viernes, 30 de marzo de 2012

miércoles, 28 de marzo de 2012

Hay veces



Pues eso.

martes, 27 de marzo de 2012

Pájaros XCV











A los pájaros mentirosos en vez de la nariz les crece el pico, y así pueden dar hermosos besos en una distancia que en muchas ocasiones se hace real más que inventada.

Luego la lluvia caerá al revés o los vuelos serán de mentira, pero el tacto de un pico que rompe el aire luchará siempre por esa cosa tan rara y ambigua que es la perdurabilidad.
Y si no la consigue, que por el intento no quede.

lunes, 26 de marzo de 2012

La tumba de Amir Timur



Salí de cenar coincidiendo con el ocaso y me fui a pasear por el Mausoleo de Amir Timur, héroe nacional en Uzbekistán.
En este país, durante su horario de apertura, para visitar los monumentos tienes que pagar -incluso si paseas a su alrededor- pero no así por la noche, donde no hay guardias ni policía que te pida el ticket.

Así que allí estaba yo, paseando, solo, por los alrededores del Mausoleo, cuando de repente me sobresalta una persona mayor que andaba por ahí a modo de guarda.
Me asusté un poco -no lo había visto venir, concentrado como estaba en mi cámara y sus fotos-- y pensé que venía a echarme, pero más bien al contrario me preguntó si quería entrar dentro del Mausoleo.

Extrañado y bastante ingenuo ni pregunté por cuánto me saldría la broma y le dije sí.
Y entramos.

Quizá si el interior hubiera estado iluminado habría sido distinto, pero no.
Fuimos por un pasillo en penumbra y al llegar al final me pidió que esperase.
El viejo entró en lo que parecía un pequeño cuarto y se escucharon cuatro clacks.
Clack-clack-clack-clack.
Eran los interruptores que encendían la sala donde está la tumba de Amir Timur. Y fue ese sonido, y las luces aumentando, surgiendo una cúpula espectacular de la total oscuridad, lo que me dejaron fascinado y sin habla.


Eché unas cuantas fotos y grabé algun video como para justificar que había estado allí, pero nada de eso me importaba.
Al salir, le pregunté, claro, que cuánto, y él abrió la palma de su mano.
Yo ya sabía entonces que eso quería decir 5, 5.000 sums, o lo que es lo mismo, 2 dólares.
Le di 6.000, que ni llegan a ser dos euros, y me fui feliz de la vida.

Pero la cosa no acaba ahí.
Aún me esperaba lo mejor.

El viejo, agradecido, me pregunta si quiero subir al minarete.
Y yo, que de emoción ya ni pienso, le digo que sí.
El minarete resulta ser como una chimenea (se puede observar bien en la primera fotografía), y con una escalera de caracol en su interior que de ancho no llega a un metro (la mochila de cámara roza mientras subimos y yo sufro, y yo sudo, y la claustrofobia empieza a fastidiarme un poco).


No me acompaña el viejo, claro, sino un ayudante suyo, que ilumina el camino mientras sube, él primero, solo a traves de un móvil.
Yo, pesado con la cámara, cansado y exahusto, subo como puedo los más de cien interminables escalones, entreviendo la sombra de mi acompañante que cada vez sube más rapido.

Y al llegar arriba allí está, toda Samarkanda a nuestros pies.
Y ya todo ha merecido la pena...

Sé que no fui el primero ni seré el último turista al que le hacen esto -me lo ofrecieron varias veces los días posteriores, en mitad de la mañana, los mismos policías- pero por cómo se desarrollaron los acontecimientos, por cómo lo disfruté, por cómo lo viví entonces aún hoy cierro los ojos para escuchar cómo rebotan en mi cabeza aquellos cuatros clacks.
Clack-clack-clack-clack.
Y ya no hay quien me quite la sonrisa de la cara.

domingo, 25 de marzo de 2012

Mañana empiezo CXXXI







Lo mejor de no dibujar es que todos los dibujos son posibles.
Lo mejor de no tener vergüenza es que hay más sitio para llevar caramelos en los bolsillos.


Marie Curie (5 y 5)



Marie Curie nació hoy (ya ha pasado una vida entera y casi un siglo) cuando Varsovia todavía no era París ni los almendros relucían en la calle Sancellemoz.
Era la menor de los cinco hijos del doctor Skodolowski y enseguida se hizo valer entre los brazos de su abuela, los mismos que albergaban las teclas de un piano de negra caoba recluído en la casa familiar llena de luz y ventanales.

