El acento tilde del diptongo nació hace tanto -dos siglos, ¡o más!- que ya ni se sabe, y lleva, mal que le pese, una vida triste y de un enorme desconsuelo.
Ni siquiera se siente tilde, muchas veces ni se nota acento.
El caso es que él mismo no se entiende, él mismo no se aclara, él mismo no se sabe sus propias y endemoniadas reglas.
Es un descastado de tomo y lomo, con enjundia anquilosada. En su familia hay catorce diptongos distintos y nunca ha ido a visitarlos.
Tantos años que han pasado, qué injusticia. Tendrá seguro primos o nietos y hasta algún hiato que ha crecido sin su amparo ni consejos, y con los que no ha podido nunca irse de parranda.
Bien es cierto que en los primeros años de juventud del acento tilde del diptongo, la cosa no era tan así. Nada de esto que ahora le disturba antes le preocupaba.
Estuvo apuntado siglo ha a una academia de inglés de la que le despidieron por incompatible. Bebía bourbon en las tabernas de los bajos fondos y aunque no se enorgullezca de ello frecuentaba lupanares bien entrado ya el amanecer del día siguiente.
Pero la juventud no dura eternamente...
Así que un día cualquiera, a mediados del siglo XX, le da por preguntarse por su propia naturaleza, y desde entonces un incruento pesar le absorbe y le domina (el hígado también le molesta, pero son otras las razones...).
Ahora es tarde ya para estudiar gramática y salvar al mundo. Ahora existen programas de ordenador que subrayan en rojo cuando escribes la palabra "puta" y que definitivamente han podido con sus esperanzas.
¿Qué puede saber él sobre lo que es el acento tónico si solo bebe bourbon? Necio sería pensar que pueda alcanzar con su abyecta ignorancia a saber cuál es el acento dierético: No, efectivamente, no puede.
Sus lagunas son amplias y penosas, pero más le entristece y afecta la de los que escriben y con él acaban topando.
Confundir acento con tilde, marcar cuando no se debe o tildar cuando no habría que hacerlo. ¡Qué horror, sí!, pero qué se puede esperar de una generación que se come directamente las vocales...
Que venga Banaché o un triptongo y me lo explique.
El mundo actual es una mierda y mucho más si eres el acento tilde de un diptongo.
En Australia hay un duende de diez brazos que concede un deseo a elegir entre dos posibilidades:
a) Un iPhone
b) Escribir bien las tildes el resto de tu vida
Es claro por eso que el pobre duende tiene diez brazos, de tanto cargar con sacos y sacos de tildes rechazadas.
El acento tilde del diptongo ya no frecuenta lupanares. Lo veremos buceando en bibliotecas o centros de formación, que viva la madurez reconvertida.
Aunque hay algo en su naturaleza que le repele: no le gusta ver cómo su reflejo en un espejo mira para otro lado.
Tiene un sueño recurrente: Dos vocales se encuentran a la puerta de un juzgado, dispuestas a casarse por lo civil, como Dios manda. La "ai", la "au", la "ei", la "eu", la "oi", la "ou", la "ia", la "ie", la "io", la "iu", la "ua", la "ue", la "ui" o la "uo", él nunca se acuerda. Lo que sí que retumba en su cabeza nada más despertar es la voz del concejal de turno, que dice con expresión seria: "Lo que la literatura ha unido que no lo separe la gramática..."
Y recuerda entonces aquello que una vez le dijo un viejo y moribundo Góngora:
"Parabién miráis, huérfano huésped".
Pues eso.