domingo, 28 de julio de 2013

Mañana empiezo CLXXVI




De via-jes
y otras risas.

sábado, 27 de julio de 2013

Las definiciones de un coche a vapor LXVII






Rusias capicuá con hipo adoptado.
Incendios naranjas entre veranos de nieve.
El mar, el destino incierto.
Viajar es definir la vida
que vendrá.

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XXXI)


211) Porque el mundo estaba harto de ser ninguneado en las tertulias que todo el sistema solar tenía en el Café Gijón los jueves a las 17:30 horas.
Siendo objeto de chufla y oprobio, sintiéndose el hazmerreír de los planetas, la Tierra se cambió de nombre el 22 de diciembre, yendo al registro de Matalascañas -que le pillaba de paso- e inscribiéndose como "El planeta anteriormente conocido con la Tierra", en espera que ese renacimiento ficticio hiciera reverdecer leyendas épicas de un pasado glorioso.
Mientras espera que eso ocurra, triste y un poco compungido, toma cervezas con sabor a aluminio en las barras del Palentino, mientras su larga bufanda blanca espera en el perchero del Café Gijón mientras el resto de planetas escucha Prince como si nada pasase. 

212) El fin del mundo llegó porque alguien lo llamó, si no de qué.
Y si hubiera algún interés por el tema, los gobiernos rastrearían las llamadas del día anterior en todos los iPhones (sin duda vino de ahí, lo sabe todo el mundo), pero los políticos de turno están demasiado ocupados viendo fútbol, llenando de cloro las piscinas, tomándose su Magnum Almendrado y, huelga decirlo, haciendo a los ricos todavía más poderosos.

213) Porque el mundo se levantó ese infausto día con esa sensación desagradable de tener la piel reseca, vencida de los años, acartonada por haber tomado el sol sin la protección suficiente, sin ganas de afeitarse y de hacer que el océano atlántico bañase sus legañas.
Apático, reseco, lleno de hastío hasta en sus fallas decidió que no serían la piscina, ni un tinto con limón, ni siquiera los pétalos de rosa en forma de caldo del Guadiana los que alegrarían su día.
El mundo decidió ser serpiente y cambiar de piel. Desechar la corteza, la litosfera y hasta parte de la astenosfera aunque ello motivase el llevarse por delante esos diminutos bípedos que corren todo el día de aquí para allá, sin tener claro lo que cuesta una mascarilla protectora.

214) Y yo qué sé, pero si alguien me dice que lo vio, si alguien me dice que lo ve, que me diga donde está.

215) Porque Griñan dijo que no pasaba nada. Porque en Tele 5 dijeron que no pasaba nada. Porque la plantilla del Hotel Hesperia de Sevilla dijo que no pasaba nada. Porque dos lacasitos caducados del estante de un Covirán se miraron en la penumbra del supermercado y se dijeron que no pasaba nada. Porque el fantasma de un perro en celo abandonado por su dueño en los bosques de Cerro Gordo se dijo a sí mismo y a un pino con forma de avestruz que no pasaba nada.
Porque el mundo cogió entre sus manos un frasco de arsénico por compensación y, resacoso y triste como estaba por el abandono prematuro de Miranda Carmona de los estudios de Física, se susurró en forma de viento que no pasaba nada.
Y porque luego llegó Mourinho y, aunque dijo que sí que pasaba, nos convenció a todos de que no era culpa suya.

216) El fin del mundo llegó por confundir el cristal con un espejo, cuando quiso correr camino de su propia esencia e hizo añicos la imagen que de él teníamos.

217) Porque nervioso como estaba (como estaría cualquiera, por otra parte) en su primer atraco a un banco, Miguel Arrebola, de catorce años de edad, se abalanzó sobre el cajero abierto de la sucursal de Bankia con el cuchillo de untar la mermelada de albaricoque y gritó a pecho descubierto:
¡La bolsa o el fin del mundo!, por mucho que hubiera estado ensayando la noche anterior no sé qué de la vida.
Y claro, con lo agarrados que son en Bankia, las consecuencias fueron más que imaginables.

viernes, 26 de julio de 2013

Elegiste


Pedro Casariego Córdoba escribió una vez:

El amor es un viaje de ida y vuelta en el que durante la ida está terminantemente prohibido hablar del regreso (Jean-Louis Bouvatier, Marqués de Theunisse)

miércoles, 24 de julio de 2013

martes, 23 de julio de 2013

Pájaros CLV






Porque no hay
que volar muy lejos
para encontrar
en la felicidad ajena
la propia.

domingo, 21 de julio de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XXX)


204) Porque Arturo Valdivieso, investigador privado del sentido común, se puso a atar cabos. Y tan bien los ató que el mundo, nada más levantarse de la cama y con ganas de media de tomate y zumo de naranja, tropezó con los cabos atados y se partió la crisma a la altura de Groenlandia.

