lunes, 31 de mayo de 2010

Metálicos y orgullosos los bomberos de la noche















Las cosas pasan así, y de nada sirven quejas ni lamentos...

Ocurre cuando por tu casa tienes más de ciento cincuenta coches de bomberos. 
Los coches se oxidan, se pierden, acumulan polvo y lamentos, se apagan ellos solos -fíjate tú la gracia-, y se encogen, se agotan, se marchan sin que apenas te des cuenta.
Los coches de bomberos son así: metálicos y orgullosos.

Cuando empecé a escribir los textos que agrupo en "De bomberos", que suman ya veintiocho, decidí hacer fotos a los coches que pululan por casa, para desempolvarlos y mostrarlos tal como son, tal como los veo.
Son coches que he ido consiguiendo o que me han ido regalando con el paso de los años hasta inundar estanterías, huecos y altillos.
Son coches de todos los tamaños, de todos los colores aunque predomine el rojo altivo que se sabe intenso, de metal, madera o plástico.
Hay bomberos que sueñan y otros que anuncian, los hay que se lanzan despiadados y los que corretean dejando que la llave se desplace lenta y suave al compás de las losetas.

Son muchos bomberos los que han venido, para bailar este charlestón...

Recopilo hoy aquí algunas de las fotografías que hice para ilustrar los textos (aunque algunos textos -he de reconocer- ilustraron las imágenes) con la desvergonzonería que me caracteriza, y prometiendo que la próxima entrada fotográfica de estos bichitos de lata y ganas de agradar que inundan mi piso, será con imágenes hechas ex profeso, y evitar en lo posible los refritos.

Pero una cosa es prometer, y otra ponerse...

sábado, 29 de mayo de 2010

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que el mundo no es redondo sino plano XL



274) Porque en un telediario todo es plano: Las noticias son planas, la mesa de mentira donde apenas si se apoyan es plana, los periodistas (¡y qué me decís de las periodistas!) son planas, los papeles donde no leen las noticias aunque los muevan compulsivamente son planos, el telepropter es plano, y nuestro corazón, cuando el telediario acaba, no es que sea plano, es que está por los suelos...

275) Porque los extraterrestres que nos visitan ya están alerta, pues conocen la presencia de gente tan sagaz como Mulder, Leire Pajín o Iker Jiménez, así que intentan pasar todo lo desapercibidos que pueden, de manera que se camuflan en "platillos" volantes, en vez de venir en naves más confortables...

276) Porque Ubbe Iwwerks coincidió en Kansas City con otro dibujante, un tal Walt Disney.
Intentaron montar una empresa juntos y les fue rematadamente mal.
Después de aquello Disney se fue a Hollywood y el bueno de Ubbe se quedó vendiendo bolas de helado, perfectamente redondas, con o sin cucurucho.
La analogía empresarial entre cómo le fue a uno con la animación 2D y el negocio de las dichosas bolas es más que evidente...
Menos mal que Walt, antes de que lo congelaran, lo mandó llamar y le dijo: ¡Hagamos un corto!

277) Ríome Entre Dientes Oh Necios Disconformes

278) Porque la película de acetato fue usada como sustituta de la de nitrato de celulosa, menos estable, y también se utilizó como base de la cinta magnética, antes del advenimiento de la película de poliéster.
¡Ah, si todos fuésemos igual de planos y estables, otro gallo de acetato nos cantaría!

279) Porque impagable fue la risa de Kofi Cuagano, viejo constructor de pinazas ghanés, que acabó sus días en un minúsculo astillero de Mopti.
Impagable fue su risa cuando tras toda su vida construyendo balsas y barcazas vio aquel reportaje de la televisión belga sobre ese loco francés del gorro naranja llamado Jaques Cousteau y su batiscafo amarillo.
¡Estos franceses están locos! Pensó nuestro Obélix subsahariano...

280) Porque no es que seamos plano -que lo somos-. Es que cada día que pasa somos más planos, y eso es peor. Ser plano está bien, ser cada vez más plano ya es pasarse.
Ahora nuestra única lucha como seres inteligentes y astrofísicos que somos, independientes del poder establecido, es reconocer que aún siendo planos no queremos y no vamos a permitir que nos planchen, que nos doblen, y que nos guarden en un cajón.
No.
Por ahí no pasamos.

viernes, 28 de mayo de 2010

jueves, 27 de mayo de 2010

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que el mundo no es redondo sino plana (Edición especial V)



La vida no para (ni parará) de sorprendernos.

