martes, 31 de marzo de 2009

Convertido en mar y monte



Un hombre quiso subir a la montaña más grande de su pueblo.
Subía por el día y dormía por la noche.
Jamás pensó, desde el pie esa montaña, que aquel monte pudiese ser tan grande.
Cuando se le acabaron las provisiones comía lo que la montaña le ofrecía. Frutas, moras y bayas.
Se bañaba con la lluvia y se secaba con el viento.
Vio como las cabras saltaban, vio crecer las flores, se sintió libre, se reía en cascada, tomaba el sol desnudo entre las piedras.
Un hombre quiso subir a la montaña más alta de su pueblo.
Subía por la noche y dormía por el día.
Jamás pensó, desde el pie de aquella montaña, que ese monte pudiese ser tan hermoso.
La luna le sonreía y él la iluminaba. Sus sueños se hicieron verdes como el musgo, hermosos como las estrellas.
El monte lo quería. Él quería al monte.
Aquel camino no acababa nunca y mientras más duraba más quería aquel hombre que nunca terminase.
Un hombre quiso subir a la montaña más alta de su pueblo.
Subía por la noche y subía por el día.
Jamás pensó, desde el pie de aquella montaña, que fuese ese monte tan inmenso.
Y es que la montaña crecía y crecía para que las carias de aquel hombre sobre su lomo no terminasen nunca.
Un hombre quiso subir a la montaña más grande de su pueblo y acabó convertido en montaña, acabó convertido en cielo, en lluvia, en nube, en pájaro…e incluso acabó convertido en un mar que, desde aquella cima imposible, se extendía eterno hacia el infinito.

lunes, 30 de marzo de 2009

Un tonto, un lápiz















Cuando uno se pasa demasiado tiempo pensando se da cuenta: No pensar a veces puede llegar a ser un alivio.
Y esa es otra buena cosa que el dibujo trae consigo. Te evade.
En realidad todo el mundo de la creación funciona un poco de la misma manera. Te atrapa, te rodea, se mete dentro y destroza los espacios y los tiempos. No existe nada anterior ni posterior, se diluyen las fronteras y se detiene el devenir normal de los acontecimientos.
Por eso es bueno tener algo a lo que aferrarse. Ya sea dibujar, leer libros o chupar candados. Hay que romper con la rutina normal de los pensamientos que te atrapan y liberarte a través de lo que tengas más a mano.
Y para mí acaba viniendo lo de siempre. Lo de un tonto, un lápiz.
A veces las líneas se dejan tocar, moldear y corregir, y en otras ocasiones se plantan directamente a la primera, dicen aquí estoy yo, y no hay manera de cambiarlas. El diálogo con las líneas suele ser inútil porque ellas te acaban ganando siempre la partida. Blanco sobre negro o negro sobre blanco. Una línea emerge poderosa y te dice todo lo que necesitabas saber.
No pensar mientras uno dibuja es un acto casi inevitable. Una vez que has acabado, cuando contemplas lo realizado, empiezan las preguntas, las sorpresas y el asombro. ¿Cómo podemos decir que hemos dibujado nosotros si no éramos nosotros –no éramos realmente nosotros- los que dibujamos?
Es lo malo de dejar de dibujar. Que vuelven, insidiosas, las mismas preguntas de siempre.

domingo, 29 de marzo de 2009

Mañana empiezo X







Parece imposible que una cosa tan decididamente mínimal se pueda alargar si no es a base de una poquísima vergüenza, así que menos mal que de esto último voy más que bien servido, y así sin quererlo se cumple la décima entrega de "Mañana empiezo".
De mi empatía con los protagonistas de la historia:
Sé que puedo parecerme bastante a la mano con la escalera, perezosa y soñadora, pero tengo bastante también del resto de personajes que pululan por esta modesta tira.
Espero a verlas venir -como la mesa de dibujo-, soy muchas cosas que no sé -como el corto no dibujado-, tengo grafito de sobra para enfrentarme a lo que venga –igual que el lápiz con bigotes- y hay veces que preferiría dibujar a perder el tiempo –como la otra mano- pero me acaba venciendo la desidia.
Aunque, por qué negarlo, la mayoría de las veces soy más como un folio en blanco; soy todo y soy nada al mismo tiempo...

