lunes, 9 de febrero de 2009

Viaje a Malí II















De vuelta con Malí. Al menos a través de la memoria.
Es curioso cómo funcionan las cosas. Hay países o lugares que permanecen escondidos u olvidados en tu cabeza, en tus pensamientos, pero, ay amigo, si se te ocurre viajar y conocerlos de repente aparecen en telediarios, revistas, reportajes y te persiguen, sobre todo después, como si no quisiesen desprenderse de tus recuerdos.
Al menos a mí me pasa.
Y digo esto porque hoy hablaba con una amiga que en menos de veinte días viajará a Malí para trabajar un año como cooperante.
Y claro.
Te invade la sana envidia, el rastro de las estancia pasada, las ganas de volver, el eco de sus paisajes, esa maravillosa manía selectiva de sólo recordar lo bueno...
Y sí, ahí estaba Malí de nuevo esta mañana, golpeándome como me golpeaba este verano, recibiéndome, fascinándome, irritándome a veces y casi siempre sobrecogiéndome. Y ahí estaba ese mundo africano que tan bien refleja Kapuscinski: inabordable y fascinante, hetereogéneo y mágico. El olor de la tierra mojada por la lluvia, los atardeceres del Níger.
Ay.
Suerte, Ana, y disfruta.