Tengo que decirlo para ser sincero: le he ido cogiendo cariño a esta entrada conforme ha ido avanzando -no le tenía yo tanta confianza- y ella misma ha ido creciendo y engrandeciéndose con el paso del tiempo.
Sinvergüenza, absurda, irrefutable, surreal, imposible... 
Así es.

Ya digo que quiero hacer un par de entradas explicando los entresijos de este delirio, pero no todavía.
Hoy es el turno para la gente que como yo piensan, sienten o intuyen que el mundo puede ser claramente plano.
Por estas ediciones especiales han ido pasando ilustres novelistas como Murakami, articulistas como Rosa Montero, o periódicos como El País, que se luce bastante.

Hoy le toca a Quimi Portet, conocido componente de "El Último de la Fila", en esta canción que me descubrió el amigo Vargas.
El videoclip está trabajado con las más modernas técnicas audiovisuales, como corresponde a una teoría de tanto calado.

No era para menos...
 

miércoles, 26 de mayo de 2010

De bomberos XXVIII



Aposentarse no es el problema: la duración sí.
Muy poco después de permanecer más tiempo de la cuenta sentado, un bombero se transforma.
Su piel se vuelve cubo, más grande incluso que Egipto y Rumania.
Se pliega ante la adversidad, bebe zumo de menta e imagina, escribiendo con saliva en el aire, sudokus imposibles.
Su rueda pasa a ser botón y la ventana lo engulle en el madrigal del ocaso.
Deja de contar.
El bombero sentado pierde la noción del norte, y si vuela con la imaginación al mercado de la Emilia, le compra sin dudar aguacates de Groenlandia.
Un bombero sentado se expande, mala la hora, aunque a las buenas todo se vuelva rojo.
A media que se hace más grande la habitación que lo acoge mengua, como aquellas alfombras de La Espuma de los Días.
El chocolate le llega a la palanca de cambios, y sus binoculares se empañan de vaho, miel y hastío.

Sentado lee, se relame y lima sus uñas, esas que hacen de la rueda la más inútil de las circunferencias.
Cuando los párpados caen y la saliva empieza a subir, ya sabe que las articulaciones necesitarán aire y aceite.
Y echa de menos quién le sople.
 

martes, 25 de mayo de 2010

Las definiciones de un coche a vapor XVI











El coche a vapor es el típico personaje que dará la vuelta al mundo para quedarse en el mismo sitio.
Curioso por naturaleza, ávido de conocimiento y abierto a nuevas experiencias, nuestro coche va y viene inspeccionando lo que le rodea como quien se come una tarta helada con el hambre y las ganas de veinte días en ayunas.

Al coche a vapor no le gusta demasiado crecer, y tiene una curiosa relación con las velas y las lluvias. 
De edad indeterminada, el tiempo para él transcurre diferente: lento y algo obtuso.
De todas formas suele mirar hacia delante sin pensar, y las pocas canas que aparecen se diluyen en su carrocería ancha y pusilánime.

Hay alucinaciones y espejismos en el camino del coche a vapor. Él imagina, se engaña, lo reinventa todo a cada paso sin importarle demasiado.
Y dormirá tranquilo tras una tormenta de arena, esperando que la arena del motor no le impida una nueva aventura.

Y volverá a dar la vuelta al mundo, para regresar al mismo sitio...
 

lunes, 24 de mayo de 2010

Un paso por detrás



Venían andando los dos juntos desde hacía ya un buen rato, bordeando el lago Hoan Kiem, el más céntrico y cuidado de la ciudad de Hanoi.
Y él siempre iba un paso por detrás.
Era él también el que más hablaba y la actitud de ella (los pasos, su cadencia, la manera de tocarse el pelo) denotaban algo más que indiferencia.
Recuerdo que llegué a pensar, bastante al principio, si eran o no pareja, y es que la imagen que veía me recordaba más a aquellas fotos de Català Roca, a aquellos piropos excesivos de la Barcelona de los setenta.
Pero fue la presencia y cierta majestuosidad en la chica la que me dio el convencimiento de que entre ellos sí había una relación.
Estoy seguro de que si ella hubiera querido, se hubiera plantado quieta, lo hubiese mirado a él, y sin necesidad de decir palabra lo hubiese fulminado en aquel reto.
¡Qué mujer, sí!
Y sí, él siempre detrás.

