Siempre he recordado las cosas muy a lo...
De nuevo en el túnel del tiempo, de nuevo buceando en los recónditos recovecos de la memoria.
Si tuviese algo de vergüenza probablemente no haría este blog, aunque el no tenerla tenga como contrapartida acabar enseñando cosas como esta.
Pero no me hagáis caso. Al final hay mucho de victimismo y de buscar excusas, y no quiero ir por ese camino. Esto es el pasado y hay que verlo como tal.
"Los recuerdos siempre son engañosos"
Este es un cortometraje rodado en 1991. Sí, hace dieciocho años.
Si miráis los títulos de crédito es verdad, puede que lo pensase y lo (más o menos) dirigiese yo, aunque es un corto Yaumate.
Hecho entre amigos.
Realizado con nada de medios, una stop-motion a base de darle al REC y al pause alternativamente, y editado y montado con dos VHS.
Esto es lo que ha quedado de aquello. Gracias a Antonio Jaime y su infinita paciencia, fue algo así como remasterizado (que viene a ser "salvar lo que se podía salvar") y acortado convenientemente, lo cual sin duda se agradece.
Había entonces muchas ganas de hacer cosas, bastante de no saber y -a qué negarlo- algo de pedantería, pero así quedó todo aquello. Estaban igualmente el amor por el cine mudo, una historia que surgía sobre la marcha y las tardes muertas de un invierno en Nerja.
Os hablaba antes de Yaumate (a veces escrito también Yahumate).
Yaumate es una especie de grupo, de productora, de firma, que engloba el trabajo que unos jóvenes amigos hemos venido realizando durante bastante tiempo.
A todos nos unía lo mismo: amor por el cine, ganas de contar historias, probar, jugar, entretenerse, divertirse, retarse y llenar el tiempo con una de nuestras grandes pasiones.
Articulados alrededor de la imagen y el sonido, en Yaumate hemos sido más o menos gente, en proyectos determinados hemos colaborado unos u otros (si mi memoria no me falla quizá sólo Mariano Ibáñez y Antonio Jaime han estado presentes siempre), las obras siempre resultaron bastante corales (todos éramos director, todos éramos guionistas) y aquellas piezas solían tener una especie de sello surrealista, misterioso y nerjeño bastante curioso y reconocible.
"La lata", "Dos al cubo", "Encuesta criminal", la impagable obra de culto "La invasión de los tecno-románticos mutantes", "Un trabajo inesperado", la trilogía de "Vecinos", "Las puertas". "El videoclip ludopático", la inacabada "Espiral" o la muy reciente "Smash" son algunas de sus obras.
A Yaumate le debo risas y aprendizaje, tardes de pipas y música bajo el mural de Bob Marley, charlas, paranoias y más risas.
Yaumate no ha muerto. De eso estoy seguro.
Lo hemos hablado muchas veces: ahora tenemos más medios, más conocimiento, pero nos falta el tiempo, que concuerden las agendas de trabajos, niños y obligaciones.
Es lo que hay.
Pero las ganas siguen y eso es lo más importante. No se ha perdido el amor y la pasión por el cine y sus aledaños, por contar historias y echar unas risas, así que desde la distancia, como siempre hago, animo a ese colectivo medio adormilado a que despierte y busque los momentos, los retos y las historias para que la máquina vuelva a andar, y que los cortometrajes fluyan.
Ahora es el momento.
En "Los recuerdos siempre son engañosos" los brujillos se pelean con las hadas mientras juguetean sin ton ni son. Al protagonista de la historia le da por pensar en el amor bajo la mirada del hombre que siempre tiene frío y así, claro, a quién le extraña que las playas acaben llenas de niños...