miércoles, 30 de diciembre de 2009

Pájaros XXII









Me gustaban sí, cuando era chico, los western de largo alcance, las épicas películas del oeste que echaban por la tele las tardes de los fines de semana.

Y de esa manera siempre quise ser el shérif de Nerja, el Gary Cooper del Campo de los Cangrejos o de la Maquinilla.
No había enfrentamiento de pistolas y sí juegos de pelota, pero de todas formas todo era entonces como un duelo al sol chutando entre dos piedras.
Eran otros tiempos...

Los pájaros sin embargo recuerdan más aquellos tiempos de los primeros atardeceres en la playa, de aquellas primeras pérdidas y desilusiones.
Rememoran los anhelos, la curiosidad y los sueños que se proyectaban en la noche.

Y así estas historias recuerdan no sólo las estrellas que se convierten en ley y orden, sino los besos de arena, las vueltas esperadas, los picotazos que duelen más que las bofetadas.

Mientras regresan y me acompañan, yo no puedo dejar de acordarme de aquella pelota en Los Cangrejos, que iba qué duda cabe más rápida que las balas.

Y no hay manera de esquivar los recuerdos...