Conforme se acercaban más a donde yo estaba más me daba cuenta de que el chico no le estaba contando una historia: se estaba disculpando.
Y cuánto más los miraba andar más me daba cuenta de que aquel porte, aquella cadencia inflexible de la chica era su manera -elegante pero implacable- de hacerle sufrir.
Te lo tiene merecido, chaval, llegué a pensar.

Con anterioridad a ellos recuerdo haber parado a beber algo de agua y aplacar el calor de la Capital del Norte, mientras leía un libro, descansaba del encantador ajetreo de motos y bia-hoi, y me dedicaba al placentero entretenimiento de escudriñar la enorme vida que se iba generando alrededor del lago.
Y entonces los vi.
Ella desprendiendo elegancia, con su cabello lacio y suelto, con ese pequeño bolso colgando del hombro y sin apenas mostrar en sí los estragos del caluroso agosto vietnamita.
Él, sin embargo, no sólo iba detrás físicamente, sino en todos los sentidos imaginables.
Detrás en porte, en presencia y en imposición.
Imposible que aquella diatriba que esgrimía detrás de la chica llegase a ningún lado. Aquella batalla la había perdido en el primer paso a la orilla del lago, y probablemente haya perdido también la guerra.

Recuerdo también haber pensado si ella lo quería. 
No sé por qué pensé aquello.
Podían haber sido primos, amigos o hermanos, pero desde el fondo sur del lago, allá donde apenas alcanzaba mi vista ya les había adjudicado sin rubor la categoría de amantes.
Quizá novios, quizá no.
Quién querría más a quién, quién daría más, quién ofrecería entera su alma en una intimidad despejada de voayeurs yo no sabía decirlo. Pero sí sabía que en aquel paseo de apenas cinco minutos ella llevaba todas las cartas ganadoras.
En ningún momento titubeó, aminoró su marcha o intento ser indulgente.
¡Quién habría podido dudar que la razón iba con ella!

Pronto se perdieron de vista, pero mucho antes yo ya había decidido hacerles una foto. 
Me dio tiempo de sobra a cerrar y guardar el libro de Grossman, abrir la mochila de la cámara y a esperar incluso que pasasen por el lugar adecuado.
Recuerdo que pensé que ella se iba a percatar de mi gesto y que miraría justo en el momento que yo disparase.
¡Qué ingenuo!
Yo, con mi cámara en la mano, mirando a través del objetivo iba, como su acompañante indolente, también, un paso por detrás.
Un paso por detrás de ella.

domingo, 23 de mayo de 2010

Mañana empiezo LXI







Después de todo, quién no tiene sed o desamparo...

Sigue la mano sin empeñarse lo suficiente, divagando entre lunas, mentiras y cortauñas. 
Sigue la mano sin pensar demasiado, flotando frente a un mar en el que nunca se baña, dibujando en sueños huellas dactilares invisibles.

Hay futuros llenos de imposibilidades, hay lunas que inspiran días de grafito, hay cambios de roles, canciones que se cuelan con té o aplausos de frustración y desencanto. 
 
Y como siempre algo de miopía y mucha, mucha hipermetropía...

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que el mundo no es redondo sino plano XXXIX



267) Porque el bueno de Dios, en su taller de hacer planetas situado en la Calle Gaviria número 11, tenía lo que él venía en llamar "el armarito de la inspiración".
El día que entró aquel noruego despistado, que estaba casado con Herminia Alaminos, la hija del alcalde de Vélez, a encargarle que hiciese la Tierra antes de la romería del jueves, Dios no estaba digamos que en su mejor momento. 
Fue por eso que se acercó al armario, lo abrió, y allí sólo había tres cosas: un melocotón podrido, la hucha de su hermano pequeño, y un dvd con la serie completa de "Flying Circus", de los Monty Python's .
Cuando fue en busca del martillo pensando en la de chucherías que se iba a comprar esa tarde -ay, pillín-, ya tenía claro con qué forma y qué contenido le iba a hacer al noruego ese la tan renombrada Tierra...

