jueves, 12 de febrero de 2009

Los cajones de la memoria













Estos dibujos, estas caricaturas, sí que estaban en un cajón. Y en el fondo, además. Rebuscando por ahí me he sorprendido a mí mismo al encontrarlas, al ser consciente de haber dibujado aquellas líneas.
Hubo una época en la que dibujaba de todo: mapas, serpientes, bolígrafos, aviones, dinosaurios, pianistas y también caricaturas.
Me hace gracia mirarlas ahora. El tiempo pasa (también para los caricaturizados, qué duda cabe) y no es lo que más me pueda llamar la atención ahora, eso de dibujar políticos. Prefiero gastar mi tiempo en otras cosas. Y es que del líder de la oposición a un caracol bombero media un trecho, efectivamente.
Si algo salvo sobre todo –y estos dibujos me gustan, que conste- es esa manía tan mía de llevarlos a mi estilo, a mi manera de ver y dibujar. Estas caricaturas son mías y me veo en ellas, en sus trazos, aunque ahora mis líneas vayan por otro camino.
No me veo haciendo caricaturas a los políticos de hoy, ni tampoco a amigos (bueno, Ricardo, si se me pide educadamente sí, ya lo sabes).
Para bien o para mal, prefiero pararme sobre un lápiz con bigote, que intenta enseñarle a su hijo (torpemente, a su manera) las cosas buenas de la vida.
Todo se ha vuelto más sencillo, y procuro dibujar casi exclusivamente por placer.
Cruzo los dedos. Que dure.