martes, 24 de marzo de 2009
De pensares y teneres
No me digas que no te conozco
porque te conozco.
Tienes, no lo niegues, un carnet en el que se adivinan tus años.
Tienes bolígrafos que no pintan.
Tienes roces en tu piel que la ducha no ha quitado.
Tienes, no me cabe duda, una uña ligeramente más larga
que la del dedo de al lado.
Tienes sed aunque no ahora,
tienes sueños en forma de pendiente que a lo mejor olvidaste esa mañana.
No me digas que no te conozco.
Te conozco.
Tienes un espejo y lo usas.
Tienes o has tenido,
frío, miedo, fiebre, hambre y angustia,
aunque no necesariamente las cinco al mismo tiempo,
ni en ese orden.
Tienes lluvia y no solo entre tus manos.
Tienes dinero, no sé cuánto.
Tienes bolígrafos que pintan, aunque no sepas dónde.
Te conozco.
Tienes suerte pero no la suficiente.
Tienes almas, más de una.
Tienes mucho y tienes poco, según dicte el despertar correspondiente,
y tienes
aunque de nada te sirva
un poema más,
éste, colgado a tu inabarcable y fugaz estela.
Pienso en ti con la cabeza,
pienso en ti con el esternón.
Pienso en ti en cada peldaño,
en cada zumo de albóndigas
en cada suspiro de fruta.
Pienso en ti,
aliño tus tomates, congelo tus impulsos.
Me lluevo en tus ojos, me pienso en tu blusa,
paseo con tu sonrisa describiendo parábolas.
Pienso en ti,
me sueño
y me doy un oscar.
Te susurro lindezas, miento a tus defectos,
bailo con el viento y discuto con el guarda.
Pienso en ti y me vuelvo olímpico.
Pienso en ti, sí,
a las diez menos veinte.
Pienso en ti, esto ya lo sabes,
con los ojos cerrados,
perdido en tus pupilas,
centrado en tu mirada.
Pienso en ti a la una, pienso en ti a las dos,
pienso en ti a las dos y un cuarto.
Pienso en ti siempre.
Pienso en ti, coño,
igual podías tú corresponderme un poco.
Sergio me pidió unos textos para un librito de poesías.
De pensares y teneres van estas dos cositas que con nada de pudor escribí hace poco.