jueves, 28 de enero de 2010

Animales raros por doquier









Peces que parecen pájaros, pájaros que parecen perros, jirafas que no lo son y ni siquiera lo pretenden.
Caracoles con ancas de rana, pescados con patas de ganso.
Caballos gallo, hipopótamos lama.

Algunos los llaman dibujos...

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que el mundo no es redondo sino plano XXIII



155) QUE

156) POCA

157) VERGÜENZA,

158) PERO

159) QUE

160) POQUÍSIMA

161) VERGÜENZA...

miércoles, 27 de enero de 2010

Historias del otro lado IX



Esta es una historieta que siempre me ha hecho mucha gracia.
Por lo que tiene de sencilla, por lo que tiene de fantasía y por lo que tiene de compañera que viaja siempre a mil kilómetros de distancia.

Es verdad que no es una historieta graciosa pero hay que tomársela con humor. No queda otra, qué remedio.

Recuerdo que estuvo durante bastante tiempo colgada de una chincheta en la pared de mi estudio, y la miraba sosegado al levantar la vista de la mesa de dibujo.
Fue vecina, y eso la honra, de un cuadro que iba en la misma línea y que aún hoy sostiene una de las paredes de mi salón.
Tiene más de diez años, quién lo diría.

Y es que más o menos graciosa, más o menos fantasiosa, esta es una historia que -ay- siempre me acompaña.

Desde lejos, eso sí.
Cerca y lejos a un mismo tiempo.

martes, 26 de enero de 2010

Majalahonda



Es una simple cuestión de estadística.
Nueve de cada diez dentistas recomiendan el chicle sin azúcar y el 80% de los andaluces dice Majalahonda en vez de Majadahonda.

Pero una cosa es que se pronuncie Majadahonda y otra es que Majalahonda no exista.
Y existe, claro que existe.
¿Por qué?
Porque sí, y porque al nombrarla, abracadabra, la creamos de la nada.

Majalahonda se haya en el fondo de nuestros corazones, y la queremos aunque nunca hayamos estado allí.
Admiramos sus paisajes inventados, los atardeceres húmedos bajando la Cuesta del Pinar, el carajillo que lleva sirviendo la viuda de Flores en su bar desde hace más de treinta años.
Disfrutamos de su iglesia románica y de los almendros en flor, aunque no nos gusta nada que desde hace un tiempo les haya dado por construir infames viviendas en el extrarradio destinadas a abejas en vez de a personas.

Nos gusta que se halle a las afueras de Madrid aunque no sepamos situarla muy bien en el mapa.
Nos gustan sus habitantes, los majalahondenses, brutotes pero nobles, que aceptan bien al extranjero y comparten sin pedir nada a cambio su tiempo y sus tomates.

Nos gusta Majalahonda, qué le vamos a hacer.
Nos gusta como suena -mucho mejor que su espejo real, dónde va a parar- y nos encanta la profundidad final que de su nombre se desprende.

No es Teruel, no, la que de verdad existe es Majalahonda.
Y el caso es que a ella, toda una ciudad hecha y derecha, le da un poco de cosa y sonrojo reconocerse real, y quitarle cierto protagonismo -al menos sonoro- a su vecina la de la "d".

No es para tanto, pero ella no puede evitarlo.
El caso es que ha inventado una historia extrañísima y va diciendo por ahí, a quien quiera escucharla, que ella es un avatar de la ciudad real (que no de Ciudad Real), y que por favor pintemos sus casas de azul, aunque la confundan con Chefchaouen.

Menos mal que en febrero llegan la vacaciones de los pueblos y podrá en pocos días irse de viaje.
¿Y dónde viaja un pueblo, preguntará algún incauto parlanchín, bohemio y dicharachero? 
Pues a la montaña o a la playa, según los gustos.
Y Majalahonda siempre elige la playa, coqueta y pizpireta, porque hace ya seis meses que se compró un bikini en el Corte Inglés y está loca por estrenarlo.
Sí, ya sé, en febrero. Qué cabeza.

