domingo, 14 de julio de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XXIX)


197) Porque a la hora de crear el sistema solar, Dios y Alá fueron juntos de compras por Leroy Merlín, que era donde más baratos estaban los planetas.
No necesitaban mucho más: Unas chinquetas, estrellas, pegamento Super Glú, los consabidos planetas, alguna nebulosa y un cielo color Pantone 279 C.
Alá era más de la labor de llevarse la Tierra más cara que había, que total por solo diez euros más seguro que te durase más tiempo, pero Dios, siempre pensando en las Alhambra Especial que servían en los chiringuitos de playa a tres euros, pensó en aquellas dos rondas gratis y se le nubló la vista.
Y  la vista están los resultados.

198) Porque Meríades Stephánides había escuchado todos los Lp de los Beatles buscando infructuosamente un mensaje cifrado, una clave secreta, una advertencia criptada de cuándo sería el fin del mundo.
Había llenado de esquemas logarítmicos las paredes de su casa en Atenas, había llamado a la CIA con cada mínima pista y nada. Todo conducía a un callejón sin salida.
Desesperado y un poco apático, Meríades, tras haber escuchado el último single especial edition al revés, aquella navidad del 2012, tan cansado y abatido como estaba, puso un disco de Bustamante que tenía su hermana Althea.
Lo puso.
Y lo puso al derecho.
Y todo petó. Para que luego digan, John.

199) El fin del mundo llegó porque había pasado la ITV hacía poco. Si no lo mismo va y se queda tirado en una cuneta a la altura de Torremelgarejo.

200) Porque el efecto 2000 había salido de juerga el 21 de diciembre de 1999 y no llegó a casa, vete tú a saber qué clase de psicotrópicos habrían podido influir en ello, hasta doce años después.
Eso sí, una vez que llegó, en vez de afeitarse y echarse un poco de S3 en los sobacos, se puso a liarla parda, dejándolo todo negro.

201) Porque lo mismo que hay quien consigue convertir una farola en una barra de striptease, y hay quien modifica una encima para que un yoghurt sepa a gazpacho, hay quien convierte el resfriado de Luis Colmenarejo en un fin del mundo.

202) El fin del mundo llegó para no tener que leer los mensajes que se intercambiaron Rajoy y Bárcenas cual amigos y cofrades en íntima camaradería.
El fin del mundo había soportado los mensajes entre Espinete y Don Pimpón, entre Rhiana y sus novios, entre Paco Marduenda y sus becarios de La Razón, entre el camarero de Almuradiel y un secreta infiltrado en la banda de los Charlines, entre Torrebruno y la Reina Doña Sofía, entre un dibujo animado como Casimiro y la mujer de Paco Lobatón.
Pero una cosa es una cosa, y otra cosa es otra.

203) Porque las empresas armamentísticas ya habían conseguido llenar la Tierra de un número de armas suficiente para destruir la misma 1478 veces.
Herbert Campbell, estudioso metódico de las matemáticas, con ecuaciones que incluían raíces cuadradas en el vacío con un toque de menta y algoritmos deconstruídos con hidrógeno, se metió de lleno en el estudio del fin del mundo.
Lo llamó, por no sé qué manía científica del empirismo exacerbado, y el fin del mundo acudió a su llamada.
Una vez que el fin del mundo llegó, Herbert se dio cuenta que le sobraban 1477.