205) Porque Guardiola, Julian Assange y Benedicto XVI, sin ser malas personas a priori, tenían esa típica doble personalidad que esconde por debajo a un ser mezquino y enfermizo, por mucho que las camisas de marca, las miradas daleadas o las cuentas en Suiza intentaran evitarlo.
Esas tres personalidades se evaporaron de sus cautos dueños una noche de diciembre de 2012 para respirar el aire fresco de la calle, dijeron, pero no pudieron evitar malmeter y difamar a gente honorable y cristalina como Jiménez Losantos o La Terremoto de Alcorcón, y claro, en ese choque de personalidades múltiples se creó un vórtice que no se solventó ni con una rueda de prensa al uso.

206) Porque donde dije digo digo Diego, y allá que vino Maradona, ese Atila de mundos, ese adalid de las catástrofes, ese final del mundo con sabor a mate y atardecer nublado.

207) Porque, si en vez de pedir una pizza cuatro quesos, Harrie Branson se hubiera conformado para cenar con las alitas de pollo del Mercadona, Ferrá Adriá no habría tenido que salir de su escondite para cuajar la leche de su cabra Esmeralda. Una vez en la calle, en plena medianoche, la bata blanca de Ferrá fue confundida con un destello onírico y fantasmagórico por Ricardo Belmonte, que llamó al programa de Iker Jiménez para identificar el fenómeno. Entonces ocurrió que Adriana Minguella, que estaba viendo la tele mientras zurcía los calcetines de su hermana, cambió de canal, y sintonizó en la tele por cable un programa de preguntas donde por 32.000 € debías responder si los mayas tenían razón en sus predicciones sobre el fin del mundo.
Y Adriana, a la par que Harrie abría su boca para engullir la pizza, cogió el móvil de su hermana y marcó.

208) Porque el fin del mundo se las quiso dar de moderno y se convirtió en yeye y en gogo.
Y llegó.

209) Porque Calimero Tisiana, un niño boliviano que vive a las afueras de La Paz, encontró el mapa de un tesoro que indicaba al mismo tiempo dónde se encontraban los restos del fastuoso tesoro de Marcomura, el pirata negro, y también indicaba dónde se hallaba el punto débil de el mundo, ese talón de Aquiles que podría desencadenar el desastre más desastroso a los ciervos y a los donetes.
Calimero quiso entregarle el mapa a su abuelo Norberto, pero éste había fallecido hacía poco más de un mes, así que, temeroso, entregó el mapa a las autoridades.
Y claro, si hay algo que gusta más a las autoridades que el dinero -y mira que les gusta- es el poder. Así, mandados por el comandante Heriberto, una patrulla de cinco guardas municipales salieron un 20 de diciembre a buscar entre las calles Cabalso y Andrades el punto débil de un mundo al que no le gusta nada que le toquen las cosquillas.

210) Porque "El Mundo" era una novela rumana, una película de los años 50, un periódico español y una gominola rosa con sabor ácido y punzante.
Dimitris Colungas, Ramiro Buendía, Antonia Mercado y Rosita Herrando se acabaron "El Mundo" cada uno en su sitio, cada uno a su manera, cada uno -con asco, pasión o rabia- a su bendita e irrepetible manera.

sábado, 20 de julio de 2013

Si te pintas los labios


Para que el rojo
refulge
cuando la penumbra
nos invada.

Para afirmar el amor


De vacaciones
llévame a la playa
y de compras
Alcampo.

viernes, 19 de julio de 2013

domingo, 14 de julio de 2013

Mañana empiezo CLXXV





Estrellas de destinos
imprevisibles,
mesas entre luces y sombra,
lápices tiernos de
líneas blandas.
Todo es pasado
en el tiempo que queda
por sudar.

