Es cierto que hay sitios mágicos. Sitios increíbles, por bellos en sí mismos o por los recuerdos o las vivencias que nos traen consigo.
Pero luego están los lugares-nombre.
Los lugares-nombre son sitios igualmente hermosos y evocadores, pero que encima poseen un nombre rotundo, con cuerpo y presencia, un nombre irremplazable y sonoro que potencia sobremanera las innatas cualidades del sitio que nominaliza.
En Nerja, mi pueblo, el pueblo en el que me crié, hay varios de esos lugares-nombre.
Pero luego están los lugares-nombre.
Los lugares-nombre son sitios igualmente hermosos y evocadores, pero que encima poseen un nombre rotundo, con cuerpo y presencia, un nombre irremplazable y sonoro que potencia sobremanera las innatas cualidades del sitio que nominaliza.
En Nerja, mi pueblo, el pueblo en el que me crié, hay varios de esos lugares-nombre.
Yo personalmente me quedo con tres: La Cuesta del Cielo, el Paseo de los Carabineros y el Balcón de Europa.
Podrían servir perfectamente de título para cualquier novela, podrían servir de inicio para cualquier historia o leyenda contada por la noche a la luz de una fogata.
La vida es a fin de cuentas un constante recorrido de un lugar-nombre a otro. Seguro que vosotros tendréis también los vuestros.
Bucead en la memoria.
Podrían servir perfectamente de título para cualquier novela, podrían servir de inicio para cualquier historia o leyenda contada por la noche a la luz de una fogata.
La vida es a fin de cuentas un constante recorrido de un lugar-nombre a otro. Seguro que vosotros tendréis también los vuestros.
Bucead en la memoria.
El Balcón de Europa es el más conocido de los lugares-nombre de Nerja. Es cierto que de tanto nombrarlo ha corrido el riesgo de desvirtuarse, de que ese nombre pierda parte de su poderío, pero aun así sigue siendo, qué duda cabe, un lugar muy muy especial.
Rescato un par de fotografías que hice hace ya bastante tiempo.
Contemplad pues al que contempla.