lunes, 21 de marzo de 2011

Laberinto de raíces al viento













Por su forma imposible, por sus requiebros espasmódicos, por sus raíces perdidas en la tierra.
Los árboles me miran y yo les devuelvo el cumplido.
Están desnudos, sobrios en su pedestal.
Se entroncan y se enraman, así les deja su nombre.

Yo me dejo perder en su laberinto despojado y orgánico, y mi mirada se desliza por los pasillos imposibles que su memoria engarza.
¿Cuántos serán los años?
¿Cuántos vientos habrán mecido aquellas ramas?
¿Cuánta explosión de primavera estará ahora abocada al seco presente?

Son árboles nacidos de una antigua leyenda. La cámara se posa en ellos cual cuervo que acecha el cielo abierto en espera de la noche.

Y yo espero con ella.