viernes, 31 de agosto de 2012

El peor gurruño de la historia


Madrid, 1998.
No fue una mala época.

Para poder situarnos en el contexto, en aquel momento yo trabajaba en Animart, una Escuela de Animación que a su vez funcionaba como productora, asociada a Arte Visuales.
Sí, fueron años buenos.
Yo daba clase en la Escuela y dentro de la productora desempeñé varios roles, relacionados fundamentalmente con lo que podríamos llamar el departamento de color.
Probablemente el trabajo del que nos sentimos más orgullosos, el que más tiempo nos llevó, fue "Puerta del Tiempo", un largometraje de animación que hicimos con diseños de Antonio Mingote, del que habría que -también- hablar algún día.

Pero el trabajo sobre el que gira la historia de hoy es la cabecera del programa musical de RTVE "Séptimo de Caballería", producido y conducido por Miguel Bosé.
Los diseños y story board de la cabecera fueron supervisados por Ostra Delta, y a nosotros nos llegó la tarea de realizar la animación en 2D.
Nos llevó, recuerdo, un verano de trabajo y ahí quedó la cosa.
Quizá muchos no lo recordéis, pero cuando veáis el vídeo, es lo primero que aparece.

Esta historia, en realidad, comienza dos semanas después de haber sido entregada la cabecera.
Cuando casi nos habíamos olvidado de ese trabajo y estábamos en otra, suena el teléfono.
Al otro lado una voz me dice:
 - "Mira, te llamo de la productora de Miguel Bosé, es para ver si nos podíais hacer un favor"
 - "Claro"- contesté- "dime de qué se trata"
 - "Pues verás" -empezó a explicarme la voz del otro lado- "Hemos pensado que para los títulos de crédito del final estaría bien dividir la pantalla en dos con una línea vertical, de modo que en el lado izquierdo aparezca una fotografía, y en el derecho se sucedan los nombres del equipo técnico"
 - "Me parece estupendo, ¿y qué necesitáis exactamente?" -pregunté, ingenuo, pensando que querrían algún fotograma de la cabecera o similar"
 - "Sí, lo que necesitamos es que nos hagáis una línea, la línea vertical que separará las dos mitades. Y si es en rojo mejor".

Tardé en salir de mi asombro.
No sé si llamarlo absurdo, no sé si llamarlo Kafkiano, pero me estaban llamando desde la otra punta de Madrid, para pedirme una línea recta.
 - "¿Pero...la queréis a mano, con una regla...? -balbuceé presa todavía de incredulidad.
 - "No sé" -me dijo- "Vosotros sois los expertos".

Entonces calculé y lo vi claro.
Vi claro que iba a tardar más en explicarle lo poco que se tarda en hacer una línea recta con una regla que en hacerla yo, escanearla y mandársela.
Esto (cómo se tarda más en explicar una cosa que en hacerla) es una verdad que en el entorno laboral muchos hemos experimentado más de una vez (y de la que por cierto otros se aprovechan para no dar golpe) pero qué le vamos a hacer.
Así funciona.

El caso es que así lo hice. Y ya puestos (un folio puede llegar a ser muy grande) decidí hacerles seis o siete líneas rectas para que ellos eligieran la que más les gustase.
Pero ahí vino el problema.
Culpemos al asombro, culpemos a las cervezas del Ave Turuta del día anterior o a que no puse mucho empeño, pero de aquellas siete líneas rectas una me salió mal. 
La regla se movió y se generó un gurruño.
Y yo miré el papel:
Seis líneas bien, una con un gurruño.
Conclusión:
No se te ocurra repetirlo, Juanra, mándalo y a tomar viento.

Y ahí habría terminado la historia de no ser, evidentemente, porque en aquella productora eligieron, de entre todas y como no podía ser de otra manera, la línea del gurruño.
A alguien que no sabe hacer la O con un canuto no le pidas que distinga una O de un 0.

Y ahí me tenéis a mí, meses después, cuando empezaron a emitir el programa, sentado frente al televisor, interesado más o menos en los músicos invitados al mismo, pero esperando, semana tras semana, el final del programa para poder ver MÍ LÍNEA, una línea inequívocamente mía, una línea con un GURRUÑO hermoso que aún hoy, cuando suenan las trompetas y redoblan los tambores, consigue que mi alma creativa y absurda se emocione a partes iguales.

He tenido problemas para subir el vídeo directamente de la página de RTVE, así que lo tendréis que ver pinchando en este enlace.
Nada más arrancar aparece la cabecera, pero para ver el gurruño, mi gurruño, tendréis que ir al tiempo de 1:42:30, dejar que Miguel Bosé despida el programa y emocionaros conmigo ante tamaña presencia.

