lunes, 30 de abril de 2012

Diez segundos




















Entre la primera imagen y la segunda apenas si pasaron diez segundos.
Lo recuerdo como si fuese ayer.
La Habana, Cuba, agosto de 2006. En la calle Compostela.

Lo he dicho alguna vez: un fotógrafo de viajes es (o debe ser) sobre todo un viajero.
Es la curiosidad, la necesidad, el no desprenderse del asombro, las ganas de conocer, el disfrutar de una calle, una mirada o un paisaje.
Y un viajero es (o debe ser) con o sin cámara, un observador.
Ya sea en un museo, en un parque, en un mercado o en la calle. Hay que saber mirar para disfrutar de lo que te rodea.

Entre la primera imagen y la segunda apenas si pasaron diez segundos.
Iba andando por la calle Compostela y casi sin querer vi la fotografía (la primera).
Los dos coches aparcados justo en la separación de los edificios, el juego de colores, la textura de las paredes.
Era una imagen de pura composición y equilibrio, con un innegable peso del color.
Y ahí estaba yo, midiendo, encuadrando y disparando cuando imperceptiblemente ocurrieron dos cosas al mismo tiempo: la primera, que sí se observa en la imagen, fue una señora que abría el ventanal de uno de los edificios para asomarse a la calle. La segunda fue que escuché los gritos y la algarabía de unos niños que venían corriendo a mis espaldas.

Entre la primera imagen y la segunda apenas si pasaron diez segundos.
Había disparado ya la primera cuando volví a ver la fotografía en mi cabeza (la segunda).
Ya no era pura composición sino que intervenía el elemento humano.
-Que los niños crucen- dije para mí.
Los sentía correr y sabía que si entraban en el encuadre la dimensión de la imagen sería otra distinta.
Apenas cinco segundos.
La señora ya había abierto el ventanal y observaba con esa tranquilidad cubana lo que la calle le ofrecía.
Desde el visor vi a los niños entrar en el encuadre y corriendo con una asombrosa coordinación comprobé cómo la flexión de las piernas se producía al mismo tiempo.
Tres, dos uno.
Apreté el disparador, tampoco tiene tanta historia.

Entre la primera imagen y la segunda apenas si pasaron diez segundos.
Supongo que la primera estuvo ahí mucho tiempo (ese tiempo que en La Habana transcurre lento), pero la segunda solo sucedió en un 1/60 de segundo.
Y tuve la suerte de estar ahí para captarla.



domingo, 29 de abril de 2012

Mañana empiezo CXXXV


















Que me lleve la corriente, sobre todo los domingos que saben a eterno.
Que me lleve la corriente, caballero sin espada, dominguero sin coche, corredor de dedos raros.
Busco la luna llena en un cielo aún celeste y me encuentro una cama deshecha de siestas y descompás reescrito en el anverso.
Hoy estamos en mitad de nada y me hundo al chocar con una mina de grafito.
Hoy estamos a mitad de ningún sitio
sin ganas de llegar
ni falta que me importe.

Lady Gaga (4 y 4)



















Lady Gaga nació anteayer muy al fondo de la matrioska.
Niña rusa nacida en pleno Manhattan se cubrió la cabeza con una peluca mientras aquel médico de Queens le daba unas más que merecidas palmadas en el culete.
Y ella lloró en play back.

En su adolescencia breve (un fin de semana, unas copas y a bailar) quiso ser el pelirrojo de Parchís, Enrique Bunbury, Marilyn Mason y el feo de las gafas de "Aquellos maravillosos años" todo en una única persona, pero los derechos de autor, Teddy Bautista y la SGAE londinense se lo impidieron.
Así que se hizo Madonna, que de aquellas estaba con Guy Ritchie y no se enteraba de una mierda.

A medida que crecía eran más las matrioskas que la envolvían -maderas de cariño y coraza- y su voz de caramelo negro se hizo sabor a roble y haya.
El fondo añil, los corpiños, las lágrimas de purpurina y la seda oro intentaban seducir a un primo de Oregon que nunca veía la tele.
Pobre niña inventada entre capas de cerezo.
Quiso ser Ana Obregón, Loyola de Palacio, Bergson, Torrebruno, Bárbara Rey, Marco Simoncelli, Ernesto de Hannover, Laurie Andersom y Fanfan la Tulipe al mismo tiempo pero a Loyola ni se le acercó, oiga.
Pobre muñeca escondida entre abedules rojos de secretos.