Fue el aire de esa casa el que dejó escapar la vida de su madre y de su hermana entre tuberculosis y pena, y la llevó de la mano hacia la rebeldía, la concentración, el desencanto, la rabia y el coraje.
Sus dientes fueron capaces de dentellear entre libros para volar hacia la libertad.
Su mirada indagó más allá de lo que le permitían los hombre de gris que pagaban su mediocridad con cargo a sus propias frustraciones.
Su obstinación la llevó a lomos de un pájaro de plumas de terciopelo hasta los brazos débiles y profundos de Pierre, que tras casarse con ella le propuso comprarse dos bicicletas e irse a recorrer Francia, sin que importase el mañana.
Ella dijo sí con beso interminable que duró tres meses.

El 25 de junio de 1903 Marie Curie defendió su tesis doctoral, "Investigaciones sobre las sustancias radioactivas y la fenomenología de los abrazos" frente a un Gabriel Lippmann que no salía de su asombro.
Su voz retumbó en la crujiente madera carcomida por el tiempo de la Facultad de la Sorbona. Su mirada se introdujo por las rendijas del tiempo entre cristales, metáforas, probetas y una determinación envidiables.
Y no se quedó ahí, sino que arraigada a los suelos de la historia esperó hasta 1906 para dar, ya como catedrática, su primera lección de vida a sus alumnos.

Entre medias de aquellos dos discursos murió su marido y le concedieron el Nobel, pero la tristeza no se interpuso para que aquel corazón lograra salir hacia la superficie y respirar el aire que insufla valentía a las noches de marzo.

Como decíamos, dio su primera clase un martes 15 de noviembre, todavía con los rastros que la nevada del sábado había dejado en las soñolientas calles de un París que despertaba.

En aquellas palabras Marie estaba labrando el camino de tierra y moho que habrían de acariciar los pies de otras mujeres para lanzar dardos en forma ilusión contra los rigores de lo establecido.
Nunca quiso fumar porque le quitaba tiempo para leer poemas.
Nunca quiso la gloria porque era en el trabajo donde se expandía su alma.

Siempre en el rigor que catapultó su vida hubo honestidad y sencillez. Siempre en sus manos perduraron los aromas de aquel beso que compartió con su marido.
Y su recuerdo la llenaba de nostalgia, fuerza y avellanas.

sábado, 24 de marzo de 2012

Reflexionando




El placer culpable II



Las sopas de sobre, Cinema Paradiso, las tertulias de la tele, Luis Aguilé, el Buscaminas, mirar de reojo el papel higiénico usado antes de tirarlo al wáter, Roberto Brasero, No me pises que llevo chanclas, que se te duerma un pie, "Te quiero como el mar" de Melendi, la Teletienda en general y el Butatrans en particular, "Te peto el kakas" de Gigatron, mear en la ducha, de las sevillanas la cuarta, leer los horóscopos de los periódicos atrasados que hay en los bares, Paquito el Chocolatero, el rastro de las tizas que da dentera, Jonathan Richman cantando en español, el yogur de coco (sí, sí, el yogur de coco), "Lo que necesitas es amor" cuando lo presentaba Jesús Puente, contenerte un cuesco para poder soltarlo en el control de un aeropuerto, el hotmail, los nombres de las películas porno, Ralph Wiggum.
Rascarme.
Volver a rascarme.
Y los cinéfilos.

viernes, 23 de marzo de 2012

jueves, 22 de marzo de 2012

El placer culpable


"Quisiera amarte menos" de Pitingo, las cuatro primeras temporadas de "Al salir de clase", Carlos Boyero, Aquí hay tomate, el melocotón en almíbar, toda la discografía de Calamaro, Fresita de Gran hermano V, "Sensación de Vivir", María Dolores de Cospedal, "La Milla Verde" de Frank Darabont, Paco Gandía, "Baby one more time" de Britney Spears, Fernando Garea, los dibujos de Dalí, Carlos Jesús/Cristopher, el olor a laca, los dúos de Alejandro Sanz y la Niña Pastori, el aerógrafo, mi propio blog, Arturo Pérez Reverte, "El oro de Moscú" de Jesús Bonilla, Crispin Clander, el anuncio de Ausonia sobre el cáncer de mama, "La isla bonita" de Madonna, Emmanuelle Beart, mis propios pedos, Junco.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Para un buen desayuno



Y para el ayuno sí, con uno basta.

lunes, 19 de marzo de 2012

Dejad que los ojos se acerquen a mí











Siempre me gustó acercarme.
Y menos alguna que otra regañina, solo me trajo satisfacciones.

