viernes, 13 de febrero de 2009

Las dos cosas a la vez


















Para dibujar no solo hay que tener ganas. Eso es cierto. También hay que tener tiempo. Aunque para comerle el tiempo –por ejemplo- a la noche lo único que al final vence son las ganas.
A mi me suele ocurrir una cosa muy graciosa: antes de dormir me pongo a dibujar. Por costumbre, por ganas, por pereza, por lo que sea. Tengo sueño, pero me dejo llevar por el juego con las líneas antes de que los ojos caigan. Y voy dibujando, y busco allá esos colores, y esto hay que arreglarlo y me ha gustado y hago otro, y uno último y me voy a la cama…y lo que termina ocurriendo no es ya que me den las tantas (que no me importa), es que he conseguido lo que no debía: despertar a mi cerebro. Ya puede estar tu cuerpo lo cansado que quiera, que si la mente está activa, las neuronas (muchas, pocas, qué se yo) se agarran al no sueño y te mantienen despierto.
Alguna vez me ha pasado de irme a dormir a las cuatro de la mañana después de una vorágine dibujadora, y tener que levantarme media hora después porque la cabeza no paraba, no se conformaba, no me dejaba otra. Esto resulta mucho más divertido contarlo que vivirlo, pero bueno.
Últimamente el divx me ha robado muchas horas de dibujo (y también de sueño), pero como el verde musgo en mi terraza, siempre aparecen los momentos para trazar, con ganas y con tiempo, dibujitos aquí y allá.