En su recorrido por la vida, el coche a vapor se sigue encontrando con lo inverosímil: Se cruza con libros que guardan sueños, con cohetes bala que son él mismo, con mirones y privacidad en mitad de un naufragio, con el esquí de que vuela por encima del agua, y -para que no falte- con flechas que se clavan muy hondo, pero que dicen a las claras por dónde hay que tirar.
La direcciones pueden ser opuestas, pero el camino es uno solo.
Allá va, y nosotros con él.