Ahora que esta entrada piensa en dar un vuelco, debo contar que, en gran parte, TODO ESTO nació por culpa de David Mamet.
En aquellos momentos de facultad y aburrimiento, cuando mi cabeza volaba loca como solo ella sabía hacerlo, me gustaba y mucho jugar con los números, afición que he seguido conservando con los años.
Pronto descubrí (y todo empezó a cobrar sentido) que el CINCO era el único número en castellano que tenía el mismo número de letras que cifras indicaba.
Y aquello no debía ser casualidad.
También era cierto que la imagen física del 5, sobre todo la ofrecida en los relojes digitales, era la de cinco palillos exactamente iguales.
¿Casualidad también,? No lo creo.
El caso es que pronto empecé a contar las letras de los nombres de los creadores, y llegué a David Mamet.
David no solo tenía 5 letras en su nombre y en su apellido sino que su primera película como director, HOUSE GAMES, también.
¿No da un poco de no-sé-qué?
Probablemente más si pensamos que su siguiente película, THINGS CHANGES, tenía 6 y 6.
Así que no podía escribir una biografía apócrifa al uso al bueno de Mamet.
Tenía que escribirle, él se lo merece TODO, una en la que todas las palabras fuesen de cinco letras.
Qué menos.
¿O no?
Aquel cielo negro nació vacío.
David Mamet creció joven, creció entre niños, creció harto.
Creció justo entre bolis, entre cinco manos, entre cinco dedos.
David cinco.
Mamet cinco.
Pelis, pelis, pelis. House cinco, Games cinco.
David filmó aquel cielo negro, filmó cinco ratas rojas, filmó vidas rotas, sopas frías, almas locas.
David Mamet quiso volar. Quiso ganar nubes, nadar motos.
Comió melón verde, pasas rosas, huevo frito, mango.
Tenía sueño, David.
Nunca murió.
Vivió feliz entre soles, entre lunas.
Vivió feliz.
Acaso nació libre, David Mamet, nació lento.
Nació cinco.