Majalahonda siente, cuando llega la noche, la soledad del silencio. 
Ella necesita de la sonoridad para que su existencia se haga real, porque ni las páginas de internet ni la guía Campsa refrendan una realidad creada entre dentistas y andaluces.

Y sí: no llegua a odiarlo pero le da una rabia tremenda.
Le da una rabia tremenda cuando algún antequerano teclea en Google "Majalahonda" y el gran gurú del todo lo sé le espeta un "quizás quiso decir" que le vacía el alma y la arroja al desconsuelo.

"Quizás quiso decir Majadahonda"
Pues no, capullo.
Majalahonda.
  

lunes, 25 de enero de 2010

Las ratas del aire















Como decía Muchachada...

Que el mundo es un lugar contradictorio no lo vamos a descubrir ahora. Que podamos a un tiempo admirar la lluvia y odiar mojarnos no está para nada reñido.
Que podamos al mismo tiempo disfrutar del caos y la serenidad, de The Lounge Lizards y Ruibal, o del mar y el asfalto no es en sí contradictorio.
Viva pues lo ecléctico. 

Ahora las palomas...

Viví durante tres años en una buhardilla en Madrid, en un sexto sin ascensor, y escucharlas regurgitar en mi duermevela no era de lo más agradable.
Son pájaros, saben volar, sí... Pero no, no puedo con ellas.
Muchas son las amigas que así se llaman, sí... Pero no, los pájaros son otra cosa.

Hace poco me encontré con un buen grupo de ellas y me sirvieron para jugar con la obturación y el movimiento.
Asustarlas un poco y dejarlas volar para que las alas desplegadas hicieran el resto.
Unas cuantas fotografías hechas en un santiamén para recordar aquellos años de campanario y aleteos.
Instantes detenidos de las más conocidas como ratas del aire.
Ay, las palomas... 
 

domingo, 24 de enero de 2010

Mañana empiezo XXXXVI







Ración doble de nada, que no doble o nada, (de nada) en esta semana especial...

Esta tira va a hibernar pronto.
Lo he dicho en alguna ocasión.
Quizá la entrada cincuenta sea un buen momento para un descanso. 
Sí, sólo para un descanso.

Bullen por mi cabeza otros proyectos y a ver en qué acaba la cosa. 
Soy tan disperso...

Siempre me dio pereza fregar los platos. Lo bueno o lo malo es que te tienes que poner a hacerlo aunque no quieras.
El dibujo es diferente.
Para dibujar tienes que obligarte aunque lo que quieras es hacerlo.
Y yo me obligo. 
Esta tira contradictoria es buena muestra de ello.

Ataúdes sacapuntas, folios que sueñan ser cheques, las disquisiciones noctámbulas de un solitario flexo, y el recuerdo infantil del repeinado de los domingos me acompañan esta noche.

Obligándote salen estas cosas.
 

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que el mundo no es redondo sino plano XXII



148) Porque no hay nada más bonito que morir con ochenta y nueve años navegando por el mar en un velero hasta el fin del mundo, y caer al infinito mientras el sol se pone...

149) Porque si el mundo fuese redondo no sería posible un mundo al revés.
Y vaya si está al revés.
Vaya si lo está.

150) Porque Dios tenía resaca, una resaca horrible de bourbon y chupitos de jagermeister el día que lo levantaron temprano para crear la Tierra, así que la acabó haciendo a imagen y semejanza de su encefalograma mañanero.

151) Porque redondo es el de ternera, y la ternera no es el único animal de este mundo.
Vamos, digo yo.

152) Porque Emiliano Nuñez viajó en tren cada uno de los días que duró su vida laboral de más de treinta y dos años, para desplazarse entre Villagarcía de Arousa y Santiago de Compostela, y  nunca, nunca se cayó para abajo.
Hubo tres días, separados en diez años, que el tren no salió por culpa de la nieve, pero eso no tiene nada que ver con lo que aquí estamos hablando...

