sábado, 28 de febrero de 2009

Los Ciclos de la Escuela

A lo largo de los últimos años he ido haciendo algún que otro audiovisual, sobre todo para la Escuela de Arte.
Que disfrute mucho más con mis cortometrajes no significa que no me lo pase bien con estas pequeñas piezas. En éste caso quise hacer un pequeño recorrido visual por los distintos Ciclos Formativos que se dan en la Escuela.
El audiovisual está construido a partir de fotografías puestas en continuidad.

Lo más laborioso fue ir retocando una a una varias series de fotos para darle una textura más “pictórica” a la imagen. De hecho esta manera de proceder me sirvió para un cortometraje que haría con posterioridad y que todavía no he mostrado aquí, llamado “Historias lineales”.
Agradecer a Joaquín Pérez que me ayudó con las fotos de bachillerato, y espero que disfrutéis del paseo por la Escuela de Arte “Miguel Marmolejo” de Melilla, de su patio de naranjos, de su espacio y sus gentes, sobre todo para aquellos que nunca habéis estado.

Aunque sea donde uno trabaja no está de más reconocerlo: el sitio es bonito.

viernes, 27 de febrero de 2009

Historias del otro lado III



De gracias y regalos trata esta pequeñita historia.
Ser agradecido es buena cosa y nunca está de más. Ya sea en historias que suceden del otro lado o en ésta misma orilla. Tampoco está de más mezclar el agradecimiento con unas buenas dosis de inconformismo.
Y tirar para adelante.

jueves, 26 de febrero de 2009

Que del negro bailen pues las líneas blancas















Dibujar es muchas cosas al mismo tiempo.
Es bailar, es mirarte. Es coquetería e introspección.
También es locura, vanidad y arte.
Puede ser constancia o habilidad, destreza, emoción, alegría, sorpresa…qué se yo.
Dibujar es muchas cosas al mismo tiempo. Y todas me acompañan.
No digo que sea mejor que leer o que pasear. En todo caso digo que, línea a línea, el dibujo es mi paseo, mi mejor libro.
Y que del negro bailen pues las líneas blancas.

miércoles, 25 de febrero de 2009

De bomberos IV



Me encontré una tortuga de cuatro colores. Andaba lenta a dos o tres patas, muy chula ella. Pensé en echarle agua como en un incendio, pero al mirarla me guiñó un ojo. Caminé un rato más a su lado hasta que ella dobló y nuestros caminos, sus patas y mis días se separaron.
Yo fui feliz, y cómo quería preguntarle.

lunes, 23 de febrero de 2009

Pájaros prohibidos



Siempre me gustó este conocidísimo texto de Eduardo Galeano, titulado "Pájaros Prohibidos" y recogido en la tercera parte de su trilogía "Memoria del fuego".
Así por qué no ilustrarlo haciendo un dibujito de un árbol.
El texto dice así:

"Los presos políticos uruguayos no pueden hablar sin permiso, silbar, sonreír, cantar, caminar rápido ni saludar a otro preso. Tampoco pueden dibujar ni recibir dibujos de mujeres embarazadas, parejas, mariposas, estrellas ni pájaros.
Didaskó Pérez, maestro de escuela, torturado y preso por tener ideas ideológicas, recibe un domingo la visita de su hija Milay, de cinco años. La hija le trae un dibujo de pájaros. Los censores se lo rompen a la entrada de la cárcel.
Al domingo siguiente, Milay le trae un dibujo de árboles. Los árboles no están prohibidos, y el dibujo pasa. Didaskó le elogia la obra y le pregunta por los circulitos de colores que aparecen en las copas de los árboles, muchos pequeños círculos entre las ramas:

- ¿Son naranjas? ¿Qué frutas son?
La niña lo hace callar.
- Sshhhh
Y en secreto le explica
- Bobo. ¿No ves que son ojos? Los ojos de los pájaros que te traje a escondidas."

domingo, 22 de febrero de 2009

Mañana empiezo V







Hoy el sol ha iluminado mis horas.
No había muchas ganas de nada, la verdad. Pero mañana sí.
Mañana empiezo.

