domingo, 7 de abril de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XVI)


106) Porque las aceitunas picual, que se recogen en noviembre, y que son llamadas así por su forma de pico, conforman el arma más mortífera jamás inventada por el hombre.
Al igual que Aquiles con su talón y la Estrella de la Muerte con un disparo certero en los conductos que Luke sabe, el mundo tenía su punto débil en el parque natural de Cardeña y Montoro, sobre un socavón que Rodolfo Amberes había excavado para defecar en el otoño del 93.
Si allí caía una aceituna con su pico de punta, el cúmulo de energías retrancas y ambivalentes generadas por tamaña rozadura potenciaría la disgregación molecular de los átomos colindantes en progresión, lo que Prudencio Moral, natural de Salares, llamaba "el efecto caena".
Así que sí: el fin del mundo llegó en la sierra de Córdoba, con una aceituna que tenía muy mala uva.

107) Porque la palabra FIN tiene sus letras en estricto orden alfabético (la F antes que la I, la I antes que la N), síntoma inequívoco de que caminábamos a su propia y autóctona definición.

108) Porque Eulalia Sanjurjo arrastraba un saco de mejillones que pesaba cuatro kilos por las calles de Villarrobledo, dejando en la acera un sabor a mar como sus adoquines no habían conocido nunca.
Fueron las piedras albaceteñas de los municipios colindantes, celosas por el sabor salado que descongelaba Eulalia en su paseo, las que empezaron a hundirse en busca de mar y moluscos.
El fin del mundo llegó como un olor a mar que dejó en Villarrobledo al único punto entre olas y maremotos que lo iban engullendo todo.
Un punto que fue final.

109) Porque estaba Dios a medio camino entre la resaca y la apatía, un jueves de diciembre, pensando en a quién en su sano juicio se le había ocurrido salir un miércoles con cincuenta euros en el bolsillo de los vaqueros sin planchar.
No había puesto todavía la tetera cuando su compañero de piso le dijo que iba a comprar el pan y el periódico, pero Dios le dijo que él, con su omnisciencia, podía hacerlo desde el vestíbulo, mirando el cuadro de la cacería del zorro.
Su compañero, estudiante de astrofísica le dijo que no lo hiciera, que allí había un vórtice, justo en la segunda chaqueta roja del tercer jinete.
Dios le respondió que lo iba a hacer de todas maneras, y su compañero insistió en que así destruiría el mundo, que qué se apostaba.
Y habiendo dinero de por medio, todos nos hacemos los valientes.

110) Porque el firulete de la palabra FiN, ese punto de la i tan en el medio, tan preciso, es en realidad un gran agujero negro infinito por donde no solo se acabó la Tierra, sino por donde se absorberá más pronto que tarde todas las energías del universo.

111) Porque la razón 111 era la razón número 1, pero repetida tres veces:
Porque sí, porque sí, porque sí.

112) Porque habiendo volado ya lejos de aviones y nubes, habiendo volado niveles por encima de sueños y parapentes, habiendo volado como ni Ícaro ni Baumgartner habían volado, el mirlo que se escapó de mi mano me dijo que sin él no había mundo.
Y desapareció.