Las fotografías son, qué duda cabe, formidables activadoras de sensaciones. Aunque propiamente no huelan, transmiten el recuerdo de los aromas. Puede que no se escuchen pero proyectan los sonidos, las voces, los ruidos.
Las imágenes activan esos resortes escondidos de nuestro cerebro que algunos llaman recuerdos.
A mi me ocurre cada vez que veo las fotografías de mis viajes. Pues eso, que viajo de nuevo. Y me meto en una calle, en una plaza, en un paisaje. Algo de esto me ocurre viendo alguna foto de las que ahora os muestro: me introduzco y buceo en el barrio musulmán de Xian, con todos sus sonidos, con todo su aroma y su bullicio. Me envuelvo en la tranquilidad de un paseo alrededor del lago de Hangzou. Se me adhiere a la piel la insoportable humedad de la fascinante ciudad de Shangai.
Sí, es lo que tiene. Viajo de nuevo.
Y no vuelo, jo, pero casi.