domingo, 13 de marzo de 2011

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que 1+1 no son 2 (X)



064) Porque si a un Atila le sumamos un Alejandro Amenabar, nos salen "Los Hunos y los Otros", y yo no sé si iría a ver semejante película.

065) Porque Heriberto Aguirresarobe vivía a medio camino entre Estrasburgo y Hernani, dejándose llevar por los efluvios amatorios que desprenden las lozanas mozas que pueblan las campiñas francesas.
En su juventud -lo recuerda ahora que ronda los cincuenta- gustaba de cabalgar a lomos de un brioso corcel por los montes de Getxo, esquivando árboles con la gracia que le daban sus casi dos metros de altura.
Heriberto recordó, no sin cierto aire de nostalgia (una noche mientras pernoctaba con una marsellesa casada bien entrada en carnes) cómo una vez, veinte años atrás, cabalgando sin montura sobre la noble Perla, se encontró con un extraño bosque de únicamente dos árboles.
Heriberto detuvo a la yegua y se dedicó a contemplar la estampa de los dos árboles durante más de una hora. Vio cómo alzaban su tronco recto hacia el cielo, y casi rozando el paraíso empezaban a unir sus ramas como si en realidad fuesen el mismo árbol (1+1=1).
Él entendió enseguida que aquellos dos árboles efectivamente eran en realidad uno solo, unidos en el cielo por sus ramas y en el infierno por sus raíces, y que se ofrecían (o se ofrecía, en singular) a él como una puerta hacia su único destino posible, así que decidió cruzarla y seguir cabalgando hasta que las fuerzas de Perla se agotaran, cosa que ocurrió en el extrarradio de Estrasburgo.
Hoy, en esa cama deshecha, caliente por el cuerpo maduro de su amada francesa, fumando de la pipa que heredó de su padre, sabe que aquello mereció la pena.

66) Porque en un partido de fútbol, 1 gol son tres puntos.
Si le sumamos otro gol, pueden ocurrir dos cosas: Que sigan siendo tres puntos, pues ese nuevo gol sea del mismo equipo, o que sólo sea un punto, pues el nuevo gol ha sido en realidad del equipo contrario, que acaba de empatar y de fastidiarme la quiniela.
Así que en el extraño mundo del fútbol sólo hay tres opciones:
1+1=3
1+1=1
1+1= -867.345.200 euros

67) Porque una vez estaban Dios, Mahoma y Yahvé en un chiringuito de Benalmádena, tomándose unos zumos de zanahoria acompañados de un par de espetos de sardinas bajas en sal, y hablando de sus cosas (que si el Big Bang, que si Darwin y el dichoso mono, que si cómo va el Alcoyano en la liga de Regional Preferente) cuando llegó una brasileña de veinte años y prominentes curvas en top less, para pedirles fuego o en su defecto candela.
En ese momento las tres miradas se convirtieron en una (1+1+1=1) y los dos senos cariocas, turgentes, orondos y morenos (mitad por genética, mitas por el malagueño sol de agosto) se convirtieron en un único, deseado y admirado objetivo.
Sí, dos pechos jóvenes e incontestables son, ya sea para Dios o para un limpiabotas argelino, una única e integradora religión.
Y así 1+1 vuelve de nuevo a ser 1.

68) Porque el transcurso del tiempo es lineal, y no sumativo:
Son las 8 de la mañana, estás durmiendo en la cama, y suena el despertador.
Lo apagas pero no sigues durmiendo, que hay que ir a trabajar a las 9.
Estás despierto pero se está tan a gusto en la cama que decides esperar un minuto más. Sólo 1.
Miras el despertador y efectivamente son las 8:01. Bien. No hay problema. Estás despierto, te da tiempo y podemos esperar un minuto más.
Y así es.
Esperas un minutito más, ay qué a gusto que se está en la cama, miras el despertador y compruebas horrorizado que son las 8:42.
Te cagas en la madre de todos los despertadores, te vistes sabiendo que un día más no te dará tiempo a ducharte, y corriendo por la calle intentando no volver a llegar tarde al trabajo no te queda más remedio que echarle la culpa a la cuántica.
1+1=42.

69) Porque si cogemos una rebanada de pan de molde y le sumamos otra rebanada de pan de molde, lo que tenemos es un solo sandwich (por cierto, bastante soso, no me digas que no, que lo suyo es echarle más cosas, dónde se ha visto).
1+1=1 y de ahí no salimos.

70) Porque ya lo dijo Homer Simpson, uno de los mayores filósofos de finales del siglo XX (antes de que el devenir de tantísimas temporadas lo convirtieran literal y lamentablemente en un pazguato) afirmando uno de los axiomas más incontestables de la historia del pensamiento moderno, que casi todo -hombres y mujeres- hemos sentido en lo más profundo mientras nos vestíamos con el aturdimiento de la mañana.
Homer dijo:
"¿Por qué tendrá dos perneras un solo pantalón?".