miércoles, 12 de mayo de 2010

Biografías apócrifas (lo siento, Ray)


Hace mucho, mucho tiempo...

No lo oculto, es así: Fui (y puede que aún sea... -está bien, lo soy-) un poquitín mitómano.

El caso, a lo que voy, es que hace ya bastante tiempo me dediqué a coleccionar nombres.
Sí, coleccionaba nombres.
Y coleccionaba nombres que debían cumplir, básicamente, dos reglas:

1ª regla) Ser artistas (músicos, escritores, pintores, cineastas, etc.) que me hayan influido. Que me gusten, que me fascinen, que me interesen.
2º regla) Que fuese conocidos por dos palabras (nombre y apellido), y que tuvieran el mismo número de letras una y otra.

Ejemplos para que se entienda:
Erich Von Stroheim: No vale. Cumple y supera con creces la primera regla, pero tiene un nombre de tres palabras, con lo que se le elimina del juego.
Norma Duval: No vale. De acuerdo que tanto su nombre como su apellido tienen cinco letras, pero la artista como tal no me interesa en absoluto. Y este juego lo he inventado yo y yo pongo las reglas.
Boris Vian: No vale, y mira que lo siento. Me fascina como novelista y como músico, pero su nombre tiene 5 letras y su apellido 4. Por poco, de acuerdo, pero si nos ponemos transigentes no hay manera. Así que no vale y punto.
Paul Klee: Vale. Ya te digo que vale.

En fin, esa es la historia
Y es por eso he llamado al subtítulo "lo siento, Ray", en honor a Ray Harryhausen, que no había manera de incluirlo en el juego -no había manera- por mucho que me hubiese gustado.

Recuerdo cómo fagocitaba artistas con el mismo número de letras en su nombre y en su apellido y los hacía míos.
Recuerdo ir andando por la cafetería de la facultad contando mentalmente o con los dedos el número de letras, y recuerdo ser feliz o no, con determinadas coincidencias...
Hoy ha llegado el momento de sacarlos a la luz, inventándome la biografía que me hubiese gustado de ellos, retocando unos hechos aquí, tergiversando otros allá.
En este espíritu nuevo de renovación del blog empezamos hoy con estas "biografías apócrifas" que irán subiendo por número de letras (de tres a cuatro, a cinco, hasta llegar a ocho, quién sabe si a nueve) para volver a bajar como si jugásemos a la Pocha.

De aquí a poco aparecerá la primera de ellas, y entonces esto será un no parar...