miércoles, 16 de diciembre de 2009

De bomberos XVIII



Llega el frío y los bomberos no saben qué hacer.
Se sienten inútiles de garrafón y tedio.
Así que les da por suspenderse en el aire, ellos que pueden.

Estando en el aire, los bomberos no conocen ni a su prima.
Les da por cambiar de siglo con la misma indulgencia con que pagan un recibo, y se apuntan a la cena de navidad sin ganas pero con sus secretas inventivas, cosidas por dentro en el forro de los bolsillos de esa chaqueta primorosa.

Cuando se trata de cantar fun fun fun los bomberos no tiene el arte suficiente, pero se dejarían arrastrar sin duda por la nieve en un trineo de plástico barato, sin importarles para nada los cardenales del mañana.

Estando en el aire los bomberos disfrutan del frío en los pies como quien se come una sopa antes de meterse entre dos sábanas.
Flotando en el aire mantienen sus sueños a veinte grados, y eso les da para poder repasarlos mañana, no se les vaya a haber escapado algo importante.

Llega el frío y está claro que los bomberos no saben qué hacer.
Malandrines bien avenidos como acostumbran, se dedicarán el invierno entero a encender oscuras pasiones que habrá que apagar, convenientemente, al llegar la primavera.

Vaya chasco, sí.