No he podido darte nunca lo que tú necesitabas.
Querías la palabra y el viento,
querías miel envejecida de años.
Querías milhojas y ventura,
acacias, estrellas y aureolas.
Querías ser feliz en cinco minutos eternos,
querías tocar el mar sólo con tu codo.
Querías pan de jengibre empapado de azúcar
en las noches desarboladas de espuma.
Querías el vino del olvido,
una tarde perdida,
el cielo envuelto en papel calabaza.
No he podido darte nunca lo que tú necesitabas.
Cómo podía
si siempre ibas
un paso por delante,
y todo lo que querías,
mientras yo te lo buscaba,
impasible tú,
ya lo habías devorado.