Hoy es un día raro y lo mejor es quedar a comer con un pirandello.
He llamado a mi amiga la escalera pero comunica.
La escalera dibujada a lápiz cuya sombra se proyecta a rotulador nunca coge el móvil. Ella vive en un paisaje desolado y anda mirando siempre hacia ningún sitio.
Está inclinada sin apoyarse en nada.
Es así de independiente. Ella es así.
Eternamente sorprendida por cómo a través de su grafito se proyecta la tinta de rotulador en el suelo (¿de dónde viene?, ¿por qué es así?, siempre se pregunta) pasa sus días sin mayor motivación.
No tiene amigos que vayan a visitarla, tan lejos que vive, así que el móvil es su único contacto con el mundo.
¿Por qué no lo coge? No lo sé, pero lo raro es que comunique. ¿Con quién estará hablando? Cómo saberlo.
Lo peor de todo es que si le mando un mensaje ni lo leerá, seguro. De todas formas hay que quererla como es, qué remedio.
He llamado a mi amiga la escalera pero comunica.
La escalera dibujada a lápiz cuya sombra se proyecta a rotulador nunca coge el móvil. Ella vive en un paisaje desolado y anda mirando siempre hacia ningún sitio.
Está inclinada sin apoyarse en nada.
Es así de independiente. Ella es así.
Eternamente sorprendida por cómo a través de su grafito se proyecta la tinta de rotulador en el suelo (¿de dónde viene?, ¿por qué es así?, siempre se pregunta) pasa sus días sin mayor motivación.
No tiene amigos que vayan a visitarla, tan lejos que vive, así que el móvil es su único contacto con el mundo.
¿Por qué no lo coge? No lo sé, pero lo raro es que comunique. ¿Con quién estará hablando? Cómo saberlo.
Lo peor de todo es que si le mando un mensaje ni lo leerá, seguro. De todas formas hay que quererla como es, qué remedio.
Siempre que voy a visitarla me gusta subir los pocos peldaños de lápiz que definitivamente no llevan nunca a ningún sitio. Ella me dice, cuando llego arriba, que le dibuje un peldaño más, solo uno, pero cuando rebusco en mis bolsillos solo encuentro un lápiz del 2B y ella prefiere un portaminas del 0,5, qué quisquillosa.
A veces al irme me entran ganas de no volver a llamarla jamás, pero en el fondo, con todo lo insociable que es, me cae bien.
No sé, quizá sea por su sombra.
Así que vuelvo a teclear y a ver si ahora lo coge, venga, que hay hambre.