Uno, como observador, entra en un museo y ya hay algo ahí, entre el silencio, que te emociona, que te subyuga, que te atrapa y no te suelta.
Es en gran parte esa solemnidad contra la que también lucho, pero que en esos templos te sobrecoge invariablemente.
Y uno, en ese entorno, se llena de respeto pero también se curiosidad.
Y se acerca.
Siempre me hubiera gustado tocar un Paul Klee, oler a Picasso, acariciar un Caspar David Friedrich.
Pero entiendo que no se puede.
Así que me contento con acercarme hasta donde los límites reglamentados me lo permiten.
Me acerco con curiosidad y respeto, sabiendo que en la textura están muchos de los secretos.

Cuando viajo, como siempre llevo la cámara encima, ocurre lo mismo pero por momentos la lente (más fina, más puñetera) sustituye a los ojos.
Y en ese relieve aparece la magia.
He aquí unos ejemplos.

domingo, 18 de marzo de 2012

Donald Draper (6 y 6)



Donald Draper nació de pie en un alambre, hijo de la pasión fugaz e incontenida de un paquete de cigarrillos con una lavadora que tenía capacidades masturbatorias, y adoptado no sin recelo por un guionista de Hollywood, de los pocos solteros que quedan en el lado impar de Sunset Boulevard.
Y le llamaron Don.
Enseguida creció sin jugar al fútbol y se hizo tan mayor que a los seis meses las camisas blancas talla L empezaron ya a quedárseles pequeñas.

Él siempre quiso ser real, pero se vio abocado a una vida desparramada entre las palabras escritas en un Molesquine y las reuniones cargadas de humo y whisky que su padre tenía con la gente que a pesar de llevar vaqueros guardaba en el banco cuentas de millones de dólares.
Pero a cambio de aquella sordidez creativa nunca hubo una arruga en sus trajes, nunca un despeinado en su mirada, nunca una grieta en su alma, nunca un desagüe conectado a su mesa de escritorio.
Y supo sacar provecho para pedirlo todo, para quererlo todo, para acabar teniéndolo.

Una vez encargó a una agencia anuncios que magnificaran su pasado pintándolo de ocres y cubriéndolo de estaño, pero aquella campaña quedó congelada en Montreal por falta de presupuesto y nunca se llegó a emitir más que proyectada desde una segadora.
Tuvo en sus manos, allá por los setenta, una botella de vino que degustó con tanta pasión y cinismo que del Molesquine de su padre nació un árbol que cubrió Nevada de flores color violeta.
Y una vez más la moqueta, casi sin querer, salvó su vida.

Lo mejor de la biografía de una mentira es que siempre está por descubrirse.
Lo mejor de la biografía del aire, de los reflejos en los cristales, de las corbatas oscuras, de los cajones con pistola o de las meriendas en hules de cuadros es que no sólo desconocemos el final sino que podemos reescribir el pasado.

Y entonces fundiríamos a negro, o mejor encadenamos, y tenemos a Don Draper, que nació a la pata coja, sobre un hilo de pescar, hijo de la pasión fugaz entre una máquina de escribir Underwood con un palo de golf venido a menos, y adoptado no sin recelo por un dibujante de story board, de los muchos que pueblan los bares de Los Ángeles...

sábado, 17 de marzo de 2012

De frente es como mejor se piensa











Cuando el dibujo surge de la misma piedra nada hay que uno pueda hacer.
Si acaso dejarse llevar por el trazo y tratar de moldear un poco, imitando torpemente a la escultura.
No sé si sacar la luz es lo mismo que buscarla, pero alguna vez el dibujo se convierte también en eso.

Quizá todo esto sea porque hace poco soñé con Roberto Matta y de algún modo su recuerdo (como tantas veces) ha vuelto hoy a mi mano.

viernes, 16 de marzo de 2012

jueves, 15 de marzo de 2012

El caracol bombero y sus tres hermanos




Aquí está.
Con todos ustedes, "El caracol bombero y sus tres hermanos".