268) Porque si el mundo fuese redondo, todo el mundo sabe que el símbolo infinito hubiera sido el de unos círculos concéntricos que parecen espirales, no el de una línea que se enrosca sobre sí misma.

269) Porque en el mundo de los alimentos, incluso cosas tan lamentables como los cacahuetes o las habas necesitan unas cáscaras o unas vainas que les den consistencia.
Con nosotros pasa lo mismo.
Puede que muy en el fondo de cada una de nuestras almas palpite un corazón cuasi esférico, pero sin duda necesita de un cuerpo que lo sustente, que lo mueva, que lo proteja, y que vaya poco a poco desgastándose con el devenir de los días, con el devenir del viento, que todo lo erosiona.

270) Porque si no que se lo digan a las limpiadoras y algún que otro limpiador de la ONU, que recogen, lavan, planchan, doblan y guardan las banderas de todos los países.
Que se atrevan a explicarles cómo serían las banderas esféricas... ¡En qué armario cabe!

271) Porque igual que los seguidores del Islam adoran y viajan a la Meca, yo, siguiendo esos principios conversos de Gabriel y Galán, pienso que la razón última de ser de ese tubérculo llamado patata (de las grandes, de las chicas, de las redondas y de las alargadas) es acabar convertida en tortilla.
Aunque dejo constancia de que la tortilla de patatas no es un mundo, es todo un universo...

272) Porque una de las mayores metáforas del Universo la conocemos mejor que nadie los y las estudiantes de Bellas Artes.
Esa metáfora se encuentra encerrada en la inauguración como Dios manda de una exposición.
En una inauguración, los displicentes camareros son las órbitas del azar, las bandejas de canapés el magma espacial, los canapés -evidentemente- son los planetas (tan iguales, tan distintos, con una base sólida y cositas ricas por encima), las bebidas -preferiblemente cerveza- son las estrellas, la lluvia, el mar y la luna, y los gorrones ávidos de cenar por la patilla y nada interesados en la exposición en sí, sino en coger sitio para ser cruzado por la siguiente órbita, palpar el magma y comerse un planeta, los gorrones somos nosotros, los estudiantes de BBAA, (metáfora a su vez de los habitantes del planeta, que se devoran a sí mismos).

273) Porque la única manera seria y responsable de comerse tanto el pepino como el fuet, es con sal y a bocados... (to my friends)

viernes, 21 de mayo de 2010

No puedo olvidarte



Lo bueno si bre, dos veces bre. Osea: Brebre.
Pues eso.

jueves, 20 de mayo de 2010

El Gigante de Hierro (Cines Acteon)


Cuando una película tiene toda la fuerza para sumergirte y transportarte al mundo de tu infancia poco o nada importa el lugar donde la hayas visto.
Poco importa el cine donde la estén proyectado, pues ese otro sitio en el que te encuentras, ese otro lugar al que la película te ha conseguido llevar tiene el aroma de lo conocido, los olores de tu niñez, el mágico mundo de la sorpresa infinita.

Algo así me sucedió con "EL Gigante de Hierro", que vi en los cines Acteon de Madrid en la antesala de la navidad de 1999.
Fue ese día, fue ese momento, pero la sensación que experimenté en el interior de aquella sala a oscuras fue la de sentirme niño de nuevo.
Si tengo que ser sincero, se mezclaron en mí esa sensación de tener diez años con las ganas de tener diez años, para así poder disfrutar de la película con la total plenitud que la hubiese disfrutado entonces.
Algo mágico y algo de imposibilidad se mezclaron en aquella proyección.

Pocas de las reglas clásicas de mis idas al cine se cumplieron entonces.
Por aquel entonces yo vivía en Madrid y trabajaba y daba clases de animación, por lo que organizamos una sesión con unos cuantos alumnos de la academia, cuando lo normal para mí era ir solo a las proyecciones.
Elegimos el Acteon por la cercanía, y porque todavía no se había instaurado la sana costumbre de estrenar las cintas de animación también en los circuitos de versión original, con lo que tuvimos que verla doblada.