Lady Gaga se echó a los escenarios pero poco, se volcó en la mercadotecnia, en la invención, en la paráfrasis y en la mentira.
Se sintió bistec, se vistió algodonales, se aspiró acelga.
Abrió sus brazos para tocar los 14 kilómetros que separan Europa de África, se metió en sí misma para esconderse de Caperucita y cenar espárragos con el lobo, se imaginó mamarracha entre flashes Elinchrom de 500 W y supo como nadie negar la palabra a los ciegos de corazón.

Una vez quiso dar un concierto.
Se apagó el escenario, se iluminó el camerino, se fundieron los mecheros.
Su público, entregado, todavía está esperando.

sábado, 28 de abril de 2012

Grafito en relieve




























Lo bueno de estar -casi- constantemente haciendo cosas (inquieto, aburrido, curioso) es que todo acaba realimentándose.

A medida que me he ido introduciendo en el mundo de la fotografía, inevitablemente he acabado jugando y divirtiéndome con los programas de retoque, con las duplicidades, los modos de fusión y las máscaras de capa.
Y todo eso, una vez que visualmente reconoces el resultado, lo acabas aplicando a todo tipo de imágenes.

Uno, que se dejó fascinar en su momento por la capacidad del grabado para magnificar la línea y el trazo, entiende esos programas de retoque como una herramienta más en el proceso plástico de creación.

A estos sencillos dibujos, sin ir más lejos, les he duplicado la capa, la he invertido y la he fusionado en modo "diferencia" (los que hayan trabajado esos programas ya sabrán a qué me refiero). Luego he jugado con los niveles y ya.

Y miro la línea que emerge distinta y en relieve, y reconozco que me gusta.

viernes, 27 de abril de 2012

jueves, 26 de abril de 2012

El coche a vapor, el cortometraje



"El coche a vapor" nació tira cómica, pero no tardó en convertirse en cortometraje de animación.
Articulado en primera instancia en tres partes, allá en los albores del año 2000, y después de haber sido seleccionado en dos ocasiones por el Festival de Jóvenes Realizadores de Granada, pasó de nuevo a ser tira cómica, desarrollada en este blog, y que casualidad o no, hoy ha cumplido su entrada número cincuenta.

También quise, poco a poco, ir poniendo todas las definiciones reconvertidas a animación de aquellos tres cortometrajes en pequeñas píldoras (de cinco, siete definiciones) también en este blog, pero aquellos vídeos se perdieron con los problemas de derechos surgidos con el blog amigo, hermano y compañero llamado "Breve Encuentro".

Tras aquello no quedaba para hoy sino mostrar una selección de aquellos primigenios tres cortometrajes, convertidos en uno solo de 11 minutos de duración, que había elaborado igualmente hace tiempo.

El resto es el mismo coche a vapor de siempre: un sustantivo, una definición.

Las definiciones de un coche a vapor L



























Tras casi un año desaparecida de estas páginas, vuelve "El coche a vapor" con su entrada número 50.

El coche a vapor, que pasa por ser mi primera tira cómica, nació con esa absurda idea de ir definiendo el mundo a través de sus sustantivos, sin ningún diálogo y en solo tres viñetas.
Tras más de 1000 definiciones ha tenido su merecido descanso, pero hoy vuelve a la carga.

Creo que era Kirk Douglas el que decía, hablando del director de cine Joseph L. Manckievicz, que era un genio pese a ser "demasiado intelectual". No seré yo el que pretenda compararse con nadie, y menos de semejante altura, pero sí que creo que, de algún modo, esta es mi tira, definitivamente, más intelectual.
Y no lo digo, como en el caso del padre de Michael, en sentido peyorativo.

La cuestión es que había que celebrar este reencuentro, esta cifra redonda, con algo especial, así que me he decidido a subir el cortometraje-resumen de animación que hice de estas tiras, que sin dejar de ser bidimensionales se pasaron al mundo del movimiento simulado.

