los pájaros se van yendo poco a poco es que ha llegado el buen tiempo a otros parajes y entonces el mundo se hace grande, como si no lo fuese ya.
Si los pájaros se van yendo poco a poco habrá que soñar cuando había pájaros y cómo su vuelo era un beso, su beso un vuelo.
Si los pájaros se van yendo poco a poco habrá que irse yendo con los pájaros, que todavía no tengo alas pero Iberia me ha regalado su tarjeta plata.

lunes, 20 de febrero de 2012

domingo, 19 de febrero de 2012

Mañana empiezo CXXVIII







No hay mundo al revés sino cabezas boca abajo.
No hay manos sin camas ni mañanas sin promesas.
No hay gente que vaya sino caminos que se acortan.
No hay manos que se acerquen sin que el roce las detenga.
No hay bordillos sin aceras ni bordes sin archienemigos.
No hay tiras de humor sino empujes a la puerta.
No hay domingos que no acaben sino sueños que se atardan,
y no hay lunes que no acabe en ese
y se multiplique por veinte.

Sabrina Salerno (7 y 7)



Tuvo que nacer tres veces Sabrina Salerno para que los médicos, que andaban recortando figuritas de las revistas de Correos, le prestaran atención.
Le miraron a los ojos y ella lloró.
Era el 15 de marzo de 1968, y Génova se había engalanado para la visita de un rey persa que no sabía hablar inglés.
Por lo demás, no hacía nada de frío.

Sabrina dejó pronto de ir al colegio para juntarse con Joe King Carrasco y jugar al billar de carambolas con cigarros de menta y cervezas en vaso de tubo.
Nunca pagó en las discotecas aunque no fue de bailar y sí de mirar cómo los pinchadiscos se preocupaban más de meter bien el Lp de Donna Summer que de bajar el volumen de los decibelios de la sala.
Y así sin querer se hizo amiga de la noche.

Muchos la recuerdan por su anuncio de camas elásticas para la televisión belga, pero ella se imaginó siempre dando la campanada en los suburbios de Bangladesh.
Apuraba sus cigarros siempre hasta que se confundieran carmín y ceniza, hizo añicos el corazón de dos senegaleses que quisieron regalarle un collar de piedras y una pulsera de plata, y no dejó propina el día que se tomó un café con Hugo Stuven en la terraza del Círculo de Bellas Artes.

Su piel morena bajo la arena hizo que nadara como una sirena.

Sabrina voló durante tres años por Rusia para decirle a cinco mil personas aquí estoy yo, y reivindicar su canto.
Puede que no escribiese la Iliada pero estuvo cerca.
Usó los gimnasios como templo de meditación y su mente trascendía más allá de aquellas dos verdades del universo que una vez le contó el sustituto de un duende que andaba enfermo de amígdalas.

No ha muerto pese a tener una biografía inventada.
Sabrina Salerno vive a medio camino entre Ponferrada y Génova. Toma chupitos de orujo y pizzas con mozzarella y salami.
Cuando el colesterol viene a visitarla ella lo saluda, le habla bajito en italiano mientras le acaricia el cuello con una delicadeza infinita y es entonces cuando ves al colesterol que se va, con las manos en los bolsillos y una lagrimita que huele a flor bajando por su mejilla de piel de gallina.

Una vez me la encontré en un ascensor.
Yo le di al siete pensando en las letras de su nombre y le miré a los ojos.
A partir de entonces desapareció y nunca más se supo.
O no.

viernes, 17 de febrero de 2012

jueves, 16 de febrero de 2012

Nunca llevo las gafas de sol



Nunca llevé unas gafas de sol
hasta que mis amigos
me regalaron
la luna.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Historias del otro lado XXXVIII



Aunque el que posea la verdad absoluta, es un poseso.
Y que tire la primera piedra.

martes, 14 de febrero de 2012

Pájaros XC











El amor
y el desamor
son dos pájaros
de la misma moneda.
¡Menuda cruz!

lunes, 13 de febrero de 2012

Los tipos de la grafía



Hay un signo de exclamación que explota al aire
y tiene su punto.
Hay un signo de interrogación que se retuerce sobre él mismo
encogiéndose de hombros.

La a es una d triste,
la hache una n erecta,
la p una o que llora.
La g se enfrenta al viento mientras la x ya está marcada.
La n es una puerta que empieza por p y entonces regresa la lluvia.

Las letras bailan en tu poema,
bailan a tu son
porque sabes decir más cosas que el mar de la m
y provocas más asombro
que la o que me engulle
al pensarte.

domingo, 12 de febrero de 2012

Mañana empiezo CXXVII







La mano nunca llega.
A veces lo intenta, en la mayoría de los casos ni eso.
Escondida en la cama, soñando entre las sábanas, imaginando dibujos, creyéndose sus historias.
La mano nunca llega.
Se llena de nostalgia y domingo, y se lo bebe todo con pajita y prisas.

Buster Keaton (6 y 6)



Nació Buster en un vodevil triste el 4 de octubre de 1895.
Apenas cinco años después el mundo, asustado, cambió de siglo sin venir a cuento.

Nada más salir del vientre de Myra, su madre, saltó de la ventana de su habitación de hospital para ver el mar, y fue entonces cuando se dio cuenta de que aquello no era un hospital (que era un circo) ni una ventana (era la boca de un león) ni era el mar donde en ese mismo momento estaba nadando (que eran los restos a medio digerir de un solomillo de ternera).

