Continuar con una tira cómica que habla de la pereza y de la falta de continuidad está siendo más fácil de lo que pensaba.
No digo que le quede mucho, porque uno nunca sabe, pero las historias -tan mínimas, tan sencillitas- siguen surgiendo así sin más, y es que uno no sabe realmente cómo.
De tanto hablar de esto igual el final está más próximo, pero sigo diciendo que, como no puede ser de otra manera, disfruto mucho dejando que las historias acudan a mí.
Y yo no las hago, ya sabéis.
Hacedme caso: esta tira es un auténtico fraude y me encanta, sí, como paradigma, ay, de tantas cosas...