Los domingos tienen algo a la vez de día eterno y de no día.
Sé que nunca nadie sabrá bien decirme por qué el té de los domingos sabe más rico que cualquier té de cualquier otro día. No merece la pena dejar familia y amigos e ir a los Alpes en busca de esta respuesta. ¿El té está rico, no? Pues déjalo estar.
Es verdad, todos sabemos que inevitablemente el día siguiente a un domingo es un lunes (“viene un lunes otra vez” o “I don´t like Mondays”, la vida es una canción) pero no es menos cierto que la semana entera por delante siempre arrastra alguna que otra buena expectativa.
Se me acaba de ocurrir. Cuando ya no me queden ideas para la tira de “Mañana empiezo” empezaré otra, muchísimo mejor. Se llamará “Pasado mañana empiezo”. Y que salga el sol por donde salga.
Sé que nunca nadie sabrá bien decirme por qué el té de los domingos sabe más rico que cualquier té de cualquier otro día. No merece la pena dejar familia y amigos e ir a los Alpes en busca de esta respuesta. ¿El té está rico, no? Pues déjalo estar.
Es verdad, todos sabemos que inevitablemente el día siguiente a un domingo es un lunes (“viene un lunes otra vez” o “I don´t like Mondays”, la vida es una canción) pero no es menos cierto que la semana entera por delante siempre arrastra alguna que otra buena expectativa.
Se me acaba de ocurrir. Cuando ya no me queden ideas para la tira de “Mañana empiezo” empezaré otra, muchísimo mejor. Se llamará “Pasado mañana empiezo”. Y que salga el sol por donde salga.