viernes, 6 de febrero de 2009

De noches no tan negras


















Más dibujos en esta noche negra, pero llenos de colores.

Es fácil perderse en mil pensamientos mientras uno dibuja, pero mucho más fácil, y lo que generalmente ocurre, es que no piensas en nada.
En nada.
La mente, mucho más en blanco que el papel, se deja llevar por el ritmo impredecible de las líneas.
Una de las cosas que suele sucederme, que no deja de sorprenderme y que me encanta es descubrir en el dibujo recién hecho algo que no es mío. Que no lo he hecho yo.
Por mucho que uno tenga un estilo más o menos reconocible es algo que sucede, una paradoja: ¿quién ha hecho esto que acabo de hacer? Es un misterio. Y es divertido, claro, si no le das muchas más vueltas.
Algo de eso hay cuando abres un cajón olvidado por meses, te encuentras con un dibujo tuyo y te extrañas que tú (pobrecito, tan limitado) hayas realizado una cosa tan francamente chula.
Esa sorpresa, ese descubrimiento, es maravilloso.
Como si el tiempo nos separase de nuestra propia obra. Como si nuestra mente en blanco (parezco yo “Héroes” ahora) no nos perteneciera realmente. Quizá el dibujo (el dibujo en la noche negra) sea un sueño. ¿O lo es el resto?
Nada importa si hay tiempo para uno último, un último dibujo de dejarse llevar, antes de acostarse.
Buenas noches pues.