153) Paciencia Leal Ante Negacionistas Orondos

154) Vamos a ser serios:
Imaginemos, sí, imaginemos que la Tierra fuese redonda.
Entonces, inevitablemente, sólo cabrían dos posibilidades: 
O está rellena de sólido, o está rellena de aire.

Seamos serios, señores y señoras, rellena de sólido no va a estar porque entonces pesaría mucho (o mogollón) y se estaría cayendo y cayendo por el universo hasta llegar a estamparse contra un suelo infestado de serpientes, y eso no.
Eso no.

Pensemos entonces que está llena de aire.
Venga, de acuerdo.
¿Qué pasa entonces con los pozos petrolíferos? No habíais pensado en eso, eh, listillos...
El que piense que la Tierra es redonda, es que tiene el corazón renegrío...

sábado, 23 de enero de 2010

La invasión de los tecno-romántico mutantes


Era inevitable. ¿O no?
Tarde o temprano tenía que aparecer por aquí esta joya cuasi perdida del audiovisual nerjeño.
"La invasión de los tecno-románticos mutantes".
Pura serie Z.
Puro arte.

No hay mucho que contar de esta maravilla, de esta inclasificable obra perdida durante más de una década, de esta sinvergonzonería manifiesta, de esta referencia inevitable rodada ¡en pleno diciembre! en las playas de Nerja.
Es lo que es. Simplemente hay que verla.

Sí hay, de todas formas, una historia detrás, y es que lo rodamos la buena gente de Yaumate, allá por el 93. ¡Hace diecisiete años!
Y por una cierta vergüenza ajena, por la poca confianza, por pudor, por miedo al engendro que habíamos capturado con la cámara permaneció -casi- oculto durante los once años siguientes.
Fueron Sego y Mariano los que en una tarde de hastío y aburrimiento rescataron aquellas grabaciones a medio montar del cajón del oprobio y el olvido.
En los tecno mutantes había una historia.
Claro que sí.

Once años más tarde aquel material veía la luz y todos nos dimos cuenta de que el tiempo había engrandecido aquella historia.
Todo lo que antes era vergüenza ahora era creatividad, donde antes había sonrojo ahora sólo quedaba la risa imparable y el asombro absurdo.
Impagable.

Son muchas las veces que recurrimos, en nuestras batallitas, (comidas de menú, charlas de té, tardes de cortijo o noches al lado de la playa) a la posibilidad de hacer una segunda parte.
La historia sin duda lo merece.

Qué habrá sido casi veinte años después de su grabación de la vida de esos personajes que se pierden en el atardecer de una playa camino de las ciudades.
Quizá tengan trabajo, rutina y niños, quizá estén agobiados con hipotecas, problemas y realidades diarias, pero seguro que tras cada uno de sus corazoncitos ruge con fuerza un tecno romántico mutante.
Seguro.

Y a fe mía que a fuerza de mordiscos estarán a punto de rebelarse de nuevo, esta vez (por ejemplo) contra los cantantes latinos.
No perdáis de vista vuestra espalda.
Quizá, ahora mismo, estén al acecho...

viernes, 22 de enero de 2010

Bombero es mi pasión, año uno



Así es.
El jueves 22 de enero de 2009 empezaba este blog con un "He visto demasiadas veces Ciudadano Kane..." y ya ha pasado un año.

Si hay que hacer balance yo no puedo.
Yo sólo puedo decir que lo estoy disfrutando -todavía- como un juguete nuevo del que aún no me he cansado y que me permite imaginar y desparramar y sentir y crear y perderme como no recordaba.

Hace tiempo alguien me dijo que era más yo en este blog que en otras muchas cosas y creo que tiene razón. Para lo bueno y para lo malo.

Conforme a lo que pretendía (básicamente obligarme a trabajar y colgar trabajos antiguos), la cosa se ha ido cumpliendo, aunque a partir de ahora tendré que subsistir mucho más con las cosas nuevas, de verdad, qué pereza.

Decir también que gracias al blog he redescubierto el placer de la escritura. 
En un entorno que nació y pretende ser eminentemente visual, los comentarios, las apostillas y las idas de olla literales me reencuentran con muchas cosas que estaban por ahí dormidas y que sí son como soy yo.

