Volvemos a la normalidad de los días buceando entre carpetas de fotos, mirando al pasado, recordando paisajes, olores y personajes.
Volvemos a los viajes, aunque bien pensado quién pudiera.
Siempre me sentí cómodo en Asia, sin saber muy bien por qué.
El carácter de la gente, amable y reservado, suele ser propicio para quien como yo gusta de pasar de puntillas observando desde lejos.
Los escenarios, enormes y majestuosos, resultan perfectos para perder los pensamientos y que cuando estos vuelvan a ti se encuentren fuertes, renovados y absurdos.
El idioma, casi siempre una barrera, permite centrarte en gestos, miradas y signos a la par que fabulas, inventas o mientes.
Siempre me sentí cómodo en Asia fascinado por la diferencia, degustando el exotismo, atrapado en la historia prendida a los paisajes.
Cómo no sentirse cómodo en Asia.
Cómo no sentirse cómodo viajando.