Un poco más tarde de lo previsto, pudimos disfrutar del último concierto programado en la Semana del Jazz de Melilla de este año, que se retrasó por culpa del tiempo, algo -por otra parte- a lo que estamos ya acostumbrados en esta ciudad.
Pese a todo un magnífico concierto con una preciosa voz, la de Eva Cortés, cantando jazz con dejes flamencos y perfectamente acompañada por piano, contrabajo y batería.
Como siempre me pasa había llevado la cámara sin demasiada pretensión de ponerme a ello, para así disfrutar del concierto sin desconcentrarme con nada.
Pero no pudo ser.
En esta ocasión, aunque también jugué con desenfoques, movimientos de zoom y demás, decidí concentrarme en los gestos de la voz y las texturas del cante.
Fotografías contenidas que buscan la explosión de un momento, mientras acompañan las expresiones que se quedan flotando sobre el escenario.
Dicen que el rostro es el espejo del alma.
Será así, no sé, pero lo que es seguro es que acaba siendo un universo para el fotógrafo que mira.
Y todo que se concentra en la penumbra de la sala...