No hay mundo al revés sino cabezas boca abajo.
No hay manos sin camas ni mañanas sin promesas.
No hay gente que vaya sino caminos que se acortan.
No hay manos que se acerquen sin que el roce las detenga.
No hay bordillos sin aceras ni bordes sin archienemigos.
No hay tiras de humor sino empujes a la puerta.
No hay domingos que no acaben sino sueños que se atardan,
y no hay lunes que no acabe en ese
y se multiplique por veinte.