Los bomberos se esconden en la bruma.
Piensan con razón que es agua evaporada y que podrán beber, cuando tengan sed, con solo abrir su boca de Totoro.
Los bomberos no pueden mirarse entre la niebla y les da por hablar bajito sin saber por qué.
Inventan historias de miedo y helechos donde siempre hay una persecución entre el musgo cuando estás descalzo.
Intentan hacerse cosquillas con suspiros que nunca llegan a su destino, y se imaginan los colores de verdad que tendrán las pulseras que tintinean en la noche.
La bruma se aburre pronto de los bomberos, que no dan nada de juego, y quisiera irse pero se mueve tan lento que la pereza le vence y allí que se queda, entre las ruedas y el rojo.
Cuando llegan madrugada y oscuridad, los bomberos tienen más sueño que miedo, así que antes de cerrar los párpados bostezan con ganas (vasito de bruma) para saciar la sed del duermevela.
Y tienen sueños gaussianos, los muy lilas...