sábado, 21 de febrero de 2009

Viaje a Cuba I


















Viajé a Cuba en el 2006.
Solo pude estar ocho días, todos en La Habana. Y no es que me arrepienta, claro, pero fue, definitivamente, muy poco tiempo.
Tengo ganas de volver (eso no es una novedad, me pasa siempre) aunque de momento vaya sumando sitios que todavía no conozco.
Lo que es cierto (se dice siempre, pero es así) es que –para bien o para mal- hay que ir ahora, hay que conocer esa realidad tal y como es, con sus contradicciones, sus injusticias, su alegría, sus ganas de cambio, sus necesidades (muchas), su ingenio, su gente, su agotamiento, su dignidad, su música, su encanto, su nobleza, sus paisajes o su vitalidad.
Un lugar con el que compartimos muchas cosas, un espejo extraño de nosotros mismos.
Si viajar es conocer y conocerse, Cuba es -y para un español más- un destino ineludible.

viernes, 20 de febrero de 2009

Historias Cuadradas (Prólogo I)

Lo digo así porque no encuentro mejor manera: con “Historias Cuadradas” quise hacer un corto infinito. Mejor dicho, quise hacer un corto que no acabase nunca, que no es lo mismo pero casi.
La idea era, como casi siempre, hacer un cortometraje con varias pequeñas historias. Como podía ir añadiendo y añadiendo realmente dicho corto no tenía por qué acabar (no tiene por qué acabar) y cada cierto tiempo habrá un nuevo recopilatorio.
Era y es como un saco sin fondo donde ir echando las historietillas que se me van ocurriendo.
Y aquí las voy dejando.
Estructuradas como tal he hecho dos recopilatorios, aunque para mostrarlos aquí he vuelto a realizar montajes de menor duración.
La idea de por qué eran historias cuadradas ya lo explico (las quería hacer redondas, pero no hubo manera, jo) y tiene que ver también con el recuadro de las viñetas y el movimiento de cámara de todas las historias que se incluyen.
Juanma volvió a componer la música.
Para estrenarlo hoy he cogido la parte del prólogo y la primera de las historias, que tiene como protagonista al señor lápiz, personaje que irá saliendo en alguna más (junto al caracol bombero es el verdadero catalizador de estas cuadraturas, santo y seña).
No sé si haré cuatro, dieciséis o treinta y dos recopilaciones. Sé que no serán infinitas, mal que me pese, aunque prometo intentarlo.

Y que os guste, claro.

jueves, 19 de febrero de 2009

Historias de un coche de bomberos I








Las historias de este coche de bomberos fueron surgiendo poco a poco, sin más, sin pensarlas mucho.
Imaginar a un coche de bomberos flotando sobre el mar me hacía mucha gracia, y pensaba que allí había una historia.
Sigue la estética y el escenario de las tiras cómicas animadas que ya empecé a mostrar en “El coche a vapor”, y de hecho bien podrían valer como guiones de otra pequeña serie de cortos.
La soledad y la estupidez, junto con cierta dosis de ingenuidad y ternura irán acompañando a este coche en sus aventurillas por el mar.
Escribí doce historietas que os iré enseñando de dos en dos.
Sé que mucha gente confundió en su momento al coche a vapor con un enchufe y a este coche de bomberos con una lavadora (se me escapa por qué, pero es así).
Quizá por eso todo se estaba preparando entonces para la llegada del único, del inimitable, del original e inconfundible caracol bombero…

miércoles, 18 de febrero de 2009

Líneas que sacuden














El dibujo no pierde, pese al paso del tiempo, su carácter fascinante.
Partiendo del propio lápiz (tan chiquitito, tan aparentemente frágil, pero tan desbordante de fuerza y poderío) hasta las más modernas herramientas digitales, nos están ofreciendo un maravilloso medio de comunicación que nos permite disfrutar de un trazo, de una forma, de una textura, de un universo por explorar.
El dibujo sugiere, remarca, cuenta, ahonda, subraya, muestra, imagina, acompaña, potencia, enmascara, vive, engatusa, repele, atrapa, sumerge o ensueña. Se proyecta desde la mano al cerebro (un recorrido interesante: cerebro-mano-cerebro) para explotar o apagarse, para expandirse o contraerse, para sorprendernos, dejarnos indiferentes o apasionarnos.
Sea o no nuestro.
Simplemente porque una línea, a veces, nos sacude la desazón, bienvenida sea.

