El río de la vida, o la vida alrededor del río.
Casas, mercados flotantes, barcas, turistas, comercios, ferrys, escuelas, encuentros, negocios...todo transcurre y se encuentra alrededor de esta maravilla de la naturaleza que se bifurca y se ramifica en un laberinto de vegetación y agua.
Y es este Delta el que marca precisamente el ritmo de la vida y los quehaceres cotidianos de su gente.
La lluvia, las olas o las crecidas determinan cuestiones tan triviales como la compra o visitar a un vecino.
La humedad y las tormentas pueden impedir un viaje o un encuentro.
Y sin embargo el oriundo se adapta y lo acepta, viendo como las palmeras y el musgo acaban siempre por vencerle en la batalla.
Uno no puede olvidarse, cuando se adentra en su corazón de selva desbordada, de aquel iniciático viaje en busca del coronel Kurtz, aún ya sabiendo que ese Apocalipsis en realidad se rodó en Filipinas.
Hay quietud y sonrisas mezcladas con gotas de lluvia y asombro. Hay esquinas de las que brotan niños y orillas pobladas de rama y sorpresas.
El calor todo lo envuelve pero no por ello es menos hermoso.
Un rincón como tantos del mundo, tan lleno de vida.
El río de la vida, o la vida alrededor del río.
El Delta del Mekong.