Cuando el dibujo surge de la misma piedra nada hay que uno pueda hacer.
Si acaso dejarse llevar por el trazo y tratar de moldear un poco, imitando torpemente a la escultura.
No sé si sacar la luz es lo mismo que buscarla, pero alguna vez el dibujo se convierte también en eso.
Quizá todo esto sea porque hace poco soñé con Roberto Matta y de algún modo su recuerdo (como tantas veces) ha vuelto hoy a mi mano.