P.D.
Ya puestos enlacé, para mí, el mejor de los programas que se hicieron entonces: el del gran Enrique Morente. Disfrutadlo igualmente.

Refranero monárquico




jueves, 30 de agosto de 2012

El peor gurruño de la historia (prólogo)


Por mucho que no suela aparecer mucho por aquí, una de mis entradas más queridas es la que se aúna bajo el epígrafe de "lo peor de mi vida".
Y es que, aunque tampoco haya escrito tantas, detrás de todas y cada una de ellas se esconde una historia.
Y eso es, muchos lo sabéis, lo que más me gusta a mí, la razón última de este blog: contar historias.

Esta historia, la historia del gurruño, tiene ya lo menos quince años. Había estado yo buscando la evidencia gráfica o visual que sustentase la historia y por fin ha aparecido.
La verdad que cada vez que lo veo no puedo sino esbozar una sonrisa en mi rostro, por lo absurdo, por lo genial, por lo estúpido.

Muchos quizá la conozcáis, otros me la habréis escuchado algún día, pero mañana la contaré, por fin, desde el principio al final, con todas sus consecuencias.

Que en la historia aparezca Madrid, una regla, Miguel Bosé, la falta de sueño, Enrique Morente o la desgana es lo de menos.
Esta historia será, porque lo importantes es lo importante, la historia de un gurruño. Del peor gurruño de la historia.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Los atardeceres


Además
los atardeceres
siempre llegan
puntuales
a todas luces.

martes, 28 de agosto de 2012

Excesivo


Te quiero
fiel y excesivo
como La Sexta a Bones
como Antena 3
a Los Simpons.

Pájaros CXIII






Nada que contar,
aunque en la nada haya un mundo
que nada en la tierra,
aunque en el cielo haya un suelo
que vuelo en mi sueño.

viernes, 24 de agosto de 2012

miércoles, 22 de agosto de 2012

El final de verano


Y no te acerques
a la luz
que no hay manera.

martes, 21 de agosto de 2012

Pájaros CXII







Qué grande es el verano y qué chica una piscina.
Qué grande el cielo y que corto el adiós.
Allá donde hay plumas no sólo habrá playas nudistas.
Habrá ausencia.
Y plumas.

lunes, 20 de agosto de 2012

La araña de Louis











Tokyo me ofreció un último regalo el día anterior a mi partida, en forma de araña en pleno Roppongi.

Y por mucho que uno conozca a Louis Bourgeois, por mucho que uno se hubiera emocionado ya hace unos años con la retrospectiva que le dedicó el Reina Sofía, no pude sino cautivarme de nuevo ante los intangible, lo etéreo, lo contundente y lo inexplicable de su magia.
Quizá es que, al final, uno es más mitómano de lo que admite.

Así que fue fácil dejarse seducir por lo orgánico de aquella pieza, en un duro día de sol y calor en la capital nipona.
Fue fácil recorrer una a una las patas de aquel arácnido plantado en mitad de la gran urbe.
Fue fácil dejar que los potentes nervios retorcidos sobre sí mismo se adentraran en el objetico sin más red que la suya propia.

Tokyo me ofreció un último regalo y yo, educadamente, lo acepté con agrado y lo guardé, empaquetándolo con mimo en mi tarjeta de memoria, ya maltratada por el paso de los días.

domingo, 19 de agosto de 2012

Mañana empiezo CXLIV








Entre la cama y la playa anda el juego.
Camas que vuelan, manos que vuelan, y escaleras que bajan.
En vacaciones uno piensa siempre que por qué elegir entre dormir o ir a la playa si se puede dormir en la playa misma.
Con pensamientos así, mejor empezamos en octubre.

Calvin Klein y Kevin Kline (lo que pudo haber sido y no fue)


Eso me pasa por listo.
Por no contar.
Y, como siempre en la vida, si no cuentas no hay manera de llevarse veinte.

El caso es que estuve tan feliz, ¡tan feliz!, la tarde de ayer sábado escribiendo la biografía inventada de Calvin Klein con Kevin Kline, con tanta emoción en mis palabras, que no fue hasta el final cuando me di cuenta que, efectivamente,  Calvin tiene 6 letras y Klein 5.
Horror.

Y yo que, como habrá podido comprobar cualquiera que se haya asomado por aquí con periodicidad, soy rígido en las normas y monacal en mis comportamientos, envié directamente aquella fábula a la papelera de reciclaje.
Lástima.