Intentar como me propuse tener una entrada diaria (exceptuando vacaciones, solo faltaría) es un ritmo quizá demasiado exigente.
Ya he dicho varias veces que llegará el momento en que bajará la cadencia pero mientras eso no ocurra seguiré disfrutando/sufriendo igualmente.

Para mañana había pensado estrenar mi nuevo corto (así lo hice justo hace un año), pero voy a demorar ese estreno a cambio de ofreceros una sorpresa, una joya, un engendro.
Era necesario.

A los que estáis ahí gracias por perder el tiempo conmigo.
Intentaremos, mejor o peor, seguir en la misma línea.

Nos vemos mañana.

Mañana empiezo XXXXV (edición especial aniversario)







Hoy estamos de aniversario. No para celebrar la entrada 45 de esta tira, que también, sino porque se cumple un año desde que este blog empezó a andar.
Un añito de mucho descaro y poca vergüenza, pero también con algo de toneladas de líneas e ideas absurdas desparramadas por ahí.
Unas cuantas tiras es también una buena forma de celebrarlo.
Digo yo...

jueves, 21 de enero de 2010

Variaciones para Cortos de Vista 7











Variaciones, variaciones, llevo variaciones...

Tantas (aquí solo hay unas pocas) que al final uno pierde el criterio y no sabe con cual quedarse.

El trabajo corresponde a los diseños de la camiseta del festival Cortos de Vista, que este diciembre tuvo lugar con un éxito atronador, y que celebramos en su séptima (se dice pronto) edición.

La que acabó convirtiéndose en la camiseta que tengo colgada en mi armario es la primera de las imágenes que os enseño, la del azul perlado y el amarillo mostaza (qué gracia me hace eso de ponerle cierto adjetivos/sustantivos a esos colores de por sí indefinibles)

Lo que sí que me he dado cuenta es que lo he incluido en la etiqueta "ilustraciones" aunque obviamente no lo son, y tendría que abrir una nueva llamada "diseños", mucho más apropiada, pero por pereza no lo voy a hacer.

Queda el recuerdo del trabajo hecho, y sobre todo de una proyección que todos disfrutamos.

Pájaros XXIII







Los pájaros siguen a vueltas con lo mismo...

Así es: amores ciegos, abandonos varios, desamores arraigados e hipopótamos en tiovivo: Lo normal.
Las historias siguen sin dejar muy claro la frontera entre hombre y pájaro, pero es que eso sería como querer crear un límite entre el viento y el cielo, y claro...
Los pájaros son tan inasibles que por no poder uno no puede ni definirlos en condiciones.

Eso sí, siempre acaban volando.
Siempre.

miércoles, 20 de enero de 2010

La escala gris de perder el tiempo











Siempre me gustó la expresión "escala de grises" porque sonaba muy musical.

Dibujar debe ser como bailar, o como tocar un instrumento -lo he dicho alguna vez- y para uno que no sabe ni de lo uno ni de lo otro, dar taca taca con el trazo acaba resultando de lo más reconfortante.
Y musical.
Además soy de los que defienden el gris, no sé si como un color, pero sí como una tonalidad nada triste; algo más que sugerente y luminosa.

Dibujar en blanco y negro para rematar con las gradaciones. Sacar algo de luz, moldear la inevitable bidimensionalidad y rematar mi mundo sempiternamente plano.

Siempre me gustó la expresión "escala de grises" porque me recordaba también a la escalera. 
No me gustaban tanto los policías que vestían de ese color y su tendencia a la porra suelta.
Prefiero sin dudarlo la mano que baila loca y se desparrama conspicua y curiosa por el papel en busca de su baile perfecto.
Prefiero las gradaciones que se topan con la frontera plana de una línea gruesa que la encaja; y con las flores, pájaros, lunas, manos, mares y estrellas que de su baile salen.