martes, 17 de febrero de 2009

La puerta tras la puerta



Mercedes, pirandella de pro, fue puerta de congelador de un frigorífico de los años 80.
Soy la guardiana de tu corazón” le decía a aquel electrodoméstico en sus primeros días de funcionamiento.
Pero no pudo ser.
Tuvo una corta vida, la pobre. Nunca se acostumbró a eso de tener que estar dentro de la propia nevera.
Para cuando decidieron quitarla ya había sufrido 3.548 resfriados y cientos de gripes.
Hasta el material del que estaba hecha -un plasticote vulgar- y aquel indefinible color que se suponía era el suyo la entristecían sobremanera, llenándola de una desazón que no se pudo curar a base de estornudos.
Lo primero que se le rompió fue el cierre. Tuvo que soportar el descrédito y la deshonra que suponía la colocación como apósito de un cutrecillo alambre para contener los icebergs surgidos de un congelador tan chico. Los hielos se desbordaban y ella era incapaz de parar semejante helada. A veces miraba de reojo al interior del congelador y se extrañaba que algo pudiese caber allí dentro.
No entendía nada.
¡Cómo era posible que las neveras, tan bonitas por fuera, fuesen irremediablemente inútiles por dentro!
Tuvo pegado a su ser todo tipo de olores. Recordará siempre el del café, el de los limones, el de las noches de adobo.
Para cuando los dueños del frigorífico se dieron cuenta de lo inútil de su presencia habían pasado ya la –friolera- de seis años. Lo que no logró comprender es por qué no la tiraron directamente a la basura, y se empeñaron en depositarla sin la menor dignidad encima del propio electrodoméstico. Arrumbada. Herida. Sin cierre y con aquel alambre todavía colgando...
Recordaría con horror hasta sus últimos días los absurdos intentos a los que la sometió el hijo menor de aquella familia: cada equis meses, sin venir a cuento, intentaba en vano encajarla en la ya descomunal amalgama de hielo desbordado en que se había convertido su antiguo hogar. Era desesperante. Horrible.
Así que normal fue que acogiese con alegría (aunque también con una pizca de nostalgia y envidia) la llegada del “dos puertas”, de la nueva nevera con congelador separado, cuando de refilón vio cómo los encargados de la tienda lo desembalaban en el pasillo.
Ansiosa estuvo entonces con encontrarse frente a frente a lo que tanto tiempo había estado esperando, a lo que ella consideraba su segundo nacimiento, a una verdadera reencarnación: La basura. El contenedor amarillo. El reciclaje.

lunes, 16 de febrero de 2009

La luz de mi persiana






















Que la fotografía es, etimológicamente, escribir con luz, se da el primer día de clase. Todo lo demás (ese mundo amplio e inescrutable) es desarrollo de lo mismo.
Quizá por eso me decidí un día a fotografiar mi persiana. Para volver de nuevo al dibujo, pero esta vez con una cámara fotográfica.
El movimiento, la composición, la descontextualización, la sugerencia y la recreación de un mundo extraño e irreal iban en éste trabajo igualmente de la mano.
Es cierto que me siento más “cómodo” haciendo este tipo de fotografías que las de viajes (el maldito pudor), aunque ambas me fascinen, pero vuelvo a repetir que al fin y al cabo no son sino formas de expresar, de contar, de entretenerse, de que el tiempo pase.
Me encerré una mañana en mi habitación a oscuras con solo un trozo de persiana semiabierta. Movía la cámara, me movía yo, nos movíamos conjuntamente. Fotografiando, dibujando, bailando.
Son, qué duda cabe, fruto de esa gran ventaja que nos ha dado el digital, la de poder disparar y disparar y disparar y luego editar sin miedo a los costes.
Son rastro de un instante, de no saber qué hay al otro lado. Y son, a qué negarlo, fruto una vez más del tiempo detenido.

