domingo, 14 de abril de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XVII)


113) Porque Finn, el protagonista de "Hora de aventuras", vive en la tierra de Ooo con Jake, su perro absurdo y mágico. En el episodio "Sons of Mars", emitido el 21 de diciembre de 2012, Finn y Jack son teletransportados a Marte y logran ver la Tierra, desolada tras la gran guerra de los champiñones. 
Podemos decir pues que el amigo Finn, ciudadano del mundo, llegó a la Tierra, pero como con las prisas por hacer boom boom sobre una hoja grande no se había atado los cordones de los zapatos, la teletrasportación hizo que perdiera una ene del final, así que lo que llegó en realidad fue el Fin.
El fin y un perro.

114) Porque el mundo era nuestro mundo. Tu mundo y mi mundo.

115) Porque los discos duros cada vez son más finos y tienen más capacidad. 
Tanaka Matsumo era un ciborg andrógino que había nacido con tres brazos y gustaba de tomar un té mientras escribía mails y acariciaba a su gato Nara. Tanaka inventó, en diciembre del año pasado, un disco duro tan fino tan fino tan fino, que no cabía la definición, que se tuvo que quedar en fin. Y ese disco duro de ciento dieciséis Teras, con la palabra FIN serigrafiada en su canto, provocó un cataclismo que gracias al USB 3.0 llegó incluso antes de lo previsto.
Porque el Tera, como su propio nombre indica, era ya pasado.

116) Porque aunque no lo quisiéramos, las predicciones mayas llegaron poco a poco, con señales inequívocas de desgaste, tristeza y oprobio en forma de decepciones clásicas de nuestra vida: a) los tomates que no sabían a tomates, b) la princesa Letizia, c) el pantalón de piquillo, d) esas telas étnicas tan bonitas que destiñen en la lavadora, d) The Newsroom, e) la depuradora de Nerja, f) el fin del mundo sin chicha ni limoná.

117) Porque Marion Luz Smith, que había recorrido Atlanta con sus padres y su caravana cuando era joven, y tras despedirse de su trabajo como recepcionista en un Day Inn, se echó a andar descalza, calle abajo, con la intención de no parar nunca, a la bonita edad de treinta y un años.
Tras nueve si detenerse ni para dormir, estando como estaba a las afueras de Vancouver, se dio cuenta que llevaba un billete de 100 dólares y nada suelto para poder coger un autobús de vuelta.
Por no hacerle el feo al conductor, ella que sabe lo que les molesta ver un billete grande, decidió darse la vuelta y regresar -ya era hora- por donde había venido.
Tras ocho años de regreso (era cuesta abajo) acabó unas navidades insulsas de 2012 y con cuarenta y ochos años entre sus uñas, trabajando en un Day Out.

118) Porque para hacerse una foto, Venus, tan coqueta como siempre, le pidió a Mercurio que sacase su iPhone para encuadrar en formato cuadrado y aplicarle algún filtro Instagram, con lo bonito que queda.
Mercurio, que tenía la temperatura por las nubes y no sabía de perspectiva antropométrica, le pidió a Marte que se echase un poco más a la derecha, y a la Tierra que se juntase más para la izquierda, sin percatarse que allí había un vórtice temporal, provocado por un agujero gris marengo que se había enfadado con una supernova.
Y es que ya lo dijo Alfonso Guerra. El que se mueva, a tomar por culo.

119) Porque llamaron a la puerta, telefonearon, gritaron a pleno pulmón, escribieron nubes de humo, mandaron folios amarillos con acuse de recibo. Todo contra la desidia del mundo, esa desidia monumental generada por los televisores y la sopa de sobre, pero no hubo manera.
El mundo estaba encerrado en casa y no quería salir.
El mundo estaba de vuelta de todo.
Al mundo le gritaron vuelve pero él dijo que no.
El mundo dijo: a mí fin.