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XXIX)


197) Porque a la hora de crear el sistema solar, Dios y Alá fueron juntos de compras por Leroy Merlín, que era donde más baratos estaban los planetas.
No necesitaban mucho más: Unas chinquetas, estrellas, pegamento Super Glú, los consabidos planetas, alguna nebulosa y un cielo color Pantone 279 C.
Alá era más de la labor de llevarse la Tierra más cara que había, que total por solo diez euros más seguro que te durase más tiempo, pero Dios, siempre pensando en las Alhambra Especial que servían en los chiringuitos de playa a tres euros, pensó en aquellas dos rondas gratis y se le nubló la vista.
Y  la vista están los resultados.

198) Porque Meríades Stephánides había escuchado todos los Lp de los Beatles buscando infructuosamente un mensaje cifrado, una clave secreta, una advertencia criptada de cuándo sería el fin del mundo.
Había llenado de esquemas logarítmicos las paredes de su casa en Atenas, había llamado a la CIA con cada mínima pista y nada. Todo conducía a un callejón sin salida.
Desesperado y un poco apático, Meríades, tras haber escuchado el último single especial edition al revés, aquella navidad del 2012, tan cansado y abatido como estaba, puso un disco de Bustamante que tenía su hermana Althea.
Lo puso.
Y lo puso al derecho.
Y todo petó. Para que luego digan, John.

199) El fin del mundo llegó porque había pasado la ITV hacía poco. Si no lo mismo va y se queda tirado en una cuneta a la altura de Torremelgarejo.

200) Porque el efecto 2000 había salido de juerga el 21 de diciembre de 1999 y no llegó a casa, vete tú a saber qué clase de psicotrópicos habrían podido influir en ello, hasta doce años después.
Eso sí, una vez que llegó, en vez de afeitarse y echarse un poco de S3 en los sobacos, se puso a liarla parda, dejándolo todo negro.

201) Porque lo mismo que hay quien consigue convertir una farola en una barra de striptease, y hay quien modifica una encima para que un yoghurt sepa a gazpacho, hay quien convierte el resfriado de Luis Colmenarejo en un fin del mundo.

202) El fin del mundo llegó para no tener que leer los mensajes que se intercambiaron Rajoy y Bárcenas cual amigos y cofrades en íntima camaradería.
El fin del mundo había soportado los mensajes entre Espinete y Don Pimpón, entre Rhiana y sus novios, entre Paco Marduenda y sus becarios de La Razón, entre el camarero de Almuradiel y un secreta infiltrado en la banda de los Charlines, entre Torrebruno y la Reina Doña Sofía, entre un dibujo animado como Casimiro y la mujer de Paco Lobatón.
Pero una cosa es una cosa, y otra cosa es otra.

203) Porque las empresas armamentísticas ya habían conseguido llenar la Tierra de un número de armas suficiente para destruir la misma 1478 veces.
Herbert Campbell, estudioso metódico de las matemáticas, con ecuaciones que incluían raíces cuadradas en el vacío con un toque de menta y algoritmos deconstruídos con hidrógeno, se metió de lleno en el estudio del fin del mundo.
Lo llamó, por no sé qué manía científica del empirismo exacerbado, y el fin del mundo acudió a su llamada.
Una vez que el fin del mundo llegó, Herbert se dio cuenta que le sobraban 1477.

jueves, 11 de julio de 2013

miércoles, 10 de julio de 2013

Sonreír


Al son
que marcan
tus labios.

martes, 9 de julio de 2013

Pájaros CLIV






En verano
buscar la sombra
de brisa de sandía
soñar la noche
e hidratarnos
con besos de saliva.

Las definiciones de un coche a vapor LXVI






Calor.
Para qué definir el mundo
si basta con sudarlo.

domingo, 7 de julio de 2013

Mañana empiezo CLXXIV




Los domingos
de calor y sudores
hacen que mañana
lo que empiece
sea una travesía.