domingo, 15 de febrero de 2009

Mañana empiezo IV






Los domingos tienen algo a la vez de día eterno y de no día.
Sé que nunca nadie sabrá bien decirme por qué el té de los domingos sabe más rico que cualquier té de cualquier otro día. No merece la pena dejar familia y amigos e ir a los Alpes en busca de esta respuesta. ¿El té está rico, no? Pues déjalo estar.
Es verdad, todos sabemos que inevitablemente el día siguiente a un domingo es un lunes (“viene un lunes otra vez” o “I don´t like Mondays”, la vida es una canción) pero no es menos cierto que la semana entera por delante siempre arrastra alguna que otra buena expectativa.
Se me acaba de ocurrir. Cuando ya no me queden ideas para la tira de “Mañana empiezo” empezaré otra, muchísimo mejor. Se llamará “Pasado mañana empiezo”. Y que salga el sol por donde salga.

sábado, 14 de febrero de 2009

De bomberos III



"Si fuese por ganas de hablar lo escribiría en silencio".
Todo aquí se mueve sin sonido. Todo se desliza y sin querer la música sube.
Dibujo, lento, absorto. Un día sí, otro menos. No me paro a pensar, no quiero. La muñeca baila y ni me escucho entre las líneas.
Cierro los ojos y veo bomberos. Con sus botones dorados, con su mucho negro indescifrable. Dibujo líneas que me llevan, que me atrapan y me sueltan. Dibujo para estar allí y de allí me muevo.
“Una estrella, veinte llaves”.
Las líneas me confunden, el silencio me rodea.
Vuelvo al blanco sin saber…escribo una peonza, dibujo el adjetivo, me meto en la cama, grito en silencio.
"Si fuese por ganas de hablar lo escribiría en silencio".
Los bomberos ríen, lejos, se escuchan.
Y yo sueño, no hay otra.

Historias no contadas

Historias no contadas responde fielmente a lo que su título propone. Y es a su vez reflejo de lo que ocurrió al hacerla.
Febrero de 2004, hace justo cinco años. Recién llegado a Melilla, leo en Internet que se convoca en Granada un concurso de cortos. El plazo termina en 14 días y yo no tengo ninguno que poder presentar. “Si tuviese uno lo mandaría” es lo primero que pienso, y después me digo “¿y por qué no…?”.

Así que como no tengo tiempo para hacer un corto decido hacer un corto que trate de uno que quiere hacer un corto pero que no tiene tiempo para hacerlo. ¿Me explico?

De ahí el título (que si lo pienso, es un poco “pirandello”). Se trata de contar las historias que si tuviese tiempo haría, lo que acaba por convertir a esas historias en contadas y no contadas al mismo tiempo.
Yo acabé mi trabajo en diez días y a Juanma solo le quedaron tres para componer la música, lo que todavía da más mérito a su trabajo. Fue muy muy divertido hacerlo, aunque las limitaciones y una excesiva poca vergüenza resulten ahora demasiado evidentes.
En Granada no nos premiaron, se pueden imaginar, pero todo hay que decirlo.
Este cortometraje estaba ya colgado en la red gracias a Ricardo, que con su blog Nerjapop no deja de promocionar a la gente que en Nerja hace cosas, ya sea música, plástica o audiovisual. En parte gracias a sus ánimos y consejos pude empezar esta aventura. Justo es reconocerlo.
El corto participó igualmente en la segunda edición de “Cortos de Vista” esa aventura de mostrar los trabajos audiovisuales que se hacen en Nerja, en la que algunos estamos involucrados. Una muestra que no para (yo me entiendo).
Es verdad, no puedo negarlo. Ahora tengo bastante más tiempo que aquellos catorce días de entonces, aunque nunca me dé lo bastante y me queje, y quiera más horas en el día. Pero las próximas historias las contaré. Con movimientos de cámara, con flash-back, con narración y con diálogos.

Poco a poco. Lo prometo.

viernes, 13 de febrero de 2009

Las dos cosas a la vez


















Para dibujar no solo hay que tener ganas. Eso es cierto. También hay que tener tiempo. Aunque para comerle el tiempo –por ejemplo- a la noche lo único que al final vence son las ganas.
A mi me suele ocurrir una cosa muy graciosa: antes de dormir me pongo a dibujar. Por costumbre, por ganas, por pereza, por lo que sea. Tengo sueño, pero me dejo llevar por el juego con las líneas antes de que los ojos caigan. Y voy dibujando, y busco allá esos colores, y esto hay que arreglarlo y me ha gustado y hago otro, y uno último y me voy a la cama…y lo que termina ocurriendo no es ya que me den las tantas (que no me importa), es que he conseguido lo que no debía: despertar a mi cerebro. Ya puede estar tu cuerpo lo cansado que quiera, que si la mente está activa, las neuronas (muchas, pocas, qué se yo) se agarran al no sueño y te mantienen despierto.
Alguna vez me ha pasado de irme a dormir a las cuatro de la mañana después de una vorágine dibujadora, y tener que levantarme media hora después porque la cabeza no paraba, no se conformaba, no me dejaba otra. Esto resulta mucho más divertido contarlo que vivirlo, pero bueno.
Últimamente el divx me ha robado muchas horas de dibujo (y también de sueño), pero como el verde musgo en mi terraza, siempre aparecen los momentos para trazar, con ganas y con tiempo, dibujitos aquí y allá.