sábado, 28 de marzo de 2009

Mala Sangre (Aula Magna)



El amor que se quema rápido dura para siempre…

Año 1987, y si me apuráis creo que era noviembre.
¿Lugar? Sin duda uno de los más hermosos de la incomparable ciudad de Granada: el Aula Magna de La Facultad de Ciencias. Hermoso no desde luego por fuera, ni tampoco especialmente en su interior, y sí al apagarse las luces y comenzar la magia. Aquel fue el espacio físico que estuvo acogiendo durante mis años de carrera (no sé si lo seguirá haciendo en la actualidad) el cine club universitario, y se convirtió en mi segunda casa por aquel entonces.
Muchos fueron los momentos y muchas las películas. Clásicos de Tarkovski, Murnau o Manckievicz; las últimas de entonces de directores como Wenders, Malle, Lynch o Mikhalkov, o películas pequeñitas pero llenas de magia como “Helsinki Nápoles todo en una noche”, “Nola Darling” o “Las cosas cambian”. Y muchas más. Difícil sino imposible quedarse con alguna.
Por eso, casi al azar pero sabiendo, elijo “Mala Sangre” de Leos Carax.
Recuerdo de aquellas que la habían incluido en una especie de ciclo temático de psicología, y que la proyectaron con “Freud” de John Huston, en un programa doble que fue convenientemente fagocitado.
En la calle hacía frío, ese frío granadino intenso y duro que te entrecorta la respiración y los pensamientos. Recuerdo perfectamente el cartel: la figura en silueta de una mujer andando por una calle empedrada. Solitaria, perseguida y temerosa.
Nada sabía de la película antes de que entrar a verla (en la mayoría de los casos lo mejor que te puede pasar, una sensación que hoy en día es más difícil que ocurra). Si me apuráis nada sabía entonces de Godard, Bresson o Cassavetes, y por eso quizá aquella historia causó en mí tanto impacto, por eso aún hoy recuerdo la sensación de estar ante algo nuevo, nunca visto, nunca contado de esa manera. Inquietante, sorprendente, arriesgado e hipnótico.
Un adolescente solitario, prestidigitador y ventrílocuo, las hermosas mujeres que lo rodean, saltar en paracaídas desde un avión, ladrones de guante blanco, unos diálogos llenos de romanticismo, enfermedades terribles, la imposibilidad de enfrentarse al destino, una carrera loca al ritmo de una canción de David Bowie, el amor y sus consecuencias, París, los trucos de magia o el cine mudo. Pequeñas pinceladas de una película pequeña y distinta.
Y también estaba la presencia de Hugo Pratt, el dibujante de Corto Maltese, haciendo de chófer, fíjate tú.
Dos veces más la he visto. Pero no quiero hablar de eso. En estas “películas de cine” solo hago referencia al momento concreto de aquella proyección, a las sensaciones de aquellas películas y aquellos cines. La vida, a fin de cuentas, es una acumulación constante de sensaciones.
Con eso debemos quedarnos, y es que no hay que hacer mala sangre, no echa cuentas.

viernes, 27 de marzo de 2009

Viaje a Malí III
























Ayer volví a hablar de Malí, ayer volví a recordar.
A fin de cuentas recordar es viajar por nuestra memoria -creo que ya lo dije- y esos vericuetos son sin duda de lo más apasionante.
Cuando recuerdas, el ayer vuelve a ti con una fuerza incontrolable, con sus olores, sus momentos, con toda su vida prendida en cada instante.
Recordar viajes es viajar, recordar lo vivido es volver a vivirlo de nuevo.
Lo recuerdos son presente, eso es indudable.
Y las fotografías, las imágenes, ¿qué son?, ¿pasado, presente, verdad, mentira?: pues mira, qué sé yo.