Pero nada de eso importó.
La película arranca con un barco en mitad de la tormenta, con la épica de las luces y las sombras, con el asombro de lo desconocido, con el misterio.
Amanece y vemos un pequeño pueblo costero, con toda la normalidad y cotidianidad de unos habitantes para los que ya nada será de la misma forma. 
Y ni el doblaje ni unos cines impersonales importaron.
La fuerza de la amistad, el descubrimiento y el asombro, la complicidad, una maravillosa mezcla de géneros que incluye comedia, drama, cine bélico, ciencia ficción o aventuras.
Me sentía fascinado por la inmensidad del gigante. Una de las cosas que más me llamó la atención era la perfección a la hora de transmitir el tamaño descomunal del personaje, y como inevitablemente nos conmueve e intimida a un tiempo.

Pero poder volver a ser y sentirte niño a través del personaje de Hogarth Hughes es sin duda de los mayores logros de la historia. 
Tener el más grande -nunca mejor dicho- de los juguetes, poseer un secreto imposible solo para ti, vivir la aventura con naturalidad, con placer o dolor en función de los acontecimientos, poder volar, poder moverte a velocidades de vértigo agarrado al dedo índice del robot de hierro...
Ser un niño durante hora y media de película sin que nadie te trate como un estúpido, sin que nadie te cante en mitad de una conversación, sin necesidad de secundarios chistosos o animales que te hablan sin venir a cuento.
Una historia en la que puedes involucrarte de verdad sin dejar de ser tú.

Bastante de eso hay que agradecerle a Brad Bird, responsable de esas otras dos maravillas de la animación como son "Los Increíbles" o "Ratatouille".
Pocos son los directores que tienen carta blanca dentro de tu corazón, a los que depositas una fe ciega en lo próximo que puedan hacer (en un mundo como el cinematográfico tan dado a las decepciones) y para mí Brad Bird es uno de ellos.
Y debe ser porque el aroma de "El Gigante de Hierro" todavía retumba en mis sentidos.

La Guerra Fría, el espacio exterior, la ineptitud de los militares, el sacrifico extremo, las risas y los llantos. Todo se mezcla en esta pequeña maravilla que tan poco triunfó en las salas y tanto en nuestros corazones.

Conseguir que te sientas niño, conseguir que quieras volver a serlo.
Y volar hasta el infinito, como Superman.



miércoles, 19 de mayo de 2010

Las definiciones de un coche a vapor XV











Las meditaciones, a veces, acaban en desastre...

Quizá por eso el coche a vapor no sea mucho de pensar, qué pereza, y sí más de acción o, para ser completamente sinceros, siempre ha sido más de dejarse llevar.
Dejarse llevar por el viento, por el desamor o por las ondulaciones del mar que lo sostiene.
Dejarse llevar por el ritmo de los acontecimientos, que si no lo desbordan lo acompañan.

El coche a vapor llora hasta crear un mar salado y amargo, y huye pensando que es la manera
El coche a vapor gira en los huracanes y al chocar contra un acantilado se cree isla el muy ingenuo.
Con él nunca sabremos que fue antes, si la gallina o el huevo, si la ingenuidad o la ternura.
Al coche a vapor le gustan las velas y los apagones, qué contrasentido, y cuando se dedica a meditar cualquier cosa puede pasar por su cabeza.

Incluso la nada...

lunes, 17 de mayo de 2010

Bischcleta











Hay elementos mágicos, bellos y plásticamente atractivos. Uno de mis preferidos: la bicicleta.

Estuvimos el otro día en una pedalada por la creación de un carril bici en la ciudad, y aproveché para sacar la cámara y hacer algunas instantáneas.
De repente me detuve en la belleza de los radios, en el enjambre de hierros y en los cruces de líneas que se sucedía ante mi vista.
Las cadenas, los alambres, los chasis, los platos.
Un baile de expansión sutil y fuerte a un tiempo.
Me dejé llevar y me sumergí en las extrañas formas simétricas y caleidoscópicas que emanaban del encuentro.

