Madrid, 1998.
No fue una mala época.
Para poder situarnos en el contexto, en aquel momento yo trabajaba en Animart, una Escuela de Animación que a su vez funcionaba como productora, asociada a Arte Visuales.
Sí, fueron años buenos.
Yo daba clase en la Escuela y dentro de la productora desempeñé varios roles, relacionados fundamentalmente con lo que podríamos llamar el departamento de color.
Probablemente el trabajo del que nos sentimos más orgullosos, el que más tiempo nos llevó, fue "Puerta del Tiempo", un largometraje de animación que hicimos con diseños de Antonio Mingote, del que habría que -también- hablar algún día.
Pero el trabajo sobre el que gira la historia de hoy es la cabecera del programa musical de RTVE "Séptimo de Caballería", producido y conducido por Miguel Bosé.
Los diseños y story board de la cabecera fueron supervisados por Ostra Delta, y a nosotros nos llegó la tarea de realizar la animación en 2D.
Nos llevó, recuerdo, un verano de trabajo y ahí quedó la cosa.
Quizá muchos no lo recordéis, pero cuando veáis el vídeo, es lo primero que aparece.
Esta historia, en realidad, comienza dos semanas después de haber sido entregada la cabecera.
Cuando casi nos habíamos olvidado de ese trabajo y estábamos en otra, suena el teléfono.
Al otro lado una voz me dice:
- "Mira, te llamo de la productora de Miguel Bosé, es para ver si nos podíais hacer un favor"
- "Claro"- contesté- "dime de qué se trata"
- "Pues verás" -empezó a explicarme la voz del otro lado- "Hemos pensado que para los títulos de crédito del final estaría bien dividir la pantalla en dos con una línea vertical, de modo que en el lado izquierdo aparezca una fotografía, y en el derecho se sucedan los nombres del equipo técnico"
- "Me parece estupendo, ¿y qué necesitáis exactamente?" -pregunté, ingenuo, pensando que querrían algún fotograma de la cabecera o similar"
- "Sí, lo que necesitamos es que nos hagáis una línea, la línea vertical que separará las dos mitades. Y si es en rojo mejor".
Tardé en salir de mi asombro.
No sé si llamarlo absurdo, no sé si llamarlo Kafkiano, pero me estaban llamando desde la otra punta de Madrid, para pedirme una línea recta.
- "¿Pero...la queréis a mano, con una regla...? -balbuceé presa todavía de incredulidad.
- "No sé" -me dijo- "Vosotros sois los expertos".
Entonces calculé y lo vi claro.
Vi claro que iba a tardar más en explicarle lo poco que se tarda en hacer una línea recta con una regla que en hacerla yo, escanearla y mandársela.
Esto (cómo se tarda más en explicar una cosa que en hacerla) es una verdad que en el entorno laboral muchos hemos experimentado más de una vez (y de la que por cierto otros se aprovechan para no dar golpe) pero qué le vamos a hacer.
Así funciona.
El caso es que así lo hice. Y ya puestos (un folio puede llegar a ser muy grande) decidí hacerles seis o siete líneas rectas para que ellos eligieran la que más les gustase.
Pero ahí vino el problema.
Culpemos al asombro, culpemos a las cervezas del Ave Turuta del día anterior o a que no puse mucho empeño, pero de aquellas siete líneas rectas una me salió mal.
La regla se movió y se generó un gurruño.
Y yo miré el papel:
Seis líneas bien, una con un gurruño.
Conclusión:
No se te ocurra repetirlo, Juanra, mándalo y a tomar viento.
Y ahí habría terminado la historia de no ser, evidentemente, porque en aquella productora eligieron, de entre todas y como no podía ser de otra manera, la línea del gurruño.
A alguien que no sabe hacer la O con un canuto no le pidas que distinga una O de un 0.
Y ahí me tenéis a mí, meses después, cuando empezaron a emitir el programa, sentado frente al televisor, interesado más o menos en los músicos invitados al mismo, pero esperando, semana tras semana, el final del programa para poder ver MÍ LÍNEA, una línea inequívocamente mía, una línea con un GURRUÑO hermoso que aún hoy, cuando suenan las trompetas y redoblan los tambores, consigue que mi alma creativa y absurda se emocione a partes iguales.
He tenido problemas para subir el vídeo directamente de la página de RTVE, así que lo tendréis que ver pinchando en este enlace.
Nada más arrancar aparece la cabecera, pero para ver el gurruño, mi gurruño, tendréis que ir al tiempo de 1:42:30, dejar que Miguel Bosé despida el programa y emocionaros conmigo ante tamaña presencia.
P.D.
Ya puestos enlacé, para mí, el mejor de los programas que se hicieron entonces: el del gran Enrique Morente. Disfrutadlo igualmente.