jueves, 26 de marzo de 2009

Historias de un coche de bomberos IV






Los caracoles, el mar que desaparece, las palmeras o la correspondencia son los territorios comunes por donde continúa viajando nuestro coche de bomberos en busca de un lugar donde estar, de un lugar donde quedarse…

miércoles, 25 de marzo de 2009

La escalera dibujada a lápiz cuya sombra se proyecta a rotulador



Hoy es un día raro y lo mejor es quedar a comer con un pirandello.
He llamado a mi amiga la escalera pero comunica.
La escalera dibujada a lápiz cuya sombra se proyecta a rotulador nunca coge el móvil. Ella vive en un paisaje desolado y anda mirando siempre hacia ningún sitio.
Está inclinada sin apoyarse en nada.
Es así de independiente. Ella es así.
Eternamente sorprendida por cómo a través de su grafito se proyecta la tinta de rotulador en el suelo (¿de dónde viene?, ¿por qué es así?, siempre se pregunta) pasa sus días sin mayor motivación.
No tiene amigos que vayan a visitarla, tan lejos que vive, así que el móvil es su único contacto con el mundo.
¿Por qué no lo coge? No lo sé, pero lo raro es que comunique. ¿Con quién estará hablando? Cómo saberlo.
Lo peor de todo es que si le mando un mensaje ni lo leerá, seguro. De todas formas hay que quererla como es, qué remedio.

Siempre que voy a visitarla me gusta subir los pocos peldaños de lápiz que definitivamente no llevan nunca a ningún sitio. Ella me dice, cuando llego arriba, que le dibuje un peldaño más, solo uno, pero cuando rebusco en mis bolsillos solo encuentro un lápiz del 2B y ella prefiere un portaminas del 0,5, qué quisquillosa.
A veces al irme me entran ganas de no volver a llamarla jamás, pero en el fondo, con todo lo insociable que es, me cae bien.
No sé, quizá sea por su sombra.
Así que vuelvo a teclear y a ver si ahora lo coge, venga, que hay hambre.

martes, 24 de marzo de 2009

De pensares y teneres



No me digas que no te conozco
porque te conozco.
Tienes, no lo niegues, un carnet en el que se adivinan tus años.
Tienes bolígrafos que no pintan.
Tienes roces en tu piel que la ducha no ha quitado.
Tienes, no me cabe duda, una uña ligeramente más larga
que la del dedo de al lado.
Tienes sed aunque no ahora,
tienes sueños en forma de pendiente que a lo mejor olvidaste esa mañana.
No me digas que no te conozco.
Te conozco.
Tienes un espejo y lo usas.
Tienes o has tenido,
frío, miedo, fiebre, hambre y angustia,
aunque no necesariamente las cinco al mismo tiempo,
ni en ese orden.
Tienes lluvia y no solo entre tus manos.
Tienes dinero, no sé cuánto.
Tienes bolígrafos que pintan, aunque no sepas dónde.
Te conozco.
Tienes suerte pero no la suficiente.
Tienes almas, más de una.
Tienes mucho y tienes poco, según dicte el despertar correspondiente,
y tienes
aunque de nada te sirva
un poema más,
éste, colgado a tu inabarcable y fugaz estela.




Pienso en ti con la cabeza,
pienso en ti con el esternón.
Pienso en ti en cada peldaño,
en cada zumo de albóndigas
en cada suspiro de fruta.
Pienso en ti,
aliño tus tomates, congelo tus impulsos.
Me lluevo en tus ojos, me pienso en tu blusa,
paseo con tu sonrisa describiendo parábolas.
Pienso en ti,
me sueño
y me doy un oscar.
Te susurro lindezas, miento a tus defectos,
bailo con el viento y discuto con el guarda.
Pienso en ti y me vuelvo olímpico.
Pienso en ti, sí,
a las diez menos veinte.
Pienso en ti, esto ya lo sabes,
con los ojos cerrados,
perdido en tus pupilas,
centrado en tu mirada.
Pienso en ti a la una, pienso en ti a las dos,
pienso en ti a las dos y un cuarto.
Pienso en ti siempre.
Pienso en ti, coño,
igual podías tú corresponderme un poco.