Para mí, terminar un cortometraje siempre fue sinónimo de empezar otro. Aunque tarde meses en empezar realmente, es acabar la última historia, el último render y mi mente vuela ya en busca de nuevos retos, nuevas posibilidades.

Siempre pasa lo mismo y con este cortometraje no fue diferente. Poco tiempo, afrontarlo solo, compaginarlo con mil cosas, rozar y sobrepasar los tiempos pactados.
Pero cuando se acaba ahí está, y como digo siempre, todos los calendarios rotos han merecido la pena.

Si me tengo que quedar con algo de este cortometraje es con la voz de mi hermana. Cada vez que la escucho me gusta más y la locución solo tiene sentido tras su registro.
La próxima vez, con más tiempo, tendremos que hacer algo a la altura de sus inflexiones.

Por lo demás poco que contar.
Esta es la historia de el caracol bombero y sus tres hermanos.
Con un mucho de esas historias donde el rey pedía a sus tres hijos un imposible que les lanzase como viaje iniciático.
Con algo también de esos Cronopios, famas y esperanzas de Cortázar, donde cada uno es en función de cómo afronta determinadas circunstancias.
Con mucho de la poca animación y la desvergüenza ya tradicionales en mis historias.
Pero con la misma ilusión de siempre porque algún día haremos algo en condiciones.
La misma ilusión que Percata, vamos.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Caracoles







Ya iba siendo hora.
Había postergado (por pereza, por despiste) el estreno de mi último cortometraje (que pudo verse proyectado en la novena edición de Cortos de Vista, allá por diciembre) y ya tocaba.
Será mañana.

Hoy, simplemente, para abrir boca, dejo unos dibujitos que, a modo de story board, realicé para dicho cortometraje.
Me resulta curioso, ahora que lo pienso, la libertad (y la naturalidad con que uno la asume) que da el hecho de trabajar solo.
Puedes hacer un story bastante alejado de las convenciones de los mismos, pues no es necesario una normalización del lenguaje desde el momento en que el único que te va a leer, el único que te tiene que entender, eres tú mismo.

Así pues nada de numerar planos, ni siquiera las hojas.
Nada de especificar direcciones o acción en las viñetas, nada de hacer coincidir la voz en off, nada de señalar movimientos de cámara, fundidos o encadenados.
Para qué si yo ya sabía que eso estaba ahí.
Es, supongo, lo bueno o lo malo de tener el cortometraje en la cabeza.
Es, supongo, lo que conlleva realizar historias sencillas, mil veces soñadas antes.

Así que sí que me resulta curioso, ahora que lo pienso, ver estos pequeños dibujos que no llegan ni a bosquejos y darme cuenta de lo asombrosamente parecidos que acabaron siendo al resultado final.
No podía ser menos, tratándose de caracoles.

Será mañana, ya digo: El caracol bombero y sus tres hermanos esperan ya, todos impacientes menos el bueno de Percata...



Busco relación



Compromiso se las lleva
con promesas vanas
que no cumple.
Así que compro miso
y hago sopa
para soñar, qué menos,
con el estómago caliente.


martes, 13 de marzo de 2012

Pájaros XCIV











Lo bueno de los pájaros es que de tanto que vuelan y emigran casi no que hace falta dibujarlos.
Me gusta más pensarlos que trazarlos, sentirlos que tenerlos.
Los imagino y con eso basta.
Luego ellos se dejan querer, claro, y se asoman traviesos cuando menos te los esperas.
Los martes, sí, sin ir más lejos.

lunes, 12 de marzo de 2012

Viaje a Brasil VII















Tan variado como lo recuerdo.
Cada vez que abro la carpeta de las fotos de Brasil no encuentro orden ni concierto, y me abrumo entre playas, selva, casas, gente, mares y mercados.
Lo mismo paseo por la orilla de una cala, que subo al Pao de Azucar, que miro a la gente que a su vez observa.
Las cataratas caen, el cielo sube.
Brasil y sus imágenes emergen con cierto grado de frustración, a sabiendas de su propia imposibilidad de recoger la variedad que se quedó en aquella tierra.

domingo, 11 de marzo de 2012

Mañana empiezo CXXX







Domingos que se sueñan en la duermevela.
Domingos de película muda y silencios.
Domingos de manos,
domingos de lunes que no llegan.
Domingos de óxido y azufre,
de versos y sudor.
Domingos que se sueñan valientes
y se despiertan de tanto asombro.