sábado, 27 de abril de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XIX)


127) Porque Hubleck Sterpnteck, un cavernícola congelado en las cámaras frigoríficas del planeta Orión, cuyo mayor logro era tener tres ojos, cuatrol mil kilómetros de altura y una lengua con papilas olfativas, fue descongelado sin querer por el cambio climático de aquel planeta y, reconozcámoslo, porque Vriven Mozti desenchufó sin darse cuenta aquel mastodonte de aluminio.
Hubleck tenía un tamaño descomunal, como si a Urano le hubiesen salido patas al ritmo de una canción de Georgie Dann, así que tras el charco de agua, lo que se despertó con él fue un hambre atroz.
Salió a nadar por el universo aquella mañana de diciembre buscando qué echarse a la boca, y entre tanto planeta se fijó en la Tierra, que era azul como los sus sugus preferidos: los de piña.
Y se la comió, y se le hizo bola.

128) Porque tan preocupados estaban los políticos del mundo por limpiar su imagen, que hicieron una ley de trasparencia donde declararon transparentes los bosques, el glutamato, los plastidecor, la perestroika, los hijos de Marlon Brando, Eritrea y las pilas alcalinas.
De la transparencia a la invisibilidad solo hay un paso, y, como en aquella película de James Whale, el mundo se volvió loco.

129)  Porque el Mundo siempre fue perezoso, ya sea para probarse bufandas, para salir a jugar con las estrellas muertas, para rellenar sudokus mientras espera en el dentista o para ejecutar perfectamente un plié delante de un espejo.
Por eso nunca fue a clase de inglés ni aprendió chino, y puestos a hacer caso a una profecía maya, mejor "fin", que es más corto que "the end" y más fácil de escribir que 末端.

130) Porque a la petanca, lo que se dice a la petanca, nunca supieron jugar los dragones tumecas renacidos tras la regeneración cósmica que tuvo lugar en Albacete el día que Ernesto Pertíñez servía tónicas abiertas a dentadas.
Los dragones, a los que el hijo de Thor llamó "Pito" y "Cuchi" para inspirar un temor y una fiereza indómitas más allá de los confines guturales, siempre se sintieron libres para intercambiar novias, dormir en Venus o repasar en YouTube los momentos estelares de Crispín Klander.
Pero nadie tuvo a bien explicarles que la petanca no se acaba abrasando planetas para festejar una carambola, sino bebiendo ginebra con el Rey Arturo.

131) Famosos Intelectuales Neorrealistas del Ministerio Uzbeko No Duermen Opiparamente.

132) Porque Tristán Welberg manejaba tres posibles canciones para representar a Austria en el festival de Eurovisión del 2012.
Una trataba del amor de una chica ciega por su perro Segismundo, que los lleva de aventuras por Amberes a olisquear los adoquines mientras garabatean en las paredes graffitis con faltas de ortografía.
Otra era un sinsentido donde dos pentágonos y un hexaedro viajan al futuro y comprueban que solo hay pobres.
La última, votada abrumadoramente al 807141618 por el ejército chino en masa, enganchados como estaban al Canal Internacional, acabó ganando aquel concurso.
Lo que nadie imaginaba es que tales llamadas y sus respectivos costes llevaron a la quiebra al gobierno mandarín, y con ello a la economía mundial.
En una reunión de urgencia tras el show de Letterman, los mandatarios de la Tierra y alguno de Plutón decidieron poner fin a todo, no fuese a ocurrir lo que la segunda canción decía, que hay mucho hexaedro listo por la vida esperando el más mínimo empujón para campar a sus anchas.
Y eso no, que vienen curvas.

133) Porque en navidad nieva. Y la nieve es fina.
Pero la nieve quiso, en el 2012, cambiarse de sexo, que ella también tiene derecho.
Y la nieve pasó a ser el nieve.
Y el nieve ya no era fina, era fin.