De bomberos II



"Busco una respuesta y no la encuentro. Cierro los ojos, los abro, no, no hay manera.
Mis pies van chocando poco a poco con los coches de bomberos que inundan mi casa. Qué desorden.
Ellos dan vueltas a mi alrededor, dicen cosas tan bajito que apenas escucho nada. Y es entonces cuando pego la cabeza al suelo y los miro de reojo. Es en ese momento cuando por azar escucho, cuando oigo cómo los vecinos de abajo hacen el amor con la intensidad de lo desconocido".

jueves, 12 de febrero de 2009

Los cajones de la memoria













Estos dibujos, estas caricaturas, sí que estaban en un cajón. Y en el fondo, además. Rebuscando por ahí me he sorprendido a mí mismo al encontrarlas, al ser consciente de haber dibujado aquellas líneas.
Hubo una época en la que dibujaba de todo: mapas, serpientes, bolígrafos, aviones, dinosaurios, pianistas y también caricaturas.
Me hace gracia mirarlas ahora. El tiempo pasa (también para los caricaturizados, qué duda cabe) y no es lo que más me pueda llamar la atención ahora, eso de dibujar políticos. Prefiero gastar mi tiempo en otras cosas. Y es que del líder de la oposición a un caracol bombero media un trecho, efectivamente.
Si algo salvo sobre todo –y estos dibujos me gustan, que conste- es esa manía tan mía de llevarlos a mi estilo, a mi manera de ver y dibujar. Estas caricaturas son mías y me veo en ellas, en sus trazos, aunque ahora mis líneas vayan por otro camino.
No me veo haciendo caricaturas a los políticos de hoy, ni tampoco a amigos (bueno, Ricardo, si se me pide educadamente sí, ya lo sabes).
Para bien o para mal, prefiero pararme sobre un lápiz con bigote, que intenta enseñarle a su hijo (torpemente, a su manera) las cosas buenas de la vida.
Todo se ha vuelto más sencillo, y procuro dibujar casi exclusivamente por placer.
Cruzo los dedos. Que dure.

miércoles, 11 de febrero de 2009

La mano que destrozó mi corazón



Dibujar, escribir, ese eterno dilema…
Dibujar historietas está muy bien, porque escribes y dibujas todo en uno. Y además no hace falta pensar.
Durante un tiempo, esto es así, la mayoría de las historias que dibujaba las realizaba siempre con el mismo procedimiento: empezaba a dibujar, a escribir, viñeta a viñeta, sin saber realmente en qué podía acabar la cosa hasta que, casi por arte de magia, era la propia historia la que encontraba su final, su sentido, y tú lo único que hacías era estar ahí para capturarlo.
Aún hoy la mayoría de las cosas que hago las empiezo sin saber muy bien en qué acabará la cosa. Ni ganas. Así es.
Esta historieta es de hace tiempo, pero siempre me gustó. Por un lado debido a la propia historia, con ese punto de ternura y de realidad, pero también porque me permitía la posibilidad de “jugar” con el espacio, con la distribución de los dibujos, el texto y demás. Hay alguna más de aquella época que aún guardo en un cajón. Quizá muchas resultaron demasiado “difíciles” de leer, pero me gustan igualmente.
Las que hago últimamente (esas “Historias del otro lado” que os he ido enseñando) son más clásicas, con encuadres más cerraditos.
A ver si me obligo, y con éste “método” sigo escribiendo y dibujando, os sigo contando cosas. De eso se trata, ya os digo.
Dibujar, escribir, qué más da…lo importante es perder el tiempo y disfrutar con ello.