viernes, 31 de diciembre de 2010

Coincidencias, balances, propósitos y deseos



Dicen que se acaba el año. Tiempo de hacer balance y nuevos propósitos para el que entra.
Y yo no sé, porque saber que mañana es un año distinto, sólo eso, es ya mucho saber.

Coincidencias...
o no, acabo este año con las mismas trescientas veintidós entradas que el dos mil nueve. Un poco buscado, es verdad, porque yo soy así y me gustan estas cosas. Aunque todo parecía indicar que lo iba a superar por uno pero no, al final la cosa quedará en empate.
Es un número excesivo, irreal, desvergonzado. 
Sí.
Como aquel.

Balances...
que como su propio nombre indica, van y vienen.
Yo sigo disfrutando con esto, y lo demás importa poco. Me da mucho más que lo que me quita, y lo que me quita es esa tontada que llaman tiempo.
He vuelto al placer de dibujar tiras, de escribir, de tener todos los huecos ocupados. 
Llegará un momento -llevo dos años diciendo- en que bajará la frecuencia, el desbordamiento, la locura. 
Pero mientras eso no pase habrá que aprovecharse, que las siestas cuando se prolongan enlazan con la noche.

Propósitos...
para el año nuevo, que no son demasiados. 
Virgencita, virgencita.
Seguirá habiendo manos, pájaros y coche; seguirán con mucha fuerza y brío renovado las historias del otro lado, ahora que los lados se confunden; seguirán las fotos, los poemas, los bomberos; seguirán con ese ritmo más pausado los cortometrajes no mostrados, los pirandellos escondidos, las biografías apócrifas, las películas y sus salas.
Pero hay una sorpresa.
O un susto.
O una amenaza.
Después de un tiempo de descanso volverán, por derecho propio y con energías renovadas, las "365 razones" que tanta sinrazón me dieron.
Faltaba un nuevo sofisma al que entregarse en cuerpo y alma a razón de una entrada diaria durante todo un año. 
Después de desarmar la falacia de un mundo redondo y demostrar empíricamente que en realidad es plano, he encontrado mi nuevo caballo de batalla.
Va a ser difícil, lo sé.
Pero la lucha merecerá la pena.
Empecé este blog un veintitantos de enero, casi como un propósito para aquel año que comenzaba. Será entonces, a modo de regalo de aniversario, cuando toque desvelar que gigante molino ha de ser derribado inmisericordemente.
Y ponerse a ello.

Y deseos...
deseos que no falten nunca. El deseo es el motor del camino, pardiez. El deseo es utopía, esa pila imprescindible.
No hay que esperar que un año acabe para formular deseos. Los deseos se deben llevar cosidos a la piel cada mañana de marzo. Para los demás y para uno.

Pues eso.
 

jueves, 30 de diciembre de 2010

Nieve, folio, monte, lápiz, ojo y nieve









La nieve tiene algo de folio en blanco. Nuestras pisadas son los trazos, las huellas son líneas que se imaginan camino.
El folio tiene algo de monte. Rugoso y terco, simiente de vida, expectante.
El monte tiene algo de lápiz. Guardando el carbón para cuando haga falta, dejándose acariciar para crear senderos.
El lápiz tiene algo de ojo. Nervioso y avisor entre la maleza, deslumbrado y temeroso ante los eriales.
El ojo tiene algo de nieve. Blanco y virgen y dispuesto. Lleno de luz que recibe y modela.

Hablaba de dibujo, no sé si me explico

domingo, 26 de diciembre de 2010

Viaje a Brasil III















El frío me evoca los cálidos paisajes del verano aún reciente.
El té caliente de la tarde acompaña los recuerdos de playas y palmeras. Los libros y el brasero traen los aromas de caipiriñas y brigadeiros.
Para todo lo demás están las fotos, que ellas sí que saben...


sábado, 25 de diciembre de 2010

Mañana empiezo LXXXV (edición especial II)











Época de especiales y reposiciones, opto por lo primero.
Pero sin perder un ápice de vergüenza, que conste, por mucho que la vagancia me aconseje lo segundo.
Lo que pasa que eso sería pasarse.
Y qué me gusta.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Hana-bi (Cines Alphaville)



Porque nunca estuve más cerca del dibujo dentro de una sala de cine.
Por haberme desconcertado.
Por mezclar muerte y violencia con ternura e ingenuidad, y salir ileso.
Por conseguir emocionarme sin decir palabra.
Por hacerme reír cuando en realidad me engañabas para a continuación pegarme un palo pero de los buenos.
Porque acompañaste a esa parte de mí que se deja llevar por el desasosiego, lo malsano y la nada.
Porque vivís muy lejos, porque estáis locos, y porque me fascináis con vuestra manera de ser

Y, porque siempre que pienso en ella, tengo unas infinitas ganas de volver a verla.

Hana-bi. Flores de fuego.
Madrid, 1997.

Al salir de callejear por el centro de Madrid y arribar a Plaza de España el viento y el frío se colaba siempre entre tus dedos.
Pero si ibas al cine no importaba...
Te habían hablado, habías leído, sabías que no ibas a ver una película corriente.
Y eso te gustaba.
Entras en el antiguo Alphaville, el de las butacas dobles, y te preparas -ritual establecido- a conciencia.

Un personaje inescrutable. Un mundo violento de mafias y yakuzas. 
Y surge el vacío, surge la pintura, surge la belleza.
Dicen que las historias están hechas de amor y muerte. Y Hana-bi se zambulle allí donde no queda ya otra cosa.
El amor por la esposa, la amistad del compañero. Todo se redime en un entorno inhóspito.