Todo lo demás es perder el tiempo, esa gran obsesión que siempre alcanzo.

martes, 19 de enero de 2010

Viaje a Estambul I















Paseando entre la gente, perdido de tiempo y espacio, caminando por primera vez entre el frío, lejos de la casa y el ruido.

Estambul es una ciudad que se expande y se concentra. Se expande desafiando incluso a su propio continente y se concentra alrededor de un mar que no se sabe si viene, si va o si se pierde tranquilamente en su propia esencia.
Estambul es una ciudad con banda sonora que te acecha en cada esquina. Sonidos de oración, voces que parecen lamentos desgranados en el aire, llamadas que paralizan las requiebros espontáneos. 

La ciudad de las siete colinas es un lugar plagado de agujas inmensas que desafían al cielo. 
Tiene Estambul ese ritmo tranquilo del paseo meditado, tiene también el jolgorio de los mercados y bazares donde perder media vida, y tiene más allá de las puertas su noche abierta a los misterios que salen a la calle para encontrarse contigo.

Toda la mezcla de tierra y tiempo, todo el peso de las civilizaciones pasadas y las encrucijadas futuras, toda la vida derramada en cada paso.
La humedad cerca del Bósforo, barrios de diferentes culturas unidos y encontrados en el espejo, una sirena que suena, un barco que parte y otro que regresa.

Hay en cada viaje un poco de pérdida y un mucho de regalo. 
Algo de tristeza y una espuerta de asombro.
Mucho de sorpresa, mucho de esperanza.
Y ganas de seguir...

Uno no sabe entonces si volver, o si seguir yendo.
 

lunes, 18 de enero de 2010

De bomberos XX



Pasa el tiempo y los bomberos suman a cada año cumplido un peldaño más en su escalera.
La escalera crece y crece y crece.
Los bomberos no quieren ni pensar qué pasará cuando la escalera roce la luna y se convierta en estrella para el resto de planetas.
Probablemente entonces no apagarán incendios y sí iluminarán a las tortugas sus noches de luna nueva.

Por no hablar de su sombra, proyectada en el suelo, que dará la vuelta al mundo al menos dos veces, y se saludará ella misma, cuánto tiempo sin verte, como si fuese una gran desconocida.


A Elena, por su cumple.

domingo, 17 de enero de 2010

Mañana empiezo XXXXIV







Y diga cuarenta y cuatro...
Cuarenta y cuatro maneras de no decir nada, cuarenta y cuatro maneras de perder el tiempo de un modo inmisericorde, cuarenta y cuatro maneras de que nunca sea mañana...

Bombillas que se van calentando conforme avanza el día, beber olvidar y dibujar todo en uno, mesas de dibujo que notan el paso del tiempo pese a cómo estén hechas.
Fisioterapeutas que entran en liza, apagones eternos o amores que empiezan y que han venido para quedarse.

Los dibujos se van sucediendo sin que parezca que el tiempo pase.
Y sí que pasa...

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que el mundo no es redondo sino plano XXI



141) Porque nadie puede hacer un esquema tan complicado como el de arriba (para más ende "plano") si la Tierra fuese redonda...

142) Porque si no, a estas horas que aquí es de día, en Nueva York sería de noche.
¿Os imagináis?
Pero no es así, claro, en Nueva York, de hecho, NUNCA es de noche, lo que pasa es que a los neoyorquinos les encanta dejarse las bombillas encendidas...

143) Porque no era lo que pensaba Matilde Vallés antes de salir de su casa un 23 de marzo de 1914, pero después de comprar el pan y charlar un buen rato con Pepa la Palentina llegó a su casa y entonces ocurrió. 
Quitó el polvo a su la foto enmarcada de su Pepe, que había muerto hacía ya dos años, se echó un vaso de aguardiente y dijo para sí: "Plana"

144) Porque hay cosas que solo vale sentirlas. 
Cosas que no se pueden racionalizar (aunque doy fe que lo intento). 
Cosas que no se pueden, o que no merece la pena explicarlas.