En un rato, a lo largo de la tarde, os seguiré contando. Eso sí, sin mucha más intelectualidad por mi parte, y es que colocarle la "L" de cincuenta a un coche que lleva más de mil definiciones no es propio de la élite, qué queréis que os diga...

miércoles, 25 de abril de 2012

No sos vos












Uno no es, hasta que acaba siendo.
¡Anda que yo!

martes, 24 de abril de 2012

Pájaros XCIX





















Y si el hogar son unos pequeños palos de madera engarzados con cariño, no habrá lobo que sople y lo derribe.
Aunque siempre nos quede la posibilidad de extender las alas y salir volando, a Londres o Lucena, de cama en cama, de nido en nido.

Robar gallinas



















lunes, 23 de abril de 2012

Líneas pirámide


























Son las líneas las que juegan con uno.
Las que rebosan, las que se cruzan ad infinitum, las que se abren al cielo.
Es el Louvre, ni más ni menos, aunque al final no sea sino las ganas de jugar, el coqueteo con los modos de fusión, revolver con el blanco y negro y la inversa.
Reconvierto la pinacoteca en Eiffel y vuelve el siglo a crecer frente a nuestras inseguridades.
Las fotografías, disparadas ya hace más de un año, se reconvierten en otras a través del juego.
Y yo, ingenuo y perverso, dejo que me partan el alma.


El caralibro












Hay que tener más libros que estómago,
más libros que pounds,
más libros que sobres.
Hay que acumular libros y dejarlos en herencia al viento,
que se cuelen dentro
y germinar con ellos la tierra
el día aquel que presuponemos lejano.


domingo, 22 de abril de 2012

Mañana empiezo CXXXIV























El día que de veras dibuje no me cortaré el bigote, pues estaré, claro, dibujando...
A veces la mano no es tan clarividente como uno mismo, y ocurre que el lápiz se hunde por su propio peso. Entonces el eco del domingo se acaba, y yo no sé si volverme blanco o transparente.


Max Aub (3 y 3)


Max Aub nació en París el 2 de junio de 1903, y lo primero que hizo fue activar la casilla ausente en el inútil y perverso chat de facebook.
El siempre prefirió escribir a nadie, fabular con todos, esconderse de la vida.
Tuvo cuatro nacionalidades pero solo mostró un trío en aquella timba jugada en Valencia, porque la camarera le había guiñado un ojo y él se había querido dejar seducir por el engaño, el absurdo, la inconsciencia, el exilio.
Así que guardose una nacionalidad en la manga y se montó en un barco, mientras un desconfiado prodigioso se miraba en el espejo de la avaricia y le hacía guiños a su pasado de naranjas y cafés.

Max Aub llegó a México y conoció a Jusep Torres Campalans, pintor donde los haya y muy amigo de Andy Kaufman, con quien compartió acrílicos, jabones, sopas y remedos.
Se hizo llamar Don Max y bajaba por los bulevares rectos de la Calle María con un bastón negro que no usaba sino para tantear de vez en cuando la solidez de las alcantarillas.

Sus poemas consiguieron diluirse en agua con menos de diecisiete giros de cucharilla de café, consiguieron quemarse en chimeneas al aire libre a menos de 60º centígrados u equivalente, ay, esos mismos poemas que se hacían gas al llegar la noche, para morir furtivos entre colchas de macramé y años cincuenta.

Compró en Cochabamba una colección de máscaras tras las que esconderse los otoños de pipa y ceniza, usaba en las cafeterías las papeleras como sombreros icónicos e irreverentes, y muchos lo recuerdan todavía hoy al tratar de encestar poemas arrugados de sudor y agosto en las farolas estropeadas de la avenida sin nombre.
Nunca quiso firmar un pagaré, y eso le honra.

Con el dolor aún de la pérdida de aquel trío de nacionalidades en aquella infausta timba, regresó a España para mirar el mar plegado en la orilla. 
Recordaba los pies de su madre en la arena, el sabor de las uvas frías deshaciendose en su boca, las portadas dobladas por el sol de los libros de aventuras, y los trajes de baño de aquellos adolescentes que no habían de nacer más porque con una vez se considera suficiente.