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XXVIII)


190) Por mucho que Pascual Díaz de Ibarra diga que la culpa es de Martín Hernández Polavieja, el mundo llegó a su fin, como bien relata Evaristo Antúnez en su libro "El fin del mundo: epistemología y sintaxis" fue culpa de un blanqueador venido a menos a quien sus amigos solían llamar Calero.
El caso es que el ya traído a colación Martín Hernández contrató a calero para pintar el mundo de azul cielo, pues su mujer iba a dar una vuelta interplanetaria y quería que se llevara el susto de su vida cuando al volver pareciera que el mundo no estaba. 
Un poco de jiji y un poco de jaja, y cuando Enriqueta, la mujer de Marín llamase al móvil de éste alertada, él le contaría el trampantojo.
Con lo que no contaba nadie, y mucho menos Leocardio, el hijo de la pareja, es que Enriqueta estuviese echando un casquete interplanetario con su instructor de vuelo (cosas de la libido y sentirte superior a Mercurio) cuando literalmente lo que se comieron no fueron sus cuerpos precisamente.

191) Porque había caducado y tan grande como era, el mundo no le cabía en la nevera a Doña Rigoberta.
Mira que le da rabia tener que tirar cosas, con el hambre que pasan los niños en África, pero es que olía mal y en verano ya se sabe.

192) Porque las termitas habían carcomido incansables la viga maestra que sostenía el mundo, y que concretamente se encontraba a las afueras de Marsella, en la bodegas de vinos del terreno que tenía Andrè.
Fue Françoise, sudorosa pese a estar recién duchada aquel invierno de calor imposible, la que pidió un chato y al apretar el vaso vacío contra el mostrador hizo que todo se desplomara.
Y se fue sin pagar, con cara de yo no he roto un plato: No, Françoise, tú lo que has roto es el mundo, femme fatal, no te me vayas ahora por peteneras.

193) Porque el mundo, cuando contaba con un trillón de años y aún era un imberbe, empezó a fumar porros y a frecuentar las malas compañías de Urano y Júpiter, los más puteros del sistema solar.
Y ya se sabe, que si un porrito, que si una pastilla y el mundo acabó fuera de órbita enganchado a la heroína que le robaba a Poli Díaz, el potro de Vallecas.
Y ya no hay metadona que cure esto, si hasta lo han visto robando en casa de Jose Luis Moreno para pagar deudas a ucranianos sin escrúpulos...

194) Porque el mundo se puso a jugar al escondite y todavía no ha vuelto.
Pero como lo encuentre se va a quedar los próximos tres mil cuatrocientos veintiséis turnos consecutivos.

195) Porque un día que Dios no tenía aceitunas para acompañar la cerveza Estrella del Sur que su padre Alberto había comprado en el Carrefour del barrio.
Así que quiso pillar unos altramuces que si no el estómago vacío es muy malo y luego da resaca.
Pero impaciente, como buen Capricornio, Dios no quiso bajar ni mandar al Fari por algo de condumio, y se echó al saco lo que tenía más a mano -léase el mundo, que en aquel momento de su órbita pasaba por allí- sin mediar palabra.
Y sí, se le hizo bola.

196) Porque el mundo fue a comprar tabaco y todavía no ha vuelto.
Pero seguro que es porque no había de la marca que a él le gusta y en el estanco de Pedro siempre falta porque se le olvida pedirlo al muy cabrón.

viernes, 5 de julio de 2013

miércoles, 3 de julio de 2013

martes, 2 de julio de 2013

Pájaros CLIII






Veranos llenos de palabras
que no paran nunca
de volar.
Veranos deslenguados
y con botas.
Veranos de vientos compartidos
que acaban en almohadas
y mar.

lunes, 1 de julio de 2013

Viaje a Brasil (habitaciones de hotel) y XI








Viéndolas ahora todas juntas, puedo decir que las habitaciones por las que pasé en mi viaje a Brasil son reflejo de la variedad y el contraste que ofrece un país como este.
Desde las más asépticas de Río y Sao Paulo, a la más sencilla de Paraty, pasando por el encanto de la de Ouro Petro o la majestuosa simpleza y luminosidad del Hostal Laranjeiras, de Salvador de Bahía.
Cada una con un aire diferente que respirar, y que servían igualmente como descanso en el camino.

Recuerdo ahora también que en aquel viaje escribí mucho. Pequeños cuadernos que regresaron llenos de apuntes inconexos, pero que me mantenían despierto en la cama del hotel más allá de lo deseable para quien madruga en busca de mercados y plazas.
Y estas estancias son testigo.

Son reflejo también, estas habitaciones que muestro, de un viaje que acaba y de uno nuevo que comienza.
Así son reflejo, no nos engañemos, estas fotografías hechas y las que quedan por hacer, las que me esperan en el fondo de una maleta que no termina todavía de estar hecha.