Hay en la bicicleta algo verdaderamente especial. Y no es sólo lo ecológico o lo sostenible.
Hay en su forma única e imperecedera  un atractivo inusual. Un diseño eterno, suave y contundente, entre el aluminio y la goma. 
Nos permite desplazarnos entre las rectas y las curvas. Nos permite mover las piernas, mover el corazón y mover los ojos en un paseo controlado por nuestros propios impulsos.
La bicicleta es símbolo de modernidad y tradición, y recoge lo mejor de cada casa.
Símbolo es también de madurez, para los que empezamos a montarlas con las tres ruedas atrás, y cómo el hecho de quitar las dos pequeñas se convertía en todo un hito.

La bicicleta pertenece al reino de lo pequeño, de lo sencillo. La bicicleta es playa y atardecer, infancia y encuentro.

domingo, 16 de mayo de 2010

Mañana empiezo LX







Tiras no hechas entre la realidad y el sueño...

La mano sigue erre que erre pero más por apatía que por convencimiento.
No dibuja por mantener un ideal, ni siquiera por impostura. 
Se llama vagancia y punto.
Ni mañana, ni pasado, ni al otro. No tiene pinta de que la cosa vaya a cambiar...

Cantando chotis, buscando el futuro, encontrando sonámbulos, emigrando a Ikea y mirando con los dedos.
Los personajes pululan encima del mar y solo se preocupan en seguir viviendo...

Vecinos III: La camisilla



Tercera y hasta el momento última parte de la trilogía "Vecinos", del colectivo audiovisual Yaumate...

Aunque no fue ni ha sido ni será la última producción de este colectivo: hubo otros cortometrajes con posterioridad a este, en estos precisos instantes se está cocinando alguno, y de futuros proyectos, locos e ingenuos, está nuestra cabeza llena.

Y lo decimos sin pudor: "Vecinos" nos gusta mucho.
Por lo sencillo de la historia, por lo bien que nos lo pasamos, porque es una comedia, porque aprendimos mucho mientras lo hacíamos, y por mil razones más.
Siempre volvemos a los lugares comunes y es verdad: antes éramos bastante más ingenuos, bastante más pobres, bastante más jóvenes. 
Intentamos no perder ni la emoción por hacer lo que nos gusta, ni la fascinación ante nuevos retos (ahora que los medios a nuestro alcance son mejores) pero nos falta el tiempo, la cosa esa escurridiza que se escapa entre los dedos de una mano cerrada.
Pero con ahínco buscamos ese tiempo, y seguimos haciendo cosas.

Sigo con "La camisilla"...
Volvimos en esta ocasión a rodar en la terraza de la casa de Mariano, con el personaje de Pelu convertido ya en un absurdo e hilarante personaje fuera de la realidad frente a un vecino de lo más normal y -por qué no decirlo- bastante soso.
Mi cabeza se rebela y no recuerdo el año, que podría estar entre el 96 y el 98.
De cualquier manera más de diez años seguro, en los que han pasado muchas cosas, aunque nos siga gustando comprar un paquete de pipas y una lata de coca-cola para terminar de disfrutar el final de un rodaje.

Supongo que Yaumate aúna muchas de las cosas que nos negamos a perder, que por nada del mundo queremos olvidar, de esas a las que no renunciaríamos por nada del mundo.
A veces lo complicado es encontrar algo que de verdad te llene (la música, el wind-surfing, dibujar, chupar candados o escalar una montaña).
Una vez que has dado con ello, una vez que se te ha metido dentro simplemente hay que dejarse llevar, porque sabes que te acompañará siempre.

Y el cine, Yaumate, los cortos o contar historias: todo eso nos llena y nos acompaña. 
Todo está ahí, todo forma parte de lo mismo...

sábado, 15 de mayo de 2010

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que el mundo no es redondo sino plano XXXVIII



260) Porque en las piezas del dominó se resumen y se encierran todos los secretos, todas las verdades, toda la historia del universo.
La mesa de aluminio que se encuentra en la esquina más oscura del bar "Casa María" de Ponferrada, es en realidad el magma infinito que acoge los distintos planetas.
Los planetas son las fichas, claro, y los dioses crueles, sabios y magnánimos responden al nombre de Fulgencio, Evaristo, Adalberto o Eustaquio.

261) Porque todos los ovillos de lana del mundo, tras un buen y necesario tricotado, se convierten en unos planos, cálidos y confortables jerséis, o en su defecto en mantas gustosas, planas e infinitas.

