jueves, 14 de junio de 2012
Las bolsas de
Si no voy a volver,
si ya no vendrán mis pasos a tu alfombra,
ni la risa colada se fije en el suelo como un charco
que gotea.
¿Para qué mojarnos en saliva amarga
que no huele,
para qué inventar un paraguas roto
que no abre?
Si no hay salida en la ratonera metálica,
si no manda patrón en el barco varado en la cocina,
si remito con acuse legañas impuestas en la madrugada,
y si las bolsas se agrandan
sumando a su peso basura y nudos.
¿Para qué buscar madrigueras sin topos,
recovecos sin sal,
aromas emigrados?
Si yo no voy a volver
todo queda en tus manos.
Revuelve tú,
revuelve en mí,
revuélveme.
Y bájame siempre
más tarde de las siete.