Houdini observó la escena fumando en pipa desde la grada 8 y sintió en ese mismo momento un irrefrenable deseo de hundirse dentro de una caja fuerte a treinta y cinco metros de profundidad, embutido en camisas de fuerza y candados. Pero el padre de Buster, astuto como los gamos de Vélez, le masajeó la oreja, le ofreció una magdalena con virutas de sésamo y le pidió -por favor venga dime que sí- si podía ser el padrino, que mira el niño, todo embadurnado en solomillo.

Así fue cómo Joseph Francis fue bendecido por la magia, y se ahogaron juntos en un lago de agua salada, en otra línea temporal inexplorada que o bien se soñó, o se borró con tinta china.

Con su muerte soñada a cuestas, Buster buscó en el mundo del cine las mentiras que su padre nunca supo contarle.
Conoció a Fatty Arbuckle tomando cañas en "El Reca" y entre rebozados y adobados se dieron a la carne en cuerpo y alma.
Cuando rodaban una película rodaban todos, ellos y la película monte abajo, hasta llegar de nuevo a Kansas.
Fatty acababa lleno de paja y risas y aunque un poco mareado, nada parecía perturbar el blanco maquillaje de su compañero de rodadas, que nunca se reía ya fueran veinte colegialas vestidas de blanco a hacerle cosquillas con plumas de pavos reales descoloridos por el verano de Australia.

Solitario, enfermo, triste y alcohólico. Así era Keaton aparte de mago y genio, ese que gustaba de comerse a bocados las patatas crudas con un poco de sal en espera de un león que bostezara de nuevo, solo para él.
Buster Keaton siempre se supo solo a pesar de que sus hermanos Chaplin y Harold se colgaran de relojes, se comieran zapatos o bucearan en busca de Houdini para complacerle.
Sólo Harold Lloyd se enfadaba un poco, por aquello de ser el único que no redondeaba el número de letras de su nombre con el de su apelido, y a veces firmaba cheques sin fondo con el apellido Lloydd para imaginar que así sin más pudiese entonces volar sin ocas ni sobrinos por la Vía Láctea.

Y mientras Buster se bebía su languidez con absenta en los bares otoñales del Mini Hollywood que había en los bosques de Oregón.
Y su cuenta subía.

Supo dibujar con gracia una cara deforme en la barra de aluminio con el vapor desprendido de los vasos duralex, supo cabalgar a lomos de un tren desbocado buscando el amor, la libertad y unos pañuelos de tela con los que limpiarse las manos de tierra. Supo igualmente imaginar su vida de mayor con ojeras y el cariño de un público que todavía no existía.
Supo también que tarde o temprano le esperaba Houdini en el fondo de un lago salado, pero bien sabía que habría de esperar a la llegada de su nieta, Margaret, para dejarse arrastrar por la fría corriente del 1 de febrero de 1966.

Mientras espera a que eso ocurriese, sus ojos de payaso enfermo inundaron los Blue-Ray de los chinos de clase media, los sorbos de bourbon no bebido se acumularon en embalses de hastío y nieve, y las cámaras de cine se postraban a sus pies llorando por rostros a los que amar con tanto devoción.
Buster Keaton nunca vivió con tanta intensidad como cuando se proyectaba su silencio, ese que ahora lo acoge, lo columpia, lo roza y lo mima entre las saladas aguas de un lago de Arkansas.


viernes, 10 de febrero de 2012

miércoles, 8 de febrero de 2012

Te batiste en duelo



Te batiste en duelo
y no quedó de ti
ni los grumos.

martes, 7 de febrero de 2012

Pájaros LXXXIX











Sueño con gusanos, con camas grandes, con vidas que no pudieron ser y que obligaron al cielo a llover lágrimas.
Sueño con pájaros a lo alto y al ancho.
Y esos sueños me llenan, aunque sea desde lejos.

lunes, 6 de febrero de 2012

David Mamet (5 y 5)

Ahora que esta entrada piensa en dar un vuelco, debo contar que, en gran parte, TODO ESTO nació por culpa de David Mamet.
En aquellos momentos de facultad y aburrimiento, cuando mi cabeza volaba loca como solo ella sabía hacerlo, me gustaba y mucho jugar con los números, afición que he seguido conservando con los años.
Pronto descubrí (y todo empezó a cobrar sentido) que el CINCO era el único número en castellano que tenía el mismo número de letras que cifras indicaba.
Y aquello no debía ser casualidad.
También era cierto que la imagen física del 5, sobre todo la ofrecida en los relojes digitales, era la de cinco palillos exactamente iguales.
¿Casualidad también,? No lo creo.

El caso es que pronto empecé a contar las letras de los nombres de los creadores, y llegué a David Mamet.
David no solo tenía 5 letras en su nombre y en su apellido sino que su primera película como director, HOUSE GAMES, también.
¿No da un poco de no-sé-qué?
Probablemente más si pensamos que su siguiente película, THINGS CHANGES, tenía 6 y 6.

Así que no podía escribir una biografía apócrifa al uso al bueno de Mamet.
Tenía que escribirle, él se lo merece TODO, una en la que todas las palabras fuesen de cinco letras.
Qué menos.
¿O no?



Aquel cielo negro nació vacío.
David Mamet creció joven, creció entre niños, creció harto.
Creció justo entre bolis, entre cinco manos, entre cinco dedos.
David cinco.
Mamet cinco.
Pelis, pelis, pelis. House cinco, Games cinco.
David filmó aquel cielo negro, filmó cinco ratas rojas, filmó vidas rotas, sopas frías, almas locas.
David Mamet quiso volar. Quiso ganar nubes, nadar motos.
Comió melón verde, pasas rosas, huevo frito, mango.
Tenía sueño, David.

Nunca murió.
Vivió feliz entre soles, entre lunas.
Vivió feliz.
Acaso nació libre, David Mamet, nació lento.
Nació cinco.