Porque hay cosas donde sólo manda el corazón y no la cabeza.
Cuando te encuentras frente a una de esas cosas -la Tierra Plana, el "concepto" de la Tierra plana-, la sientes, cierras los ojos y ya no hay nada más que decir...

145) Porque Dios era tuerto, y en esas condiciones la perspectiva no era lo suyo...

146) Porque hay un insecto, cuyo nombre no recuerdo, que se hace una bola enrollándose sobre sí mismo cuando presiente el peligro.
Pero nosotros no.
La Tierra no.
Nosotros y la Tierra somos unos valientes que afrontamos lo que nos echen a cara descubierta...

147) Por lo mismo que existen los Pitufos y Pitufilandia. El mundo es plano y con una tendencia inevitable hacia el azul...

viernes, 15 de enero de 2010

Vecinos II: Se necesita camarero



Vecinos, segunda parte.
Un tanto apócrifa, sí, un tanto en tierra de nadie, salido el vecino principal de la azotea y enfrentado al mundo real, cruel e imparable a un tiempo...

Inciso:
Con ganas de reírnos de nosotros mismos, como siempre hemos hecho. 
Con algo de ironía, pero sin mala intención, me atrevería a decir que este corto va de: "Un gilipollas que sale en busca de trabajo".
No me digáis que no es temática social...
Es broma, claro.
Fin del inciso.

Soy tan desastre que no recuerdo ni el año (¿96?). Mariano o Pelu seguro que se acuerdan.
Pero sí recuerdo bien que nos divertimos. Recuerdo que Dani Rivas nos dio todas las facilidades para grabar en su bar, el Obelix, y sobre todo recuerdo el frío pero frío que pasé en mi aparición estelar.
Verme así, con el pelo largo y sin barba me hace gracia, pero nada comparable al recuerdo a estar "allí" encerrado mientras se grababa el plano.
La verdad que la pinta de jovencitos que manejamos todos es bastante considerable.

Como siempre nos pasa no creo que pensásemos demasiado la historia. 
Ni pretendíamos tampoco exactamente hacer la segunda parte de "Vecinos", aunque el personaje de Pelu -nacido para la comedia- homenajee a los grandes del cine mudo hasta llegar incluso a Mr. Bean, y acabe siendo sin duda un factor que da unidad a todas las historias.

Ese personaje nos daba mucho juego, es cierto, y nos llevó a rodar una tercera parte (más en consonancia con la primera, de vuelta a la azotea y a un vecino bastante más formal que en esta).
Incluso hay por ahí extractos de una historia que bien podría ser una cuarta parte, con nuestro vecino favorito como jugador de tenis, que -como otros muchos- se acabó quedando en el tintero de los proyectos inacabados.

Os dejo con "Vecinos II: Se necesita camarero", hecho sin más pretensión que la de pasar un buen rato.

Y a fe que lo conseguimos.

jueves, 14 de enero de 2010

Before the rain (Renoir Cuatro Caminos)



El círculo nunca se cierra...
Y parafraseando su propia alma, esta película tampoco.

Articulada en tres partes de un modo nada convencional, con un lenguaje intenso, turbador y complejo, Before the Rain nos arrastra a través de las peligrosas aristas de todo lo que hay detrás de lo que nos están contando.

Madrid, 1994.
Los Renoir Cuatro Caminos los abrieron (la memoria es mala consejera) un par de años después de su hermano mayor de Plaza de España. 
Era un lugar que no invita demasiado a pasear, quizá, pero que en aquella época me pillaba bien cerca de casa.
Recuerdo que fui con Pelu (muchas veces, es cierto, recuerdos más los detalles colaterales de la película -con quién la vi, dónde- que la propia historia), y recuerdo que entramos en la sala con el primer (o segundo, vamos) plano del film. Con la película ya empezada, qué desastre.
Una iglesia, una misa, y Pelu y yo buscando rápido un buen sitio para disfrutar de la historia.
Y vaya si lo hicimos.
Religiosamente.

Hay un trasfondo triste y terrible que dura todo el metraje.
La primera de las partes -para mí, sin duda, la más redonda- con su silencio mantenido, las metáforas elaboradas y las pasiones contenidas te prepara para la sorpresa continua, la realidad desaforada, la guerra cruenta o la insensatez descabellada del resto de la película.

