domingo, 10 de marzo de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XII)


078) Porque un globo, dos globos, tres glo-obos. La tierra es un globo que se me escapó (un 21 de diciembre)

079) Porque Bartolo Pedralbes Muñoz fue a pagar los tres gin tonics que se había bebido aquella noche que decidió no salir, bueno sí pero solo una y me voy, del 20 de diciembre de 2012.
Cuando echó mano de la cartera se dio cuenta que los pantalones vaqueros con los que había salido de casa aquella mañana de 1947 ya eran apenas polvo y tela de pana.
Entre el aire inasible que cosquilleaba su ingle logró atisbar el hilo de donde tirar para extraer el alma.
Qué contrasentido: sesenta y cinco años para decidir irrevocablemente regresar a casa, y estando a un paso de ello, en apenas quince segundos, con la desidia que da la migraña, sacar tu alma y descoser tu mundo, su mundo, el mundo.
Qué hacer ahora con Paola.

080) Porque al fin del mundo le gusta joder. Lo lleva en los genes. Si no de qué se iba a llamar "el fin del mundo", ¿eh?
Y tanto le gusta joder que, por molestar, el fin del mundo llegó no en el fin del mundo, sino a la mitad (justo a la mitad) de la existencia universal. Decidido a tomar un vermut mientras contempla las cataratas del Iguazú y a esperar lo que haga falta.
El fin del mundo llegó, otra cosa fue que ocurriese.

081) Porque Dhaxztelma Humalha fue el típico becario contratado por los Mayas sin seguridad social no regalos de mantecados por navidad.
Maltratado por las chicas de la oficina, superiores en estudios, nadie reparó en que no llevase los calcetines de diferente color, signo maya inequívoco de daltonismo epicúreo.
Consecuencia de tan nefasta concatenación de hechos evidentes, permisivos y aleatorios, hizo que Dhaxztelma confundiese el delfín de "El Mundo", un circo pobre de ratas y enanos que se bañan con orcas una vez al mes, con el fin del mundo, el de toda la vida.
Y las dioptrías hicieron el resto.

082) Porque no había día mejor para jugar al escondite. Fue contar diez y esconderse tras Andrómeda. 
A ver quien es el guapo que se la lleva ahora.

083) Porque una televisión de plasma, sabiendose obsoleta con apenas siete años, decidió convocar a todas las fuerzas malignas del universo conocido más alguna que otra natilla Danet para generar una implosión que matase el mundo sin hacer el menor ruido.
Así llegó el fin del mundo, un veintiuno de diciembre, descalzo y silencioso, a casa de sus padres: por orden de Danet y las fuerzas oscuras.
Pero ya se sabe. Los padres son los padres, y a Roberto, el cabeza de familia y padre riguroso donde los haya del fin del mundo y sus ocho hermanos, lo oyó llegar a las siete de la mañana y ni los churros con chocolate que éste traía le sirvieron de escudo para la bronca que se avecinaba.
Así que no sólo fue que el fin del mundo llegase, es que encima se armó la zapatiesta en vinagre de Módena.

083) Porque el fin del mundo llegó, y tú partirás. Si, como resulta evidente, tú ya te has ido, el fin del mundo (irrefutablemente) debió llegar antes.