Había escrito la historia de una monja que roba a dos hermanos nada más nacer, despistando a la madre con un guiñol de animales tuertos, y que los separa adjudicándole unos nombres (Calvin Klein y Kevin Kline) de tal manera que resultase imposible, hasta para el más afamado de los detectives, encontrar relación o parentesco entre ellos.

Pero todo se descubrirá cuarenta años después, cuando Kevin, el actor, siente esa conexión inmaterial con su hermano al ponerse unos calzoncillos, e inicia su búsqueda en Tailandia (él sabe de sobra que no está allí, pero es que hay unas playas muy bonitas).
Todo terminará, tras un periodo de intercambio de parejas no apto para menores, en el laboratorio del doctor Frankenstein, en los Alpes suizos, donde después de matar a las dos hijas de la monja con un ritual caníbal, Calvin parece dispuesto a estrenar con su hermano ¡por primera vez! un boxer de tres agujeros.

Era una bonita historia de amistad y honor aderezada con números musicales interpretados por gimnastas chinos.
Pero no.
Olvidaos, no saldrá de mí esa aventura en forma de entrada.
No podría escribirla y mirarme a la cara.
No sabiendo que 5 y 6, se mire por donde se mire, es hacer trampas.

viernes, 17 de agosto de 2012

jueves, 16 de agosto de 2012

Menos palabras

Menos palabras
y más mechas
que prendan
la llama
de las palabras.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Los animales pensativos





























Los animales piensan porque no pueden fumar.
Los animales piensan y sus reflexiones se pierden en el aire.
Los animales piensan y se imaginan volando como sus propios pensamientos. Se diluyen frente a estrellas, se sumergen cual peces y se raspan la vida pensada a golpe de cera en papel Canson.
Los animales piensan y -cual humano imperfecto- se guardan los pensamientos para ellos, en espera de una mirada cómplice.
Los animales piensan de perfil porque siempre fue más fácil. Se imaginan balanceándose en un columpio tan gigante como el líder de su manada.
Los animales piensan y callan.
Los animales piensan, 
y luego resisten.

martes, 14 de agosto de 2012

Pájaros CXI



















En verano nunca dibujo
porque en invierno tampoco.
En verano hay camas de plumas, lunas de noche, sombras de acompaña.
En verano hay lápices que lloran, lluvias a la espera, manos de ida y vuelta.
En verano nunca dibujo
porque cuando chico me caí en la marmita
y ya no hay quien me pare.

lunes, 13 de agosto de 2012

Viaje a Japón I























Volver con 40 GB y tener la sensación de no haber hecho ni una sola fotografía.
Es el signo de los tiempos.
Tener al mismo tiempo la posibilidad de grabar vídeo, hacer fotos con el móvil, con la cámara, enseñar las imágenes casi a tiempo real a través de las redes sociales... Y una y otra vez esa insatisfacción inevitable de que todo se te escapa.

Es verdad que no es tan diferente (viajar, la fotografía) a la vida misma. 
Y por eso gusta.

Japón ha sido el reencuentro con un Oriente que siempre me fascinó y en el que, por una extraña razón que se me escapa, me siento como en casa.
Un Oriente distinto, peculiar, reposado, hermoso, disciplinado y, como siempre también, lleno de contrastes.
Desde la locura abigarrada en su peculiar orden de un Tokyo terrenal y futurista, hasta la espiritualidad esparcida por las afueras de Kyoto. De la emoción de Hiroshima a lo terrenal de Osaka, de los Izakayas a los mercados, de un baño en un Onsen al húmedo paseo por los bosques de bambú de Arashiyama.
Y más. Mucho más.

Uno vuelve y pese a todas las sensaciones empieza a encontrar en las carpetas de imágenes recuerdos de esos días que casi no son ni pasado. Encuentra esas huellas que en definitiva las fotografías son.
Y encuentra reflejo de todo ese caos convertido en viaje.

Ya llegará el tiempo de reposar los pasos y esa mirada volcada al ordenador en forma de memoria que llaman física. 
Ya llegará el tiempo de sorprenderse con el contenido de lo que la hormiga que fue uno ha ido recopilando casi sin darse cuenta.
Ya llegará el tiempo de las ampliaciones, del tacto del papel, de la necesidad de tocar -aunque sea imposible- esos recuerdos capturados.

Ya llegará el tiempo del tiempo, ese complemento inevitable del viaje.
Ya llegará, porque no hay otra.