sábado, 20 de abril de 2013

365 irrefutables razones que nos llevan a pensar que los mayas tenían razón y el fin del mundo llegó el 21/12/12 (XVIII)


120) Porque John Raimon Mutton Brown quería escribir una novela, dos novelas, tres novelas, ya que la vida es una novela que se nos escapó. Y a él se le escapó la novela por un pelo, que la tenía en la punta de la pluma aquella mañana de diciembre, desayunando entre Panteras Rosa y tés paquistaníes.
Pero tuvo una ocurrencia.
Se concentró y todo hizo un "para adentro" (todo, todo, los estorninos, la sartén, Mildred y los ajos) en su interior, con un sonido (algo así como "zsup") antes de que se instalase, ya para siempre, el más absoluto silencio.
Así que ya sabéis: cuando queráis escribir una novela, dos novelas, tres novelas (por favor) no os concentréis.

121) Flashback un es vida nuestra en todo porque.
O al revés.

122) El fin del mundo llegó con un poco de retraso pero llegó. Se le esperaba a las dos, para echar unas cañas con tapas de salmorejo y sol, y dejarse amodorrar por el sol navideño a orillas del mediterráneo.
Pero el fin del mundo, displicente, se entretuvo en Helsinki vete tú a saber por qué, lo mismo era una cuestión de faldas o intereses bancarios.
Nosotros seguimos a lo nuestro, hielo y alcohol incluido, alguna galleta para mantener el tipo, y empezamos a hablar de series de televisión, de lo guapa que había sido Carmen, de si estaba infravalorado el zumo de mandarina.
Ahora sí, una vez que llegó, el fin del mundo se hizo notar y aquello fue el acabose.

123) Porque al igual que una piedrecita mal incrustada en las vetas de los neumáticos de un autobús Granada-Madrid puede provocar un desastre a la altura de Bailén, el Himalaya, esa montaña puesta ahí por nadie sabe quién para quién sabe qué, rozó de mala manera con el asfalto nebuloso del sistema solar provocando flatulencias con olor a lava, un pinchazo de proporciones tan cósmicas que despeinaron a los habitantes de Urano, con sus pelos de acelga.

124) Porque llevamos ya, desde ese fatídico diciembre del año pasado, sin tener noticias de Matilda, mi vecina del quinto.

125) Porque Manolo Carrasco Díaz fue a Correos, dispuesto como todos los años a mandar sus christmas dibujados a mano y que de tanta emoción llenaban las casas de amigos, familia y Falete. Su intención era mandarlos, pero tropezó con un poliedro de Egipto que se había hecho carne en la Calle Segovia a la altura del H&M. Y el de los christmas se partió la crisma.

126) Porque Hchelmetz Pérez, un maya de ojos profundos y voz triste, lleva escarbando y bebiendo Tang desde que su primo pronosticó lo del fin del mundo hace ya siglos y siglos.
Con huesos y un pequeño escarbador, lo que es a mí se me ha colado entre las entrañas. Y no se va.