Una banda sonora que se te metía indeleble de la mano de imágenes poderosísimas.
La sinrazón del odio que una y otra vez, una y otra vez y otra, nos golpea y nos acongoja sin remedio.
La sinrazón de la guerra, la sinrazón de la estupidez humana, la sinrazón inevitable, y ese odio que todo -lo más puro, lo más honesto- lo acaba destruyendo.

Madrid en primavera tenía otro ritmo. Algo más pausado, algo más alegre.
Los colores aparecen en la ropa y en las calles, y las horas de sol se expanden al llegar la tarde.
Todo eso se paró aquel día de marzo dentro de aquel cine.
El círculo que nunca se cierra.

Milcho Manchevski dirigió con pulso y contención esta su ópera prima. 
Y nunca, al menos para mí, consiguió volver a estar a esta misma altura. 
Interpretada fantásticamente por Katrin Cartlidge y Rade Serbedzija, y por un Gregoire Colin al que me he ido encontrando por películas que forman parte ya de mi vida, curiosamente en apariciones un tanto tangenciales.

Before the Rain. El círculo imposible, el círculo inacabable o el círculo perfecto.
Juegos narrativos con el tiempo, la fotografía presente como documento y como el pasado que regresa, y el observador que se enfrenta a la narración sin saber qué va antes, qué va después, hasta que al final de la película nos damos cuenta que ese final es el principio, que el principio fue el final, que no hay principio ni final y que, efectivamente, el círculo nunca se cierra.

Por eso al salir del cine y abrirse a la primavera madrileña uno podría darse media vuelta y volver a entrar en la sala en esa película que más que ninguna otra, nunca acaba.

No lo hicimos, pero casi.



miércoles, 13 de enero de 2010

Historias del otro lado VIII



Busco en las palmeras el verde de sus hojas...

Siempre he buscado en las palmeras el rastro de mi infancia, los paseos cerca del mar, el verano recién llegado con sabor a sal.
He buscado las palmeras, con su majestuosidad de sombrero,  con su altivez eterna que se abre al mundo.
Es mi infancia que se recobra con cada olor a dátil, con tanto cruce de corteza.

Y una pequeña historia para recordarlo, para rozarlo, claro que sí, con la mirada.
Una pequeña historieta antigua que vuelve esta noche con el recuerdo de un estío.

Busco en las palmeras un recuerdo perdido...
Y me abro al sueño.

De bomberos XIX


Los bomberos parten de viaje con una sola idea clara en la cabeza: Mentir.
Mienten en los aeropuertos, a los recepcionistas de hotel y a las dependientes más guapas de las tiendas de souvenirs.
Porque sí.
Porque pueden.

Los bomberos se hartan de mentir a quien no los conoce porque es su camino más rápido para tener otra vida, en otra ciudad, y poder llamarse Justino.
Han estudiado biología, viven en Santander y meriendan té con pastas todas las tardes.
Les gusta apostar en las carreras, estudiaron a Stendhal, fuman Gaulosies sólo en invierno y revientan las tertulias de los cafés bohemios con voces que rezuman coñac y resquemor.

Los bomberos viajan dejando atrás un alma y mil rutinas.
Mienten como los bellacos que no son.

Los bomberos preguntan dónde se va al mercado en una lengua que solamente ellos conocen y cuando se quieren dar cuenta al final alguien les entiende y acaban comprando comino a espuertas.
Regalan rosas a parejas desconocidas, escriben con lápiz en el lateral de su mesilla de noche y hacen fotos inútiles que únicamente quedarán para su otro yo.

Los bomberos cuando viajan mienten más que hablan, y cuando se sientan en una cafetería piden un café olvidando, maldita sea, que a los que dejaron en la otra orilla del espejo nunca les gustó.
Y lo remueven y remueven con la cucharita hasta que se queda frío, mirando al infinito con cierto aire de nostalgia.