No han sido muchas las veces -creo que esta es la tercera- en que muestro una única fotografía en una entrada con esta etiqueta.
Pero hoy, como las otras veces, no quedaba más remedio.
Porque hoy es la luna la que sale, y eso ya sería suficiente razón.
Pero además es que es la luna creciente del Mar de la China.
Y además es una luna solitaria en un cielo sin estrellas.
Y es una luna que crece y a la que mucho le queda todavía para ser grande.
Pero...
Pero, y esto es lo más importante de todo, es una luna que intenta, que trata, que se esfuerza denodadamente por sacar su nariz hacia afuera y oler el viento de la noche. Es una luna orgullosa que quiere enseñar su nariz sin que nadie se la dibuje ni que aprovechando el Pisuerga le estampen un ojo.
Estamos en la bahía de Halong y la humedad aplana incluso a los franceses.
La fotografía es pequeña, pero si os fijáis bien en la parte central de la curva de la luna ahí está.
Es la nariz, la nariz de la luna, que se abre paso al mundo.