En China hay blanco y negro y también color, mucho color.
Los rincones de China son inmensos, y cubren desde la artesanía, las miradas, los paseos, el pato laqueado, la humedad o la sutileza de su arte, de sus dibujos, de su letra.
La fascinación de Oriente viene por su parte indescifrable y enigmática.
¡Qué maravilla cuando lo diferente nos produce asombro y no otra cosa! Ojalá fuese siempre así.
Las noches iluminadas, los días cansados, lo mucho por descubrir...todo está presente cada vez que miro estas fotografías, cada vez que recuerdo, cada vez que me sumerjo en la imposibilidad de navegar de nuevo por sus pobladas calles...