Volvió a Ciudad de México para internarse una buena mañana de julio en las cálidas aguas de Mazatlan, convertido, esta vez sí, en un asteroide infinito.


viernes, 20 de abril de 2012

jueves, 19 de abril de 2012

Y



Y, y, y.

Siempre pasa lo mismo: el condicional. ¡Que viva el condicional!
P.D. Y para más inri, la y es griega...

martes, 17 de abril de 2012

Pájaros XCVIII











Dice el refranero popular que en martes ni te cases ni te embarques.
Nada dice sin embargo acerca de no dibujar pájaros, esos que siempre vuelan, que siempre viajan, que nunca se quedan, que nunca se casan.
El martes es su día, y así, casi sin querer, quedó dicho hace tiempo...

lunes, 16 de abril de 2012

El placer culpable III



Los labios de Carlos Baute, la mortadela cuanto más barata mejor, la película autobiográfica de Julio Iglesias, Jeff Koons, el Songfy, los potos, levantarme con legañas, las canciones de Extremoduro que recuerdan a “El Canto del Loco”, no limpiar durante dos semanas y ver mis pelos acumulados en las esquinas del pasillo, Odilon Redon, sorber y que suene, la Flat Earth Society, no apartarme ni un ápice de mi camino cuando de frente se abalanzan cinco señoras mayores que ocupan toda la calle, las palanganas de plástico morado, Juan Ramón Lucas, sacar con las manos un moco seco en su punta y fresco en la raíz y ver cómo esta se balancea al ser extraído, Guti pero no como futbolista, los lunes por la mañana, la tarima flotante, disfrutar con las derrotas del Borussia de Mönchengladbach, Fernando Garea, cortarme las uñas de los pies sin usar tijera, mentir en las películas que he visto, chupar del bote de leche condensada, andar desesperada y absurdamente lento cuando un poco más adelante va alguien que no quiero ver, el Sunny Delight o en su defecto el Tang, “Algunos Hombres buenos”, los monólogos sin gracia.

¿Ya dije Maria Dolores de Cospedal? Cómo me arrepiento…


domingo, 15 de abril de 2012

Mañana empiezo CXXXIII







Cuando te caes un domingo, te levantas un lunes.
O el mismo domingo.
Menos mal que siempre quedan bombillas que nos iluminen, piernas que nos lleven lejos, manos que nos acompañen en el sueño de dibujos imposibles.

Uno toca el mañana con la punta de los dedos, y se lava las manos antes de cenar...

Du Fu (2 y 2)



Nació tras la tormenta del viernes
y no había móviles.
Río diáfano / pájaros blancos.
Quiso volver al jueves
tras los cerezos marchitos
pero ya era tarde.
¿Con qué estación volveré a mi hogar,
tanto tiempo abandonado?

Miró a través de sus ojos
y todo estaba opaco.
Viejos fantasmas, nuevos.
Leyó y escribo cual niño
en el viento de tu vientre
y no tuvo nunca más
en sus labios el sabor a sopa.
Andrajos de neblina / cubren la noche, a trozos.

Du Fu fue poeta en sus entrañas nobles y escondidas. Fue guardián de las hojas resecas y las caricias contenidas. Fue temblador de conciencias y activista enérgico de sables y plumas, de tinta, mirlos y azabaches.
Murmuró durante casi cuarenta años en el sucio rincón de una molienda. Amasó sonetos de papiro, algodones de sal y amuletos de madera carcomida.
Verdes botellas de vino, rojas conchas de langosta.
Du Fu se meció entre las olas de un río reseco, se fajó impertérrito con hordas de caballos salvajes adheridos a su estela violeta y roma.
Doblado hacia la sombra larga del crepúsculo / la vida gira y pasa, borracho fuego fatuo.

Murió tras una primavera capicúa
atravesando túneles de nieve envejecida.
Mi copa derramada / Mi botella vacía.
Quiso volver al jueves de su infancia ya imposible
y recorto las letras
que sabía descansaban ya en mi hombro.

Ceniza, el fuego. El hombre.
Ya no habla: susurra.
¿A quién decir mi canto?



jueves, 12 de abril de 2012