La mayoría de las cosas que hago, las hago sin saber.
Eso es así.
Pero cuidado, no todas.
Cuando te acostumbras a estar todo el tiempo haciendo cosas, muchas de ellas -digamos que la mayoría- surgen porque sí, surgen sin saber muy bien por qué, pero hay otras (no son muchas pero ahí están) que las realizas escrupulosamente tal y como las tienes en la cabeza.
Sin saltarte una línea, sin saltarte una coma.
Exactamente lo que quieres y como quieres.
¿Cuál de estos dos es el caso de los dibujos que ahora enseño?
Eso no lo voy a decir.
Eso me lo quedo para mí, pero sí que conozco bien -muy bien- el aroma que respiran, dónde viven, lo que han comido antes de salir, de qué pie cojean y cómo se llaman sus madres.
Y sí.
Eso, aunque no lo entienda ni yo, es así.