262) Porque los muñecos de nieve de orondas formas que Laura y Anthony Allen fueron haciendo todas las navidades de su infancia en la puerta de la casa que sus padres tenían en Saint Paul, Minnesota, todos esos muñecos de nieve año tras año acabaron derretidos y tras convertirse en agua y filtrarse por las alcantarillas, terminaron en el río, o en el mar, que es el morir.

263) Porque lo he visto en el futuro que aparece en la esférica bola de cristal de la maga Norberta.

264) Porque Keon Jeong, el médico y actor que interpreta al profesor chino de la serie de televisión Community, es padre de dos gemelas, Zooey y Alexa.
Pues bien, Zooey fue el fin de semana al Zoo (Zooey en el zooo) y descubrió en las negras rayas de las cebras el secreto más grande del universo: la fórmula secreta de la Coca cola. 
A la salida del zoo, directivos de la marca de refrescos estaban apostados frente al coche de Jeong, y le ofrecieron veinte millones de dólares por guardar el secreto, y añadieron una fotocopia autentificada con la declaración de Albert Brooks, de un notario y de Obama de que el mundo es plano.
Ambos aceptaron el chantaje, con lo cual será previsible que lo nieguen todo...

265) Porque el mundo es el posavasos que sostiene la copa de ron que porta tus lágrimas.
Toma ya.

266) Porque los rastrillos de la playa han cumplido su misión en silencio durante siglos, aplanando el mundo mientras esperaban expectantes el regreso de sus verdaderos padres, que viven en una caja de cartón en el espacio exterior...

viernes, 14 de mayo de 2010

Patadas con textura















Dibujar
Trazar líneas en el Painter, duplicar capas, acoplar texturas, cambiar tonalidades, voltear horizontalmente, componer y cambiar opacidad.

Y luego queda lo que queda... 
Bailes entre pájaros, caracoles egipcios, distorsión entre peces y pájaros, la simetría de las aves, una geometría oriental entre animales, patadas con textura de la buena, o pájaros egipcios que bucean entre caracoles.

O sea, más de lo mismo...

jueves, 13 de mayo de 2010

miércoles, 12 de mayo de 2010

MAN RAY (3 y 3)



Nació como Emmanuel Rudzitsky y aquel nombre empezó por no gustarle a la edad de seis años, cuando jugando a "sota, caballo, rey" le partieron el labio derecho.
Man Ray decidirá llamarse Man Ray mientras espera paciente que le pongan la vacuna del Tétanos, por un lado porque las dos palabras tenían tres letras, por otro porque Emmanuel era nombre mas de chica y él, que era muy hombre, quería ponerse Man.

Nació como estadounidense pero en seguida quiso ser francés. Más o menos a los ocho años, menudo niño más tocapelotas.
Pide un billete de avión para cruzar el charco pero una nube de ceniza islandesa de principios de siglo hace que no pueda llegar a Francia hasta veinte años después.
Mientras tanto hará churros, comerá frijoles y guiñará el ojo a las niñas del tranvía.

Desde que vive en París, allá por el año 1925, gustará de tomar el café solo, leyendo un libro en las terrazas con adoquines. 
La mitad del tiempo no lee nada y se empeña en mirar a la gente que pasea por la calle: los amantes, los viejecitos, los perros en celo.
Pagará todos sus cafelitos en francos, como marca la tradición, y deja unas monedillas -pocas, la verdad- sólo los días impares.

Man Ray inventará el surrealismo, lo desinventará diez minutos después, y sólo será esa misma noche, de marcha y absenta con Duchamp y Picabia, cuando decide volver a inventarlo y promete, palabrita del niño Jesús, no volver a desinventarlo nunca más.
Cumplió su palabra a pesar de la resaca.

Man Ray hará fotografías toda su vida. Pero las hará raras porque no sabía hacerlas bien. Le da igual. Las rayaba, les escupía, y a veces hasta las miraba con desprecio.
Y sus fotografías acabarán siempre por ponerse rancias.
Aún así se hizo famoso porque en la inauguración de sus exposiciones acostumbraba a meter en el bolsillo de las chaquetas de sus amigos sobrecillos de azúcar, y éstos se ponían a aplaudir a rabiar, vitoreando enloquecidos su nombre.
Los demás espectadores, un poco cohibidos, solían soltar unos chillidos indescriptibles a modo de acompañamiento incrédulo. 
Y así se hizo popular entre los críticos de arte, las mezzosopranos y las prostitutas.

