martes, 23 de marzo de 2010

Las pompas de jabón















Vas caminando y ya. 

Allá en la calle él está parado en una esquina. 
Apenas si tendrá veinte años -piensas- mientras haces una pausa y ves cómo sopla suavemente el aro, para hacer pompas de jabón en plena calle.

Vende el juguete, claro, pero no lo ves preocupado.
Quizá lo estuvo al principio -piensas- pero ahora simplemente se deja llevar por las formas esféricas que el jabón y su propio soplido ofrecen al aire.
Lo ves reír, jugar y pasárselo bien con los viandantes. 
Interactúa con ellos, les hace más liviano el paseo.
Él está ahí parado, en esa esquina, precisamente para eso. 
No para vender, a quién se le ocurre.

Tú hace rato que te has detenido en tu paseo.
Estás como hipnotizado viendo cómo pasa su tiempo mientras transcurre el tuyo.
Pero sólo bastante después caes en ello: Sí, aquí hay una foto.

Y sacas tu cámara, y lo sigues acompañando.
Las pompas juegan en el aire, y tú con ellas.
Se forman, vuelan, bailan, fulguran, desaparecen y vuelven a empezar en arrebatos que se desparraman.

Qué fácil -piensas- es que el tiempo pase...