Me han dicho muchas veces, después de haberla visto, que es una película lenta, que es una película irregular, que es difícil y que no es redonda.
No viví yo esas mismas sensaciones aquel invierno en Madrid.
La sala a mitad, un buen asiento.
Nunca tengo prisa cuando entro en un cine para ver una película, así que si era lenta -puede que lo sea- era también segura.
Pero cuando un personaje y un entorno hostil te conmueven el resto importa bien poco.

Y las ilustraciones.
El mundo de los cuadros y dibujos del compañero paralítico (hechos por el propio Kitano) son un universo que estalla de color y emoción dentro de la propia historia.
Se hace materia, se hace tangible y cobra su propia identidad, su propio peso.
Estar en un cine como si estuvieses en un museo. Tu mirada recorre los trazos y los colores, las líneas, las figuras.
Y te sientes fascinado por la explosión de intensidad que se desborda. Por cómo se entroncan con la propia historia que languidece.
No solamente te acompañan.
Ellos son la historia.

La película se dirige a su final. El monte Fuji, los paisajes desolados. La nieve y la sangre, el gesto que no se tuerce. Una conexión más allá de las palabras.
Con la música de Hisaishi como un suspiro que adormece, la historia termina.
La sala se enciende, y sabes que afuera hace frío.
Buscas los guantes y sales a la calle.
Y ya llegados a Plaza de España, no sientes tanto el viento que sabes que hace.
Y es que tus sentidos están en otra.




miércoles, 22 de diciembre de 2010

Bartolomé contando: Los espacios vacíos II















Cumplo ahora la prometida segunda entrega de estos fondos que he hecho para el cortometraje "Bartolomé contando" y que, ya lo advertí en la primera entrada, ha sido en realidad lo único de trabajo en serio que (al menos en dedicación y minuciosidad) he podido dedicarle.

La falta de tiempo, la pereza, el estar en mitad de diez mil proyectos, pensar sólo en el siguiente, mi sempiterna dispersión, quién sabe, hacen que la cosa siempre quede coja.
Aunque ande.
Quizá algún día sea capaz de concentrarme y dedicar a un corto el mínimo de un año que como poco merece.
Mientras tanto, se van subiendo peldaños y, casi sin darse cuenta, uno toca con los dedos aquello que en realidad quiere hacer.  Que no es poco.

Entretanto valgan estos pequeños espacios vacíos, en espera de llenarlos en su estreno, que como siempre será el 29 de diciembre, en nuestros navideños "Cortos de Vista"...
 

martes, 21 de diciembre de 2010

Pájaros XXXVIII









Y no es sólo el poker que está lleno de parejas y dobles parejas...

Tenía ganas de dibujar y hacer un elogio de los tríos en lugar de las parejas, pero ha salido otra cosa.
Los pájaros, en su vuelo, se permiten muchas licencias, y hay que dejarlos.
Yo me río por su ingenuidad, y mira que me hacen gracia, pero los miro desde lejos.

Para que una pareja dure -hubiera debido dibujar- lo mejor es que el trío tenga muchas permutaciones...


domingo, 19 de diciembre de 2010

Mañana empiezo LXXXIII







Hasta para la vagancia es necesaria la buena educación.
Si usted bosteza con la boca cerrada, hágalo con el corazón.
Puede que a medio camino se encuentre con escaleras no peinadas, con estrellas que son shérif y están muertas, o con futuros que no quieren viajar donde ya están, qué pereza.

Mientras, la mano vuelve a dejarse llevar por un domingo que acaba entre cines y té, y nada de dibujo.
Like ever.

Historias del otro lado XIV



Hay ganas de verse, de dormir y de dibujar.
Ganas de descanso y lectura.
Ganas de perderse y volar y descubrir y asombrarse y cerrar los ojos al mundo que se abre.
Hay ganas de sabores dulces y tiempos lentos.
Siempre las hay, pero hoy más.
Deben ser las vacaciones, que huelen ya desde la ventana abierta.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Las definiciones de un coche a vapor XXXIV











Vuelve el coche a vapor, que se había echado una siesta, y huele fresco el fin de semana recién llegado.
Hay locuras, plantas que crecen y se marchitan y vuelven a crecer. Hay desamor y expectación, sorpresa y mucha tierra.
Encontraremos gente que se aleja, gente que se acerca, gente que se mezcla.
Y hay un bombín.
Y un bastón.
Y mucha infancia recogida.

De bomberos XXXV



Los bomberos abren siempre puertas que conducen a pasillos.
Nunca encuentran las soluciones que buscan.
Cuando hay que concentrarse se desdoblan, si hay que estar se pierden. Nunca miraron al ser llamados ni falta que les importa.

Los bomberos llueven sus días tras un cristal blindado.
Prefieren no mojarse a entenderlo, eligen la red y duermen sobre colchones dobles.
No les pidas arrojo, porque ya están lejos.

Los bomberos dibujan la noche distorsionando la luna.
Se inventan siempre la mitad de sus conversaciones, todo lo acaban con un té mientras remueven impotentes los posos del día que termina.
No necesitan camuflaje porque lo llevan prendido al alma, y es que cayeron en la marmita siendo niños y aún hoy se siguen bañando en ella a diario.

Los bomberos no se entienden, o eso dicen.
Abren puertas que dan a más puertas, tienen miedo de lo que hay afuera, imaginan la vida que no es y se mienten más que hablan.

Está en su naturaleza la cabezonería, y no me digas que no, que te reviento.

jueves, 16 de diciembre de 2010

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Siempre en busca del siguiente









Son sólo líneas que bailan.
Son únicamente trazos que se esparcen sin pensar.
Algo de color, un poco de retoque, el blanco añadido con posterioridad.
Bastante de no pensar, de dejar respirar al blanco, de pasar rápido al siguiente dibujo.

Porque el siguiente dibujo, sólo el siguiente dibujo es lo importante.
Todo lo demás es ya pasado.