jueves, 2 de abril de 2009

El escupitajo de un globo que va a parar a un niño



Un escupitajo es un personaje en sí mismo, pero el escupitajo de un globo que va a parar a un niño es sin duda un pirandello.
El escupitajo es un ser con sentimientos, como todo el mundo, y el odio injustificado que recibe suele ennegrecer su corazón de saliva.
La gente suele odiar los escupitajos. ¡Cómo no odiar pues, el escupitajo de un globo que va a parar a un niño!
Y es que esto sigue siendo un desastre, un verdadero disparate, diantres.
La gente odia su ruido a salir. ¡Pero si el ruido no es suyo, sino de la garganta!, ¿por qué no odian a las gargantas?
Es odiado por quien se desprende de él, es odiado por el que lo recibe, es odiado por el que lo ve. ¿A qué viene tanto odio? Por favor, qué hipocresía.
Tantos poetas loando a la lluvia y a los mares para que el ensañamiento del mundo se centre en una tan poquita cosa húmeda, tan voluble en su forma.
El escupitajo ante tanta injusticia quisiera llorar pero no puede, porque si pudiera llorar en vez de llorar echaría a su vez un escupitajo, el escupitajo de un escupitajo, qué cosas.
Lo que sí que puede ser verdad es que al escupitajo le da rabia la felicidad de los otros, la alegría en el mundo, pero es que ese es su problema, y con su pan se lo suele comer, no le queda otro remedio.

Lejos de sus primos -los escupitajos normales-, lejos de los odios y las injusticias, el escupitajo de un globo que va a parar a un niño es un personaje feliz y risueño. Lo que más le gusta es volar y vuela desde más alto y por lo tanto más tiempo que cualquiera de sus oprobios compadres.
Es mecido por la brisa, es mirado por un niño, es libre en su caída ¿qué más se puede pedir?
Aunque esa mirada del niño…ha de reconocer nuestro queridísimo escupitajo que mientras cae, la expresión del rostro del que se ha de convertir en su destino mezcla a partes iguales la incredulidad y el desasosiego.
Pero él se deja caer. Libre. Feliz. Inconsciente ante su futuro.
El escupitajo de un globo que va a parar a un niño suele vivir su cortísima vida en los parques, entre árboles y risas. Suele notar como el sol fulgura en su lomito.
Todo muy breve, todo muy intenso.
¿Y cómo genera saliva un globo, os estaréis preguntando? Pues os contesto a lo gallego: ¿nunca habéis inflado uno?