Sergio me pidió unos textos para un librito de poesías.
De pensares y teneres van estas dos cositas que con nada de pudor escribí hace poco.

lunes, 23 de marzo de 2009

El blanco es la luz de mis líneas negras


















Uno no tiene que pensar mientras dibuja. No es obligatorio. Así pasa el tiempo, los días van y vienen, y las líneas se dejan tocar y crear y salir.
Me gusta el grafito blando. Ese enmarañamiento de líneas con texturas da para disfrutar un buen rato. De ahí se sacan formas y figuras que van apareciendo y reivindicándose ante el papel.
No sé si las líneas existían antes de dibujarlas. No tengo muy claro la diferencia entre el lápiz y la goma. Al final el blanco le da la luz a mis líneas negras.
¿De dónde viene todo? Quién lo sabe.

domingo, 22 de marzo de 2009

Mañana empiezo IX







Vuelta a la normalidad, o eso parece.
Con un mayor cansancio del debido, esta vez, y sin que sirva de precedente, no empezaré mañana.
Empiezo hoy.

miércoles, 18 de marzo de 2009

martes, 17 de marzo de 2009

Viajes por Marruecos II













Qué mejor que antes de la vorágine nos demos un pequeño paseo por las tranquilas y ocres arenas del desierto del Sahara. Pasear a su lado y acercarte a ellas supone descubrir un mundo, el mundo, otro mundo.
Con ellas os dejo.
Hasta mañana...

lunes, 16 de marzo de 2009

La peor fotografía de la historia (introducción y II)



Esto que aquí veis es la cara de atrás de la peor fotografía de la historia.
Sí, es un calendario del 2004 (he omitido el nombre de la tienda, aunque dé pistas, no quiero problemas).
Y nos lleva inevitablemente a hacernos muchas preguntas, ya no solo sobre quién decide imprimir un calendario así (culpable, por supuesto), sino más importante si cabe: ¿Quién en su sano juicio DE TODO EL MUESTRARIO de fotografías disponibles en un catálogo escoge PRECISAMENTE ESA?
Creo que el miércoles optaré por poner la fotografía y abstenerme de hacer ningún comentario más.
Por cierto, que aunque no lo sepáis, una de las razones de colgar la foto el miércoles es que me voy de puente (para mí las vacaciones son sagradas) y así esta imagen quedará inevitable e inquietantemente abriendo mi blog por unos días…
Aunque no sé.
Ahora tengo dudas.
Es posible que creando demasiada expectación luego no se cumplan las expectativas. Si es así, pues qué le vamos a hacer.
Quedan sólo dos días para que os muestre la peor fotografía de la historia y mi cabeza sigue dando vueltas.
Otra cosa que he decidido es que esta historia no se va a quedar aquí. Habrá una serie (de hecho ya tiene su propia etiqueta) con lo peor de, y ya he decidido que será lo próximo: El peor anuncio de propaganda electoral de la historia. Y no os podéis hacer una idea...
O sea que no sólo no me freno en eso de crear expectativas sino que las redoblo.
Sí.
Así es.
Dos días: estad preparados.

Detrás de cortos de vista















Es cierto que casi para cualquier cosa que uno quiero hacer al final hay mucho trabajillo detrás.
Ideas que se desechan, bocetos que no valen, colores que no funcionan… Yo por preferir prefiero mostraros los trabajos ya terminados y como a mí me gustan, pero no está de más, en alguna ocasión, poder ver el proceso de cómo ese trabajo sale a la luz.
Como en realidad las ilustraciones que he ido haciendo para Cortos de Vista las podéis ver en su Web, no me importa para nada enseñaros algunos bocetillos, ideas y colores que se quedaron en el camino, o cómo empezaron siendo los que al final se utilizaron.
Mucho trabajillo detrás, sí, pero sin pasarse, ya sabéis.