"La búsqueda de la libertad y el placer, eso ocupa todo mi arte". Dirá de vuelta a los EEUU huyendo de los nazis y de aquellos peinados imposibles.

Dedicará gran parte de su talento y de su esfuerzo -dejando incluso algunos días de cenar- a la construcción de un metrónomo.
En realidad el metrónomo ya estaba hecho, él dedicará todo ese esfuerzo en pegarle un ojo en la aguja.
Años y años más tarde de encerrarse a diario con unas tijeras, el metrónomo y algunas fotografías, lo conseguirá: Había superado al urinario de Duchamp, y era la hora de darse una buena ducha.

Justo antes de morir cerrará los ojos -hombre educado donde los haya- y se dirá "Emmanuel, Emmanuel, todavía te duele el labio".
Descansa en el cementerio del monte Parnaso, hasta que se desinvente a sí mismo, que conociéndolo no tardará mucho.

Te esperamos, Man...

Biografías apócrifas (lo siento, Ray)


Hace mucho, mucho tiempo...

No lo oculto, es así: Fui (y puede que aún sea... -está bien, lo soy-) un poquitín mitómano.

El caso, a lo que voy, es que hace ya bastante tiempo me dediqué a coleccionar nombres.
Sí, coleccionaba nombres.
Y coleccionaba nombres que debían cumplir, básicamente, dos reglas:

1ª regla) Ser artistas (músicos, escritores, pintores, cineastas, etc.) que me hayan influido. Que me gusten, que me fascinen, que me interesen.
2º regla) Que fuese conocidos por dos palabras (nombre y apellido), y que tuvieran el mismo número de letras una y otra.

Ejemplos para que se entienda:
Erich Von Stroheim: No vale. Cumple y supera con creces la primera regla, pero tiene un nombre de tres palabras, con lo que se le elimina del juego.
Norma Duval: No vale. De acuerdo que tanto su nombre como su apellido tienen cinco letras, pero la artista como tal no me interesa en absoluto. Y este juego lo he inventado yo y yo pongo las reglas.
Boris Vian: No vale, y mira que lo siento. Me fascina como novelista y como músico, pero su nombre tiene 5 letras y su apellido 4. Por poco, de acuerdo, pero si nos ponemos transigentes no hay manera. Así que no vale y punto.
Paul Klee: Vale. Ya te digo que vale.

En fin, esa es la historia
Y es por eso he llamado al subtítulo "lo siento, Ray", en honor a Ray Harryhausen, que no había manera de incluirlo en el juego -no había manera- por mucho que me hubiese gustado.

Recuerdo cómo fagocitaba artistas con el mismo número de letras en su nombre y en su apellido y los hacía míos.
Recuerdo ir andando por la cafetería de la facultad contando mentalmente o con los dedos el número de letras, y recuerdo ser feliz o no, con determinadas coincidencias...
Hoy ha llegado el momento de sacarlos a la luz, inventándome la biografía que me hubiese gustado de ellos, retocando unos hechos aquí, tergiversando otros allá.
En este espíritu nuevo de renovación del blog empezamos hoy con estas "biografías apócrifas" que irán subiendo por número de letras (de tres a cuatro, a cinco, hasta llegar a ocho, quién sabe si a nueve) para volver a bajar como si jugásemos a la Pocha.

De aquí a poco aparecerá la primera de ellas, y entonces esto será un no parar...

martes, 11 de mayo de 2010

Las definiciones de un coche a vapor XIV











Lo de que el beso más largo es siempre el último me lo he inventado, porque no siempre es así...

Sigue el coche a vapor viviendo mil vidas en una. 
Se zambulle en una bañera para procrear sin pudor; se encuentra con gatos y pájaros que hacen de su vida de naufrago una vida más divertida y ajetreada; besa, besa, besa mucho como si fuese esa noche la última vez; y termina viviendo su vida bocabajo, pensando que o es un sueño o en realidad todo estuvo siempre al revés y era él el que andaba equivocado...

Y es que el mundo siempre es cuestión de puntos de vista...